Capitulo 16

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Dos días más tarde, Santana se sentía vacía; tenía frío y consideraba que nada tenía sentido. Siempre había estado absorta con sus metas, y entonces conoció a Brittany y perdió el rumbo. Y ahora, ella había decidido desaparecer. Estaba allí, pero como si no estuviera. Había invitado a su amiga, por lo que no habían cenado juntas, porque pidió que les sirvieran la cena en su habitación. Aquello reavivó viejos recuerdos traumáticos para ella; nunca había tenido una figura constante en su vida, siempre había esperado que las cosas fueran temporales, y no le había importado. Pero Brittany había causado estragos en su actitud ante la vida. Ahora tenía que enfrentarse a aquella mezquina nostalgia y seguir adelante. Trató de concentrarse en los preparativos para el bebé, pero su mente conjuraba imágenes felices de Brittany y el bebé juntos. Los tres creciendo en familia. Se frotó las sienes para aliviar el dolor de cabeza. Brittany no iba a quedarse. Brittany no iba a empezar a tener objetivos enfocados en la familia sólo porque iba a dar a luz a su hijo. Tenía su propia vida, y estaba claro que había decidido que ella no formaba parte de ella. Su ensoñación fue interrumpida cuando ella apareció en el salón.

-Hola.

Le sonrió, pero su sonrisa no alcanzaba sus ojos.

-¿Cuándo has vuelto?

-Hace unos minutos. ¿Están cuidando bien de tu amiga?
Brittany se sonrojó. Había sido horrible con Santana.

-Por lo visto, la Sra. Jones y su ayudante tenían órdenes de cocinar un banquete para nosotras.

La miró con los ojos entrecerrados, aparentando enfado. Santana sonrió.

-Sólo quería que lo pasaran bien.

Ella suspiró y se acercó a Santana, tomó su mano y la apretó.

-Gracias, Santana. Gracias por todo lo que haces.
y lo siento mucho. Pero no lo dijo. Se sentía como una bruja, pero tampoco lo dijo. Tenía que mantenerse alejada de ella.

-No hay de qué. ¿Qué tal el tobillo?

Ella se encogió de hombros.

-Como nuevo.

Santana le revolvió el cabello suavemente y se dio la vuelta. Brittany la observó alejarse y se obligó a dejar de mirar fijamente su cuerpo.

Te echo de menos.

Lamentaba no haber detenido su lujuriosa aventura de hacía tres semanas, pero no la cambiaría por nada del mundo. Iba a necesitar esos recuerdos cuando le dejara al cabo de otros cinco meses para regresar a su vida de siempre. Una vida en la que faltaría el afecto de Santana y su halo de protección.

***

Santana encontró a Brittany leyendo un libro en el sofá del salón.

-¿Qué planes tienes para hoy?- quiso saber.

Brittany levantó la vista, sobresaltada.

-Ninguno, la verdad. Me he pasado los cuatro primeros días de las vacaciones leyendo, y parece que voy a pasar los próximos dos meses haciendo lo mismo- explicó, malhumorada.

Se paró ante ella, obligándola a mirarle. Estaba harta de su confinamiento solitario. Podía evitarle todo lo que quisiera, pero podía hacerlo en un lugar mejor.

-No pareces muy entusiasmada.

Brittany sostuvo su mirada.

-Será porque no lo estoy. Es horrible no tener nada que hacer. Y tampoco voy a pasar todo el tiempo con amigas. Y tú ya no formas parte de mi vida.

-Levántate.

Brittany entrecerró los ojos.

-¿Qué?

-Que te levantes.-

La cogió del brazo y la ayudo a ponerse en pie.

-¿Qué ocurre?

Tenía una expresión preocupada, y aquello alimentó su determinación.

- ¡Sra. Jones!- llamó.

Brittany liberó su brazo, presa del pánico, alternando su mirada entre la gobernanta y Santana.

-Santana, ¿qué ocurre?

-Ve con la señora Jones a tu habitación y haz la maleta. Para un viaje de cuatro días. Con ropa ligera. Hará calor donde vamos, y habrá humedad. Así que mete el traje de baño. Un sombrero. Crema para el sol.

Brittany se quedó inmóvil.

-¿Qué haces?

-Llevarte a una isla al otro lado del mundo.

Brittany lanzó una carcajada.

-¿Lo dices en serio?

-Sí, lo digo en serio, Brittany- respondió en tono amable.
-No puedes pasarte todo el embarazo entre en el sofá del salón y la Brittany de tu despacho. Por cierto, salimos dentro de tres horas.

Brittany seguía aturdida cuando el chófer de Santana metió su equipaje en el maletero del coche. Todo parecía irreal. La experiencia entera era completamente surrealista. El chófer. El coche. La maleta con sus iniciales que se había materializado de la nada. La morena sentada junto a ella con aspecto alegre y nervioso a la vez. Le dio un codazo accidentalmente al cambiar de postura.

-Perdona.

-No pasa nada. Siempre que te sigas comunicando conmigo- añadió fríamente.

Brittany apretó los dientes. No había esperado que abordara aquel tema.

- Perdona también por eso- dijo, sintiendo que se quitaba un peso de encima.

Santana cerró los ojos y suspiró, y le rodeó los hombros con su brazo. Bajó la voz para que no le escuchara el chófer.

-Brittany, estás gestando a mi hijo- le dijo a cinco centímetros de su rostro, evitando mirarle a la boca, aunque le doliera aquel esfuerzo. -Eres muy importante para mí. Siempre serás parte de mi vida a través de este bebé. Y quiero que seamos las mejores amigas durante este tiempo, y que disfrutes.

Brittany bajó la vista hasta sus labios, y Santana lo notó. Y también la culpabilidad de su mirada y el rubor de sus mejillas. De forma abrupta, apartó el brazo y se enderezó. Le había dicho lo que tenía que decirle y además había averiguado la razón de su frialdad. Santana no era lo único que reproducía en su mente aquella noche de desastrosa indulgencia. Brittany Pierce la deseaba tanto como Santana a ella.

La Gestante de la millonaria LopezWhere stories live. Discover now