Capítulo 25.

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    Una hora después deque Kretschmann desapareció, comenzaron a sonar metrallazos muy cerca de la casa, Fela sugirió que durmiéramos en el escondite de la cocina, ahí pasamos la noche, solo dormí unas horas, era bastante incomodo dormir con un muerto a unos cuantos metros de mí, me puse a pensar durante la noche, era muy tétrico y pertúrbate tener el cuerpo sin vida de una mujer en la casa, pero no podíamos hacer nada, solo esperar al día siguiente y al siguiente a que Kurt viniera, y de pronto me había puesto a pensar en él y en el beso que me dio en la frente, fue algo...Bastante incómodamente bueno para ser dado por alguien como él.

20 de agosto, 1942.

Podía suponer que eran como las dos de la tarde, aun no salíamos del escondite y estaba acostada boca arriba con las piernas recargadas en la pared, mirando al techo, mientras que Fela revisaba las cajas que habían ahí, había latas de comida y un estanque pequeño con agua, estaba fastidiada del encierro y del llanto constante de Fela, el ruido de las latas que producían Fela al mover las cajas estaba volviéndome loca, yo solo la miraba sin que ella se diera cuenta y ponía los ojos en blanco. Cuando perdí los estribos y gire a mirarla de frente.
— ¿Quieres por favor dejar de hacer ese ruido? — demande molesta, ella rápidamente giro el cuello a mirarme con los ojos húmedos. — ¡Es tedioso! — exclame sin tenerle compasión por lo que sentía y luego volví a mirar el techo.

— Pronto la comida se acabará y el cuerpo comenzará a hacer algo no muy agradable. — dijo Fela entre sollozos.
— Por favor, ya deja de decirlo. Apenas ha pasado un maldito día, murió ayer, no apestará hoy — dije pedante.

— Pronto lo hará.

— Si, pues resiste hasta mañana — sentencie.

— ¿Mañana vendrá Kretschmann y nos sacara de aquí? — pregunto con la voz entre cortada
— Si — le dije a ella y a mí misma también mientras me tocaba el cabello.
— Si, saldremos de aquí, nunca más volveré a sentir dolor. — Se dijo así misma pasándose frente a la puerta.

Seguía mirando el techo, cuando de pronto se escuchó un ruido, Fela también lo escucho y pegó la oreja en la puerta. — ¿Qué es ese ruido? — pregunto Fela.

Me levante de la posición en la que estaba y me acerque a la puerta de igual manera, y seguían tocando la puerta. Yo me quede unos segundo con el oído pegado en la puerta cuando me percaté de lo que era el ruido
— ¡Están tocando la puerta! — exclame.
Fela sonrió y de un jalón quiso abrir la puerta.
— ¿Que estás haciendo? — pregunte exaltada deteniéndola.
— Voy a abrir la puerta.
— No — sentencie.

— ¡Es Kretschmann! — Grito
— No Fela, Kretschmann vuelve mañana, ¿Qué pasa si no es él? — conteste bajando el tono de mi voz.

Fela se quedó pensante unos segundos, me miro y camino hasta el catre donde se sentó, mientras que los golpes de la puerta se escuchaban más fuertes y recurrentes. De pronto un golpe fuerte y resonante se escuchó afuera, la sangre se me congeló.

— ¡Buenas Tardes! — gritaron desde afuera una voz que no conocía, pero si aquel acento que me ponía la piel de gallina, el miedo me atrapó rápidamente.

— ¡Carajo! — exclame cuando el pánico se apoderó de mí. — Alguien entro a la fuerza.

Fela empalideció y mis rodillas temblaron.

— ¡¿Que vamos a hacer?! — Grito.
— Shhh — tape su boca. — Quedarnos aquí, sin hacer ni decir nada — susurre de lo más bajo y Fela asintió. Solté su boca y volví a pegar el oído a la puerta.

No escuchaba absolutamente nada, solo pasos de aquí a allá. Los pasos se fueron escuchando más cerca, alguien había entrado a la cocina, cuándo el extraño comenzaba a lanzar los platos de cerámica contra el suelo, Fela lloraba sentada en el catre, mientras que yo rogaba para quien fuera que fuese ese extraño se marchará sin descubrirnos.
Sus gritos se escuchaban perfectos, pero en otro idioma, al oírlos mi presión se disparo y lo confirme.

La Sombra Del Holocausto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora