28. End Game

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(Isabella's Version)

El colchón de la cama hundiéndose a su lado fue lo que finalmente acabó por sacarla de su sueño luego de su siesta de una hora, aunque trató de no evidenciar que estaba despierta, pues seguía sin tener muchas ganas de entablar una conversación con alguno de sus tres compañeros de apartamento, sin contar que Ada se despertaría si se movía demasiado, ya que se encontraba descansando contra su pecho.

Por lo poco que podía deducir, probablemente se trataba de Juani o de Matías, ya que, por más idiota que Enzo pudiera llegar a ser, seguramente no entraría a su habitación sin pedir permiso primero.

No le fue difícil notar cómo luego de algunos segundos, el individuo en cuestión se removió en su lugar, estirando una mano hasta su mejilla para comenzar a acariciarla con bastante delicadeza mientras ella trataba con todas sus fuerzas de no evidenciar que ya no seguía durmiendo, aunque la persona no pareció inmutarse en confirmar si esto era así o no.

Para ese punto, ya quedaba claro de quién se trataba, pues reconocería esas caricias en cualquier lugar y momento. Por más que quisiera seguir molesta, la realidad era que cada roce de aquellos cálidos dedos sobre su rostro se llevaba consigo toda la frustración de hace un rato.

—A veces podemos llegar a ser muy tarados con vos —Matías murmuró, subiendo las caricias hasta su cabello para alejar algunos mechones de su rostro mientras ella trataba de no inmutarse—. Te juro que cuando me imaginé cómo sería todo una vez que estuvieras aquí, jamás pensé que las cosas se complicarían tanto.

Aquellas palabras le parecieron un tanto extrañas, pues no tenía muy claro a qué se refería con eso de que no se lo había imaginado así, pero, al menos en ese instante, se encontraba más preocupada por no evidenciar que estaba escuchando todo lo que el chico decía que por analizar el trasfondo.

—Había muchas cosas con las que no contaba —continuó, sin dejar de acariciar su cabello—. La verdad, ni siquiera estaba seguro de que te fueras a fijar en mí. Y, aunque por alguna extraña razón lo hiciste, no puedo negar que tengo miedo de que deje de ser así —el tono de su voz cambió al decir aquello, pues se volvió más bajo y evidenció por completo la preocupación del castaño—. Además, el otro gil está empeñado en llamar tu atención y aprovecha cualquier oportunidad para tirarte ficha... Me cuesta no pensar que quizás un día de estos logre lo que quiere. Es un boludo, pero no te culparía por elegirlo en algún momento.

Un suspiro se escapó de sus labios, ante lo cual Isabella sintió la necesidad de acabar con su teatro para abalanzarse sobre él y sujetarlo entre sus brazos hasta que se sacara esas ideas de la mente, pero no sabía si aquello sería lo mejor en ese momento. Sus palabras le encogieron el corazón ya que jamás se le cruzó por la cabeza el hecho de que Matías pudiera llegar a sentirse de esa manera, aunque la realidad era que ella le había dado motivos suficientes para que así fuera, pues, por más que quisiera olvidarlo, en un momento de debilidad y confusión había besado a Enzo.

𝐎𝐮𝐫 𝐂𝐢𝐧𝐧𝐚𝐦𝐨𝐧 𝐆𝐢𝐫𝐥 ; Enzo Vogrincic y Matías RecaltWhere stories live. Discover now