Capitulo 10

15 1 0
                                    

Santana se alegró de haberle propuesto aquel plan. Miraba a Brittany continuamente de reojo, mientras ella bebía zumo con una pajita, completamente absorta en la película. En su interior, se libraba una enorme batalla. Deseaba seguir mirándola cuando la luz de la pantalla iluminaba su rostro, acentuando sus pronunciados pómulos, pero, al mismo tiempo, quería observar su vientre.

Brittany lo acariciaba constantemente. No era consciente de ello; era un gesto claramente involuntario. Lo hacía cada pocos minutos, amorosamente, como si se hubiese acostumbrado a hacerlo cuando Santana no estaba y ya fuera una costumbre. Su corazón le daba un vuelco de emoción cada vez que veía aquel gesto. Y le dolía no poder acercarse y hacer lo propio.

Se pasó los siguientes quince minutos comiéndosela con los ojos, para luego dejar que su mirada vagara por todo su cuerpo. Sus pechos colmados, su curvilínea figura tan sexy y atractiva, y su delicada piel. Estaba deseando que se le empezara a notar el embarazo; aunque no podría tocarle la barriga; aunque no podría sentir su piel bajo las manos ni sus labios sobre los suyos. Su anhelo era constante, y estar tan cerca de ella era peligroso para su control.

Siempre se había enorgullecido de su autodominio, pero ahora se tambaleaba. Decidió volver a trabajar hasta tarde. Pero no conseguiría permanecer alejada de ella. Esperaba con ilusión el momento de desayunar y cenar con ella, y pasar el fin de semana leyendo o dando una vuelta en coche. Se había convertido en parte de su vida, una rutina que anhelaba y apreciaba y que nunca quería abandonar.

Durante los últimos dos meses, había aplazado al menos diez reuniones para las que habría tenido que viajar. Primero, se dijo a sí misma que Brittany estaba enferma y que no podía dejarla sola, pero ahora Brittany se encontraba perfectamente, y aún así era incapaz de tomar un vuelo que le alejaría de ella. Estaba enganchada. Y sabía que era enfermizo. Ojalá la atracción se debiera únicamente al hecho de que la tenía cerca y era atractiva, y que siempre estaban solas. Aquellas circunstancias le hacían desearla. Pero además llevaba a su hijo en sus entrañas, y aquello la hacía única. La hacía especial. Siempre sería la madre de su hijo, incluso después de irse, incluso después de continuar con su propia vida.

Brittany giró la cabeza y la pilló observando la mano que tenía apoyada sobre el vientre. La apartó tímidamente, ajena al hecho de haber estado acariciándolo.

-¿Te aburres?

-En absoluto- respondió Santana, dedicándole una sonrisa.

Brittany se volvió hacia la pantalla cuando ella hizo lo mismo, pero su mente seguía dando vueltas. Sabía lo que quería. Quería poner su mano donde había estado la suya. Quería sentir a su hijo creciendo. Se mordió el labio, incapaz de concentrarse en la película. No debería; ya habían cruzado demasiados límites. Tenía que dejarlo pasar.

Santana tomó una respiración trémula y trató de calmar su lujuria. Brittany vestía una blusa verde y una falda negra, se había arreglado para ver la película, aunque fuera en el sótano. Llevaba un labial en tono coral y rímel, y tenía un aspecto inocente y provocativo a la vez.

-Santana

-¿Sí?

-¿Quieres tocarme el vientre?

Santana se quedó helada, con el corazón a cien. Captó su mirada cómplice y tragó saliva, asintiendo con la cabeza.

-Sí.

Brittany se mordió el labio y sonrió. Se acercó a ella y se levantó un poco la blusa para dejar su abdomen al descubierto.

El corazón de Santana dio un salto al contemplar su tersa e inmaculada piel. No sabía qué le excitaba más - tocar su vientre y sentir donde estaba su bebé, o acariciar su piel.

La Gestante de la millonaria LopezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora