No le digas a nadie [Enid GIP]

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Su última carrera estaba apunto de darse, la última que casualmente definiría si se tratase de ella misma, su futuro en las ligas mayores, en un equipo al que las taquillas no se le cayeran las puertas. Camino despacio hasta su habitación arrastrando su mochila a la que se le había roto o una de las mangas minutos antes, sonrió al abrir su puerta y encontrar su cama, siempre tan lista para ella.

A su mente llegó de nuevo aquella chica, se recriminó al pensar de nuevo en ella, con dieciocho años tenía claro que pensar de aquella manera en la que ella piensa a esa morena era prácticamente pecado.

Su hermanastra, había llegado a su vida hace tan solo seis meses, seis meses en lo que había descubierto que su mente podría vagar por zonas muy oscuras si le daba la libertad, Merlina tenía solo catorce años, no era la típica niña, era un poco más introvertida que el resto, difícil de hablar, difícil de convencerla de acompañarla a algún lugar; sacudió su cabeza cuando se dio cuenta por donde iban de nuevo esos pensamientos.

Unos pasos se escucharon detrás de la puerta en el pasillo, se levantó con curiosidad, su madre y su ahora padrastro habían acordado en pasar el resto del fin de semana fuera de casa; hasta donde tenía entendido Merlina iba a quedarse en casa de su madre biológica; abrió la puerta levemente hasta encontrarse con la menor estirando una sábana por todo el suelo.

— Lo siento. Pensé que no había nadie en casa.—dijo cuando se dio cuenta de la presencia de la rubia— Llevaré esto a la sala, para ver unas peliculas, en mi cuarto no hay televisor.—dice, cuando esta apunto de seguir caminando la voz de la rubia la detiene.

— Si, lo siento, creo que eso en parte es culpa mía.—dice, la morena la mira confundida— Mamá me dijo que instalara tu tv, pero he estado demasiado ocupada con el tema de las carreras y...

— No te preocupes, hazlo cuando tengas tiempo.—le dice simplemente.

— No puedo evitar sentirme culpable.—la rubia da un paso hacia adelante tan despacio que ni siquiera es consiente que lo esta dando— Puedes ver las películas en mi habitación...—dice suavemente, dando un paso al costado y dejando la puerta abierta a la vista de la morena.

— No quiero molestarte, seguro te tienes que despertar temprano y...—la morena hace una pausa— Planeo hacer una maraton, mañana no tengo clases, para aprovechar el fin de semana.

— ¿Qué películas verás?—pregunta la rubia mirando directamente una de las manos de la morena donde tiene varios Cd, la morena simplemente levanta la mano y se los muestra— Wow, esas son geniales, no me molestaría volver a verlas.—dice.

— ¿De verdad no va a molestarte?—la rubia asiente y una sonrisa empieza a aparecerle en el rostro cuando la morena empieza a caminar lentamente hasta dentro de la habitación— ¿Cuando tengas sueño, vas a avisarme?—la rubia ladea la cabeza pero luego asiente.

La morena se sienta insegura en el borde de la cama, esperando que la rubia se acerque, la ve caminar hasta ella, con sus shorts deportivos y una camiseta holgada, su cabello despeinado y su mirada casi desinterada era lo que la hacía tan guapa, sacudió su cabeza cuando se dio cuenta que estaba pensando.

— ¿Veremos sin palomitas? Eso es un pecado.—dramatizo Enid, y sin miedo a retroceder mil pueblos toma la mano de la morena y la jala para ponerla de pie— Podemos preparar algo, ven.

— No tengo mucha hambre.—apenas pudo terminar la oración cuando ya se encontraba en la cocina con la rubia, la vio estirarse a su costado, pegando un poco su cuerpo a ella, pudo sentir el temblor cuando no se alejo ni despego su mano de la cintura, cuando tuvo el paquete de lo que parecian unas palomitas para microhondas, se alejó.

Wenclair One shots +21Where stories live. Discover now