Capítulo Veinticuatro: Los Ojos de Soldier

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Desde aquella misión en la cabaña, Soldier empezó a notar cosas que antes simplemente ignoraba. No era como si lo hiciera a propósito, pero su mente comenzaba a fijarse en detalles sobre Torcher, detalles que lo desconcertaban y lo intrigaban al mismo tiempo.

Todo comenzó esa mañana, durante una pausa en el entrenamiento.

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Torcher estaba sentado en una esquina de la sala de entrenamiento, ajustándose el equipo. Soldier, por su parte, se acercó con una botella de agua, sentándose frente a él.

"¿Por qué siempre llevas esa máscara?" preguntó de repente, inclinándose un poco hacia adelante.

Torcher alzó una ceja, sin levantar la vista. "Ya te lo dije. Es parte de mi equipo."

"Sí, sí, pero no es como si siempre estuvieras en una misión peligrosa. Quiero decir, estamos en la base."

"¿Acaso quieres que me la quite?" respondió Torcher, con un toque de sarcasmo en su voz.

"Pues... no estaría mal," dijo Soldier, aunque su tono era más curioso que atrevido.

Torcher suspiró. Con movimientos lentos, se quitó la máscara y la dejó a un lado. Soldier lo miró en silencio, y por primera vez, se dio cuenta de cuánto detalle había estado perdiéndose.

Los rasgos de Torcher eran fuertes pero armoniosos, con un mentón firme y una herida en el cuello que, en lugar de restarle, parecía agregarle una especie de historia a su apariencia. Sus ojos celestes, fríos y penetrantes, eran lo que más lo desarmaban.

"¿Qué?" preguntó Torcher, frunciendo el ceño al notar que Soldier lo miraba fijamente.

"Nada, es solo que... No sé, tienes una cara interesante," dijo Soldier, sonrojándose ligeramente al darse cuenta de cómo sonaba eso.

Torcher soltó una pequeña risa, algo raro en él. "¿Una cara interesante? ¿Eso es un cumplido?"

"Bueno... sí. Quiero decir, no todos tienen ojos como los tuyos." Soldier rió nerviosamente y miró hacia otro lado, sintiéndose un poco tonto por sus propias palabras.

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Más tarde ese día, ambos fueron enviados a patrullar los alrededores de la base. Era una tarea rutinaria, pero Soldier no podía evitar lanzar miradas rápidas a Torcher. Cada vez que la luz del sol atravesaba las copas de los árboles y caía sobre el rostro de Torcher, sus ojos brillaban con un tono aún más intenso, como si ocultaran secretos que Soldier quería descubrir.

"Estás callado," comentó Torcher de repente, sacándolo de sus pensamientos.

"¿Eh? Oh, solo estoy concentrado," respondió Soldier rápidamente, aunque sabía que su silencio se debía más a que su mente estaba llena de preguntas.

"¿Concentrado en qué? Aquí no hay nada más que árboles y silencio."

"Bueno, sí, pero..." Soldier hizo una pausa y se atrevió a preguntar: "¿Por qué tienes esa cicatriz en el cuello?"

Torcher se detuvo, volviendo su mirada hacia Soldier con una expresión que mezclaba sorpresa y un ligero toque de incomodidad.

"Es... una vieja historia," dijo finalmente, volviendo a caminar. "Algo que prefiero no recordar."

"Ah, lo siento, no quería incomodarte," dijo Soldier, bajando la cabeza.

"Está bien," respondió Torcher, su voz más suave de lo usual. "Tú también tienes cosas que prefieres no contar."

Soldier se quedó en silencio, sintiendo cómo las palabras de Torcher resonaban en su mente. Había más de una verdad entre ellos que aún no estaba lista para salir a la luz.

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Esa noche, mientras ambos estaban en la sala común, Soldier no podía quitarse de la cabeza la conversación de la patrulla. Estaba sentado en un sofá, fingiendo leer un libro, pero su atención estaba completamente en Torcher, quien estaba en la esquina limpiando su equipo.

"¿Sabes?" comenzó Soldier de repente, rompiendo el silencio.

Torcher alzó la vista, esperando que continuara.

"A veces pienso que nunca te he visto relajarte del todo. Siempre estás serio, como si llevaras el peso del mundo en los hombros."

Torcher se detuvo por un momento antes de responder. "Alguien tiene que serlo."

"Sí, pero... ¿qué hay de ti? ¿Alguna vez te das un respiro?"

Torcher dejó su equipo a un lado y miró a Soldier con una intensidad que lo hizo estremecer. "Tal vez algún día."

"Espero estar ahí para verlo," dijo Soldier, sin darse cuenta de lo que acababa de confesar.

Torcher se quedó en silencio, y Soldier, al darse cuenta de sus palabras, se sonrojó y rápidamente fingió estar concentrado en su libro.

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Esa noche, cuando Torcher se retiró a su habitación, no pudo evitar recordar las palabras de Soldier. Había algo en su sonrisa, en su forma de hablar, que lo hacía sentir cosas que no estaba listo para admitir.

Por su parte, Soldier no podía dejar de pensar en los ojos de Torcher, en cómo brillaban bajo la luz. Se preguntó por qué de repente empezaba a encontrarlo... atractivo.

Ambos sabían que algo estaba cambiando entre ellos, pero ninguno estaba listo para enfrentarlo. Por ahora, se conformaban con dejar que las cosas siguieran su curso, aunque el destino parecía tener otros planes.

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