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PROLOGO

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Manada Kaida, Corea del Sur.

Año 1212.

Las velas estaban totalmente prendidas, aventando su brillante luz por todo el lugar. Era el momento de actuar.

—No puedes estar hablando en serio —el alfa soltó una risa sarcástica, no pudiendo asimilar lo que quería hacer el pelirrojo.

El omega simplemente bajó su mirada, mirando su vientre con sumo detenimiento. Su vientre de apenas tres meses se notaba un poco abultado, por lo que pasó su mano en forma de caricia. Nuevamente miró al alfa, colocando una media sonrisa en sus labios.

El lugar estaba oscuro, pero gracias a las luces de las velas era posible verse ambos al rostro y a los ojos. Ambos no querían esto, pero necesitaban hacerlo.

Era su destino, después de todo.

—No hay otra forma, Siwoo —murmuró—. Si no haces esto, cosecharás mas caos y ruina de la que ya existe en ambos reinos. Es lo correcto, mi destino está en morir.

—No... debe haber otra forma —negó rotundamente el azabache, dando pequeñas vueltas por la cabaña—. Apaga esas velas, nos verán y vendrán por nosotros. Encontraré la forma de solucionar esto; tal vez si hablo con mi padre y llegamos a un acuerdo con la manada Kaida nosotros podemos—

—No hay tiempo, Siwoo... —interrumpió.

—¡Eres un brujo, Daeyang! —comentó exaltado, haciendo que el pelirrojo mordiera su labio inferior—. ¡Tienes el poder para encontrar otra jodida solución!

—Uno que ya no puede controlar la magia oscura —corrigió—. Me está consumiendo, Siwoo, y si no hago algo pronto no tendré control de mi cuerpo. Haré cosas malas, para mi reino y para el tuyo. Ya lo viste hace días, ¿quieres verme de esa forma?

—¡No puedo simplemente matarte, Daeyang! No sabiendo que te amo y que ese cachorro en tu vientre es de ambos.

Tanto como el alfa y tanto como el omega quedaron en silencio, simplemente mirándose el uno al otro. Ninguno quería hacer esto, eso era obvio al mirarse a los ojos. Daeyang sabía leer perfectamente los ojos del azabache, y esos ojos rojos intensos pertenecientes a su alfa interno le hacían saber que por él mismo no tomaría tal decisión. Por lo que pensó en una alternativa.

Una alternativa que se negaba a aceptar él mismo. Hizo todo esto por él. Traicionó a su manada Kaida por él, practicó magia oscura por él, lo trajo de la muerte por él. Todo había sido por él, y tener que usar esa opción era inaceptable.

Pero no había tiempo. Jamás lo había para ellos.

—Entonces muere conmigo.

El azabache soltó una risa nasal al escuchar la propuesta del pelirrojo. ¿Morir ambos? Esa era su gran solución a los problemas, a lo que veía.

—Sabes que contigo haría cualquier cosa, omega. ¿Pero de verdad esa es tu solución? ¿Hemos pasado por tanto para que tu solución sea suicidarnos? He pasado desde niño soñando con encontrar mi destinado, ¿y ahora que te tengo lo que buscas es matarnos?

Era entendible la frustración de Siwoo. El omega fue quien arriesgó su propia vida para regresarlo a él y ahora buscaba el suicidio para ambos. Daeyang caminó lentamente hasta tener a Siwoo frente a frente. Bajó su mirada y tomó ambas manos del alfa, sintiendo el típico contraste que ha sentido desde que comenzó con la magia oscura.