Capitulo 12

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Brittany se iba riendo entrando en casa. Santana había ido a esperarla al trabajo y estaba de muy buen humor. La crisis emocional que había sufrido dos días antes, la había dejado con un estado de ánimo insoportable que se prolongó durante las últimas cuarenta y ocho horas.

-Para ya, por favor- exclamó, riéndose. -Ahora me duele el estómago, y si sigo riendo, voy a explotar.

La sonrisa de Santana se desvaneció y la agarró de los brazos obligándola a sentarse en el sofá.

Brittany la miró, tenía su rostro muy cerca, tan bella, y tan lejos emocionalmente. Recordó cómo la había besado, cómo había explorado su cuerpo con las manos, y cómo se había alejado como si no hubiera pasado nada. Entendía sus motivos para comportase de aquella manera, pero, por otro lado, no le agradaba que pudiera eliminar algo como aquello de su mente.

Había sido real, puro y primitivo, y se pasaba los días y las noches pensando en ello y temblando de necesidad.

-¿Qué haces?- le espetó.

-Has dicho que te duele el estómago.

Brittany la observó mientras ella intentaba que se recostara contra el respaldo del sofá.

-Sí, porque no me había reído tanto en años. -explicó, y se echó a reír.

La expresión de Santana se oscureció, y asió sus brazos con más fuerza.

-Ojalá te hubiera conocido antes.

Brittany se quedó inmóvil, mirándola boquiabierta, tratando de interpretar sus palabras. Contexto. Contexto. No es eso lo que quiere decir.

-¿Por qué?- dijo, de todos modos, con un rayo de esperanza.

-Ya sabes... porque lo has pasado mal durante mucho tiempo, y me hubiera gustado haberte ayudado.

Brittany descartó sus palabras. No tenía respuesta para aquello. Presa del pánico, se recostó lentamente.

-He tenido una vida dura, Santana. Si me hubieses conocido antes, ahora tendrías demasiadas canas.

Santana reorganizó los cojines del sofá y la miró a la cara.

-Creo que me subestimas.

Brittany observó su enigmática sonrisa mientras desaparecía en la cocina, y se rió para sus adentros. Era una imagen que no había visto antes. Cuando estaba a punto de levantarse para ver qué estaba haciendo, Santana apareció con una fuente de frutas en las manos y dos preocupadas gobernantas en sus talones.

-Está bien. Yo me encargo.- les dijo, y cuando le entregó el enorme plato, Brittany estaba tan sorprendida como las dos mujeres. -Come.

Brittany contempló la fuente boquiabierta.

-¿Por qué no las has llamado?

-Tenía prisa por traerte la fruta; no quería esperar.

Brittany reprimió una carcajada y sonrió cuando Santana la amonestó con la mirada.

-Come- repitió, y Brittany obedeció.

Era la fruta más deliciosa que jamás había probado, y estaba convencida de que aquello tenía que ver más con el gesto de Santana que con la calidad del producto.

Después de la cena, Santana le preguntó qué quería hacer, y Brittany se acordó de que tenía que terminar un trabajo.

-Estaré en la oficina durante unos veinte minutos como máximo.

Santana sonrió.

-De acuerdo.

Brittany frunció el ceño.

-¿Está todo bien?

-Sí.

Asintió con la cabeza, recelosa. Había reaccionado de una manera extraña ante algo tan inocente como terminar una tarea en la oficina. Subió los dos tramos de escaleras lentamente, feliz de estar lo suficientemente en forma como para soportar el peso extra que había ganado a causa del bebé, y se tocó el vientre, que apenas sobresalía, y simplemente parecía que había comido demasiado. Tras entrar en la oficina, encendió las luces y se quedó de piedra. Su viejo y manido portátil estaba donde lo había dejado, pero junto a él había un Mac - un reluciente y precioso Mac con un gran lazo rosa pegado a la
pantalla.

-Oh, Dios mío.- Se giró y vio a Santana a un metro de ella, sopesando su expresión con la mirada. Brittany lanzó una carcajada y de repente se detuvo. -¿Qué demonios...?

-¿Te gusta?

Brittany resopló, se volvió a dar la vuelta para admirar aquella belleza que dominaba su escritorio, y volvió a girarse hacia ella.

-¿Es una broma?

-Para nada.

-Santana... es... no puedo aceptarlo- le dijo con una sonrisa, pero suplicándole con la mirada.

-Claro que puedes. Es un regalo. De una amiga.

Brittany abrió la boca para hablar y la cerró.

-No es justo- le amonestó, y se rió cuando ella hizo lo propio.

-El próximo año comenzarás con el programa y quiero que tengas lo mejor para que disfrutes de tus estudios.

-Los disfruto de todas formas. Me temo que soy una empollona.

Santana sonrió y se inclinó para besarle la coronilla, y después pasó junto a ella como si nada.

Brittany inhaló temblorosa, con todo su cuerpo encendido a causa del platónico beso. No significaba nada, y al mismo tiempo lo era todo. Lo sintió en sus entrañas, en su pecho, y una mezcla de agonía y deleite envolvió su corazón. Le confundía, y le hacía feliz, pero era algo temporal.

Santana la llamó por su nombre mientras encendía el Mac de manera casual, con el corazón a cien, consciente de haberla trastornado con su beso. No podía evitarlo. El afecto que sentía por ella era agobiante, al fin y al cabo, era humana. Cuando ella llegó por fin a su lado, dejó que echara un vistazo al portátil, y ella se dedicó a admirar su perfil.


La Gestante de la millonaria LopezWhere stories live. Discover now