Reencarnada en una novela donde su personaje favorito respira y vive.
Se decía era la más bella del continente, la joya más preciada por el Emperador, la reina de los círculos sociales... La bomba de tiempo de Winchester. ¡Se convirtió en la Princes...
Los dos regresaron al Palacio Imperial exactamente 15 días después de la boda.
El día que se marcharon, los sirvientes y el mayordomo jefe del Castillo Grant los despidieron con brillantes sonrisas, como si se sintieran aliviados.
—Adiós.
—Por favor, vuelvan en cualquier momento, estaremos esperando.
Todos dijeron eso, pero internamente deseaban que nunca volvieran.
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Ambos regresaron sanos y salvos a la capital.
Cuando llegaron al Palacio Imperial, recibieron una cálida bienvenida y se dirigieron a la vivienda de la pareja.
El Palacio de la Princesa, anteriormente utilizado por Agnes, fue completamente transformado para los recién casados.
Gracias al trabajo de ampliación, se creó un estudio para Kaylo junto al estudio de Agnes. Por supuesto, no usarían mucho el estudio.
A diferencia del Emperador o el Príncipe Heredero, los dos no estarían ocupados.
Salir y crear recuerdos juntos era lo único que podían hacer la Princesa y su esposo.
De esta forma, la Princesa y su esposo paseaban por el Palacio Imperial como si estuvieran en una cita todos los días.
Al principio, los sirvientes y nobles los miraron con ojos felices.
Una pareja que superó la adversidad y las dificultades hacía felices incluso a quienes los veían. Además, era un amor que ni siquiera la muerte pudo separar.
Sólo escuchar la historia era romántico y hermoso, como un cuento de hadas. Sin embargo, la actitud generosa de la gente no duró mucho.
Hubo un pequeño problema. Incluso en el Palacio Imperial, Kaylo cargaba a Agnes sin dejar que sus pies tocaran el suelo...
—Oh, no es necesario...
—Lo es.
—Ah, ¡me hace cosquillas...!
Las carcajadas de la Princesa resonaban en cada pasillo por la que pasaban.
Y luego...
Los presentes comenzaron a molestarse cada vez más cuando los veían cerca.
—Vaya, deberían detenerse.
—Siento escalofríos.
—¿Por qué diablos hacen eso?
—¿Cuánto tiempo planean continuar así?
Al final, algunos funcionarios imperiales hicieron una declaración directa al Emperador, diciendo que la pareja era demasiado inmoral.
