Capitulo 7

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Brittany se sentó en su espaciosa oficina y luchó contra las náuseas. Había decidido quedarse en casa porque no quería vomitar en el trabajo, y no deseaba que sus compañeros supieran que estaba embarazada. Además, tenía que ocultar a toda costa el hecho de ser el vientre de alquiler elegido por el Programa de Subrogación López.

Dejó la puerta abierta en caso de que tuviera que salir corriendo de nuevo. Tomó un sorbo del té de jengibre que le había traído una de las gobernantas, y esperó a que se le pasaran las náuseas. Después de un rato, se sintió mejor y comenzó a trabajar en su portátil.

Un sonido repetitivo a sus espaldas la distrajo, y se dio la vuelta en la silla giratoria, esperando a que volviera a suceder. Cuando no se repitió, se levantó lentamente y, descalza, salió al pasillo.

-¡Oh, Dios mío!- exclamó, llevándose la mano al pecho cuando se encontró de bruces con la gobernanta. -Qué susto me ha dado, Sra. Jones.

-Lo siento muchísimo, señora. No sabía que iba a salir.

Tratando de calmarse, Brittany tomó una respiración profunda antes de preguntar. -¿Qué está haciendo? He escuchado un ruido, por eso he salido a ver de qué se trataba.

-Era yo.

Brittany esperaba una explicación más larga.

-¿Por qué está en esta planta? Aquí no hay nada que hacer.

-La Srita. López me ha pedido que permanezca a cinco metros de usted por si se pone mala.

Los músculos de Brittany se relajaron como si le hubieran inyectado un tranquilizante. Una cálida y deliciosa sensación de euforia la envolvió. La atención y preocupación de aquella morena.- Se tocó el vientre y tragó saliva, sintiendo cómo se disipaba la euforia. No era por ella. Llevaba un cargamento precioso para Santana, y el único valor que tenía existía en función del bebé.

-De acuerdo.- Se dio la vuelta para alejarse, pero acabó girándose de nuevo. -¿Le importa quedarse quieta y no caminar? Es un poco molesto. Estoy acostumbrada a trabajar sola.

-Claro, señora- dijo la señora Jones, avergonzada por haberla distraído.

Brittany sonrió intentando resultar amable y regresó a su escritorio. Tras sentarse, se pasó los dedos por el cabello y contempló las impresionantes vistas. Los jardineros trabajaban con el césped y las flores, y era muy terapéutico observarlos llevando a cabo su tarea. Se acarició el vientre, pensando en el aspecto que tendría el bebé. Esperaba que fuera una niña.

Alguien que se pareciera a Santana. Alguien que sonriera como ella y tuviera sus ojos. Un cálido torrente de amor se derramó en su interior y miró su vientre con espanto. No tenía derecho a ponerse sentimental con relación al bebé. No tenía nada que ver con ella - era de Santana. Y no debía encariñarse con él.

El bebé de Santana, sólo de ella, entonó durante un rato, y se concentró en su trabajo durante cinco minutos antes de que tener que salir a toda prisa en busca del cuarto de baño.

***
A la mañana siguiente, tuvo que quedarse otra vez en casa, y trató de calmar los nervios diciéndose a sí misma que aquellas molestias a corto plazo iban a generarle gratificaciones a largo plazo. Podría sumarse al programa durante el siguiente curso, y todo mejoraría a partir de entonces. O eso esperaba.

Desayunó con Santana - o al menos lo intentó, ya que tuvo que abandonar la mesa con frecuencia, disculpándose cada vez.

-¿Por qué te disculpas?

Brittany sacudió la cabeza.

-Porque... olvídalo. Es por educación. Te estoy destrozando el apetito con todo esto.

-No es cierto- ella se inclinó hacia delante y le tocó la frente, sosteniendo su mirada. -Estás un poco caliente. ¿Estás segura de que las náuseas es lo único que te ocurre?

-Sí- respondió ella, sintiendo un hormigueo por todo el cuerpo y en especial entre las piernas, aunque sólo le estuviera tocando la frente.

Santana notó el repentino rubor de sus mejillas y se obligó a retirar la mano. Estar cerca de ella era emocionante porque estaba embarazada con su hijo, pero también le excitaba de otra manera. Estar a solas con ella le hacía querer aproximarse más, tocar su vientre, abrazarla cuando se sintiera indispuesta. Era una locura, y consideró seriamente la posibilidad de asistir a sesiones de terapia para solucionar su problema. Aquella forma de tener un hijo le estaba afectando a la mente, y quería solucionarlo cuanto antes para poder pasar los próximos siete meses sin destruir la amistosa camaradería que tenía con ella.

-Intentaré volver pronto del trabajo.

Brittany la miró.

-¿Por qué? Estoy bien, en serio.

-Me siento mejor sabiendo que estoy cerca.

Brittany rió, sintiendo de nuevo aquella cálida - e inoportuna – euforia inundándola.

-Tienes a tu personal detrás de mí todo el día; te avisarán si algo va mal.

Santana sonrió.

-Te lo han dicho.

-Claro que sí. Estaba empezando a pensar que algo paranormal me seguía por toda la casa.

La Gestante de la millonaria LopezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora