Capítulo cincuenta y tres.

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Vegita.

—Bueno.. si me pongo a trabajar en las esferas. Tardarían unos 3 o 4 días en volver a tener su luz. —explica Dende.

—no sería mucho. —dice Piccolo, al lado del dios.

—¿¡eh?! ¿¡qué dices!? ¡claro que es mucho!. —reclama Vegitto haciendo una mueca.

—bien, Dende. Te confiamos eso a ti. —Afirma Gohan con una sonrisa, ignorando a la fusión.

— sí, no se preocupen. Con trabajo duro podremos devolver la luz a las esferas y revivir a todos.

—pero si en la Tierra no hay nada ni nadie ¿¡qué es lo que comeremos!? ¿¡dónde dormiremos!?—reclama nuevamente la fusión potara.

Suspiré pesadamente y me agarré la cabeza. Ese tipo es muy molesto.—¡EnmaDaio-Sama!. —hablé al cielo. —¡sé que me escuchas! ¡responde, ahora!

«Tu tiempo se acabó. Uranai Baba fue por ti.».— dijo simplemente.

—¡De eso quería hablarte!¡Dame unos días aquí en la Tierra!

«¡Tú ya perteneces al Otro Mundo!».— se escuchó un poco enojado.

— bastardo, gracias a mí Majin Buu está muerto. Deberías agradecérmelo de algún modo.— No hubo respuesta. Que tipo más molesto.—¡sólo serán unos días! ¡Hasta que las esferas funcionen de nuevo!

«Esos son asuntos del mundo de los vivos. Ya te dije que tú no perteneces...»

—sí, lo se pero si no me quedo estos se convertirán en caníbales.

Lo escuché suspirar pesadamente.—«está bien. Te daré unos días. Al menos hasta que las esferas estén nuevamente activas.»

—¡gracias!

[...]

Ya había pasado el día, ahora era de noche. Agradecía a la difunta Bulma encargarme sus capsulas. Tenía un estuche llena de ellas.

Saqué una casa lo suficientemente grande para que cayéramos todos y también mucha comida y bebida. Ahora todos estabamos acostados, escuchaba como todos dormían profundamente a excepción de los Namekusein, estos fueron a las ruinas del templo para trabajar en las esferas.

Como solamente habían 3 camas grandes había que compartirlas.

Vegitto y Raditz dormían en una, Gohan y Mirai en otra. Y a mí, por elección de ellos, estoy con Trunks y con Goten. Lamentablemente me hicieron acostarme en medio y ellos cada uno a un lado mío. Me abrazaban a más no poder, en especial Trunks. Siempre que yo me alejo o hago algo él se asusta.

Satán, el perro y Buu se fueron. Ni idea de adonde, pero es mejor que verlos aquí. El gordo prometió ser bueno y el viejo juró que lo iba a cuidar.

Suspiré y observé el reloj al lado de la cama. 2:45. Puse mis dedos en mi frente y me teletransporté justo en la puerta de la habitación que todos compartíamos.

Los ronquidos de Raditz y Vegitto no permitieron que los niños despertaran, o eso creí.

—¿Tia Vegita?. —escuché una voz somnolienta.

—Estoy aquí Trunks. Duérmete.

—¿por qué te levantas?

—quería ir al baño.—Mentí.

—Eso es.. —bostezó. —m-mentira.

Sonreí de lado y lo alcé. Estaba 100% segura de que no dormiría si yo no estoy ahí. Lo llevé hasta la cocina en brazos y lo dejé arriba de la mesa. Le preparé leche para que así durmiera. 

La Hermana de Vegeta | 2Where stories live. Discover now