Capituló 35

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|César abordó uno de sus helicópteros y de inmediato viajó a dónde habían atacado a su hijo Ángel Montiel, aparentemente le habían informado que estaba herido pero que afortunadamente ya lo estaban atendiendo.|

|A pesar del fuerte dolor que estaba viviendo por el accidente de su esposa, trató de controlar todas sus emociones e ir en busca de su hijo.|

|Todo lo que estaba pasando alrededor de él lo tenía descolocado, preocupado y temeroso, no lograba procesar nada en su mente estaba latente la explosión del avión aún negado de que fuera verdad y que su esposa volviera a su lado.|

|Tenía una rabia alojada en su interior y la sed de venganza empezaba a despertar hacia ese hombre que había destruido poco a poco su vida desde el momento en que puso sus ojos en la mujer qué el amaba.|

|En todo el trayecto no habló, tenía la mirada perdida envuelto en sus propios pensamientos, los hombres a su alrededor solamente lo observaban con curiosidad ya que el temple frío y oscuro en su rostro causaba miedo y preocupación.|

|Después de 40 minutos por fin la aeronave aterrizó en una de las propiedades de máxima seguridad de los Montiel, donde tenían resguardado a su único hijo que estaba siendo atendido por uno de los médicos de cabecera de la familia.|

|Cuándo César ingresó a la propiedad todos los hombres agacharon la cabeza en forma de respeto y también temerosos a su reacción ya que les había confiado la seguridad de su hijo cosa que aparentemente no habían cumplido pero los hombres solamente recibían órdenes deseando que no se descubriera nada de lo que realmente había pasado.|

|También sabían que el emperador iba a investigar por su cuenta quién había sido el autor intelectual del atentado que había sufrido su hijo.|

—¿Cómo te sientes? —le preguntó César a su hijo, ingresando a la habitación donde estaba siendo atendido por el médico y un par de enfermeros—

—Bien papá pero para ser sincero me asusté mucho pensé que me iban a matar afortunadamente mi equipo de seguridad actuó rápido y lograron sacarme de ahí. —mencionó Ángel haciendo gestos de dolor donde le colocaban unas gasas y vendas sobre las heridas que ya estaban siendo tratadas—

—¿Cuántos tiros recibió? —le preguntó al doctor—

—Tres señor, uno en cada pierna y uno en el hombro, afortunadamente pudimos sacarle los proyectiles enseguida y no representan ningún peligro para el, solo va a estar en reposo un par de días administrarle medicamento y vigilar que las heridas cicatricen bien. —le respondió el hombre—

—¿Lograste ver algo? ¿O a alguien?

—Todo fue muy rápido papá, pero estoy seguro que tienen algo que ver los mismos hombres que secuestraron a Sarita. —respondió—

—Es muy raro más bien no parece un atentado, más bien parece una advertencia. —pronunció César, no era ningún tonto algo no le quedaba claro—

—¿Por qué dices eso?

—La gente de Tom no se maneja así.

—¡Y Sarita! ¿Ella vino contigo? —le preguntó Ángel para desviar la plática, viendo la cara desencajada de su padre—

—No... ahorita lo importante es que te recuperes, yo me voy a encargar de buscar información para dar con quienes te atacaron. ahora sí me disculpas tengo que salir. —pronunció el emperador en un hilo de voz y con un nudo en la garganta—

|Se giró para salir de ahí, en eso Ángel a su espalda dibujó una sonrisa en el rostro por todo lo que había provocado, disfrutando del dolor que le estaba causando.|

The Káiser (Reyes de la oscuridad pt2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora