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"Iré a casa de Bulma. Cuando veas esto, llámame." Te quiere, Vegitto.

Sin embargo, pasados los días nada de eso ocurrió. La fusión se levantaba temprano por la mañana y luego de hacer sus estiramientos matutinos, volaba hasta su casa, pero la nota seguía ahí. Así que volvía de nuevo hasta la casa de Bulma para tomar desayuno con ella.

―nada aún, eh. ― lo vio en la mesa, solo. Tenía todo tipo de comidas dulces enfrente pero no tocaba nada.

― no. ― negó. ― lleva 13 días así. ― miraba fijamente la taza vacía que tenía enfrente suyo, ni siquiera tenía apetito.

Bulma se sentó a su lado y le acarició el hombro para que se tranquilizara. ― no sé si deberías de preocuparte tanto.

― ¿por qué no? ― estaba serio y siempre a la defensiva. ― ¿acaso no recuerdas la última vez que desapareció? ¡peleó con Vegeta y terminó siendo un androide!

Eso la sorprendió. No solo parecía muy enojado, sino que sonó exactamente igual que su esposo. ― ya veo, tienes recuerdos de Vegeta. ― murmuró sorprendida. ― y sientes esa culpa. La culpa que tenía Vegeta cuando Vegita desapareció.

Vegetto asintió, frunciendo el ceño. ― no entiendo nada. Me asusta no saber nada. ― parecía que iba a llorar. ― no sé qué hacer. Ella es la que sabe hacer todo, sin ella y-yo...

― eres muy capaz. ― lo interrumpe, tratando de subirle el ánimo. ― Vegetto, eres impresionantemente fuerte. Tú puedes estar solo, ¡sabes hacerlo!

― ¡ni siquiera sé dónde mi hermana manda a hacer mis trajes! ― se le oía frustrado.

― ¿qué dices?

― todos mis trajes están sucios. ― agachó la cabeza, con mucha vergüenza. ― o si no, rotos. Ella siempre soluciona eso, ni siquiera sé dónde conseguir mi propia ropa. ―se tapó la cara.

Bulma frunció el ceño, se sentía un poco enternecida y trataba de no reír. Lo miró y se dio cuenta. Vegetto siempre usaba la misma ropa, el traje que estaba trayendo estaba manchado con barro y roto en las rodillas, sus guantes se veían desgastados y las botas estaban manchadas de verde. ― corrí con los niños ayer en el pasto. ― explicó, sintiéndose avergonzado de su poca formalidad, trataba de quitar la suciedad del pantalón con la mano, pero esta no salía. ― llevo 3 días con el mismo traje. ― admitió. ― no sé qué hacer. ― agachó la cabeza.

Su exesposa sonrió. ― debiste decírmelo antes. ― suspiró. ― ven, te pasaré un poco de ropa limpia.

Él la siguió, se mantenía con la cabeza agachada. No solía pedirle ayuda a Bulma con cosas así, sabía que ella se la pasaba ocupada. No solo era una mujer muy exitosa e inteligente, sino que también era una madre ejemplar. Tampoco había tenido necesidad hasta ahora, pero sin Vegita cerca se sentía desamparado, como un niño abandonado.

―saca todo lo que necesites. Si hay algo más que se te ofrezca, solo dímelo. Somos familia Vegetto. Yo me encargaré de que tengas más trajes. ― le guiñó un ojo y se fue de ahí.

Encontró unas armaduras saiyajin que se parecían a las que ocupaba su hermana, pero tan solo optó por las botas, los guantes y la malla azul. Trunks solía despertar muy tarde así que se fue, decidido a seguir con su investigación hasta que sus clases comenzaran.

Pocas veces usaba la teletransportación en estos días, sentía que si estaba volando por ahí quizá su hermana aparecía en el aire. Se sentía iluso porque eso jamás había pasado. Voló hasta el monte Paoz, donde vivía su otro hermano, Raditz y Nappa. Estos ahora eran campesinos y vivían cerca de Chichi y Goten. Se dedicaban a plantar y cosechar frutas para luego venderlas, pero jamás dejaban de entrenar.

La Hermana de Vegeta | 2Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora