Capitulo 15

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Brittany hizo una mueca cuando Santana se acercó.

-Puedo hacerlo.

-Shhh. Aún no puedes apoyar el peso sobre el tobillo.

A pesar de sus protestas, la cogió en brazos y la llevó al cuarto de baño, donde la metió en silencio en la enorme bañera que podía hacer las veces de pequeña piscina. Cuando intentó ayudarla a quitarse la camiseta, ella se echó para atrás.

-No, puedo hacerlo yo misma.

Santana suspiró y dejó correr el agua.

-Estaré fuera. No te atrevas a salir de esta bañera sola. Envuélvete en una toalla y me llamas.

-De acuerdo- accedió malhumorada, consciente de que no tenía elección.

Era increíble que hubiese tenido que acabar inválida mientras estaba embarazada, viviendo con la mujer que deseaba. Parecía que estaba constantemente llevándola en brazos, metiéndola en la cama - siempre cerca para ayudarla y tocarla y dejar su glorioso aroma en ella. Y las hormonas del embarazo no mejoraban las cosas. Su apetito sexual se había disparado y era incontrolable y muy molesto.

Santana la oyó pronunciar su nombre y abrió la puerta, y la encontró sentada en el borde de la bañera, con el cabello empapado y los rizos pegados a la nuca. Tenía los hombros desnudos y aferraba la toalla alrededor de sus pechos.

-Ya he terminado- anunció, casi con enojo.

Santana reprimió una sonrisa y la llevó a su habitación. Cuando la depositó sobre la cama, Brittany esperó que la dejara sola para vestirse, pero, para su sorpresa, empezó a secarle las piernas con otra toalla.

-Santana...- le impactó que pudiese hacer algo así, con tanta impasibilidad; era maravilloso.

-¿Sí?

Estaba totalmente absorta, y comenzó a secarle el cabello mientras ella le miraba con ojos de cordero degollado.

Brittany no dijo nada, sino que la miró estupefacta, tratando de encontrar sentido al hecho de que aquella mujer era la misma que la había entrevistado mostrándose poderosa y distante. Era irreal y única; se quedó sin aliento.

Le amo.

Aquellas dos palabras aparecieron en su cerebro de la nada, y desvió la vista de su rostro, intentando abstraerse de las sensaciones que le provocaba, fijó la mirada en su hombro. Cuando intentó ayudarla a ponerse la camiseta, se lo permitió; no le quedaban fuerzas. Había perdido. Estaba enamorada por primera vez en su vida, aunque no tenía ningún derecho a enamorarse de ella.

***

Santana se estaba volviendo loca. Brittany no le hablaba.

Ya apenas se escuchaban risas en la casa, había menos charlas y más trabajo. Últimamente, parecía que siempre tenía algo que hacer. No le importaba que trabajara, pero echaba de menos su compañía. Brittany escribía ensimismada en su portátil, parando y frotándose las sienes de vez en cuando. Santana estaba en su mente de forma constante. Se cuestionaba sus intenciones, pero su subconsciente siempre fallaba a su favor.

¿Le importaba sólo por el bebé? No parecía ser así. Hacía demasiado. Estaba en casa demasiado, y no tenía por qué hacer la mayoría de las cosas que hacía. Siempre quería pasar tiempo con ella y estar cerca de ella, y no tenía que llevarla a todas partes a causa del esguince. Pero lo hacía, y parecía no importarle. No podía soportarlo más.

Durante la cena, Santana notó que mantenía la mirada en el plato.

-Siento mucho que tengas que estar encerrada en casa.

Brittany frunció los labios.

-No pasa nada. El tobillo mejorará pronto, y entonces pasaré tres días fuera para compensar.

Santana masticó despacio.

-¿Tres días?

Brittany la miró brevemente.

-Volveré para cenar y dormir, no te preocupes- le espetó.

Santana se quedó inmóvil ante el tono de su voz.

-Deberías invitar a Quinn.

Brittany levantó la cabeza de golpe y le observó boquiabierta.

-¿Invitarla a venir aquí?

Santana frunció el ceño.

-¿Pensabas que no podías tener invitados? ¿Por eso no ha venido nadie a verte?

Brittany se sonrojó y apartó la mirada.

-Sólo soy un vientre de alquiler, Santana.

No le gustó cómo sonaba.

-Pero somos amigos.

-Sí- dijo ella, obligándose a ser amable. Tenía que hacerlo. Se trataba de sobrevivir.

-No pensé que podía invitar a gente.

Santana abandonó lentamente su tenedor; ya no tenía hambre.

-Brittany, mientras vivas aquí, esta es tu casa. He hecho todo lo posible para que estés cómoda, y no sirve de nada si crees que no puedes invitar a tus amigos. Que vengan a verte. Que usen la piscina y la sala de cine. No estás presa; eres libre de hacer lo que quieras. Quiero que este embarazo sea una experiencia feliz para ti.

Brittany luchó contra las lágrimas, bajando la mirada al plato. Le había ofendido. Había ofendido a aquella cariñosa y maravillosa mujer que no había hecho nada para merecerlo. Pero sus sentimientos se estaban descontrolando. Se había enamorado de ella y necesitaba algún tipo de protección.

–De acuerdo. Mañana la invito.

-Estupendo.-

Miró a su plato y vio que había terminado. Ya podía irse y sentirse triste en privado sin interrumpir su comida.

-Disculpa.

Empujó su asiento hacia atrás.

-Tengo que hacer una llamada.

Brittany le oyó salir pero no levantó la vista, y las lágrimas se deslizaron por sus mejillas hasta su regazo. Entonces se recompuso y se levantó de la mesa.

Por más que quisiera dar el gran salto y decirle lo que sentía, no podía soportar ser tan vulnerable. Siempre había hecho todo por sí misma, y ahora se estaba acostumbrando a la protección de aquella mujer. Tenía que alejarse de Santana. Debía protegerse. Tendría que dejarla atrás. Y al bebé.__

La Gestante de la millonaria LopezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora