Capítulo 4O.

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La mirada pérdida y cristalina, a la defensiva todo el tiempo, siempre cubriéndose las piernas y siempre gimoteaba como si algo fuese a sucederle, ella comenzaba tenerle miedo a todos los que caminaban cerca de ella. — ¡No me toques! — Grito Fela con temor al querer Ruth acercarse a ella, después de esto Ruth intento acercarse de nuevo a ella y solo se ganó un empujón, y mi molestia, camine hasta donde estaba me pare frente a ella la levante de los hombros y le di unas sacudidas.

— ¡No vuelvas a empujarla! ¿Me entiendes?

—Quería hacerme daño. ¡Déjame, Suéltame no me toques! — Bramó como si estuviese Matándola.
— ¡Fela, por favor reacciona! Soy yo...

Fela no me miraba a los ojos y seguía sin parar de sollozar, le temblaba todo el cuerpo al igual que los dientes, los que castañeaban. — Sé que lo que te paso fue horrible, ni siquiera puedo imaginarme tu trauma y tu dolor, pero necesitamos estar juntas para esto... Por favor Fela, abre los ojos y date cuenta de las cosas, no estamos para que te lamentes, ¡la guerra aún no Termina! Por favor...

— Solo Suéltame — Chillo en voz baja mirando hacia otro lado. La resignación me gano, la solté y lleve a Ruth hacia la cocina. Pensé; » ¡Se está volviendo loca!«

Nunca pude entender la sensación y trauma que se impregnó en el alma de Fela después de aquel ataque, una violación sonaba algo grave, pero a vivirla en carne propia era algo diferente de explicar, y nunca pude preguntarle lo que se sentía pues en su mirada y expresión del rostro lo decía todo y al mismo tiempo nada, lo único que logro ese ataque fue ganarme el odio y repudio de Fela y a su vez Wilm Goldschmidt se ganó el mío.

Fela me odiaba, odiaba a todos, no duro mucho con la mirada pérdida y el cuerpo tembloroso, eso se había ido, pero ahora siempre tenía caras largas y lloraba todo el día. Alaric trataba de entender lo que le sucedía pero ella simplemente lo evitaba, el aun no sabía lo que le había sucedió, y yo no iba a decírselo, trataba mal a Ruth y a todos los demás, dejó de comer y quejarse de las desigualdades habituales que había en el campo.

Con el cabello cenizo, la cara sucia y su nuevo habitual humor, ella estaba en los cuartos llorando sin que nadie se diera cuenta excepto yo, que Fela ignoraba que yo estaba ahí parada de tras de ella. Alaric enseguida apareció, el dio giro de cabeza y me miro, frunció el ceño e hice un ademan colocando el dedo índice en mi boca para que este no dijera nada, camino hasta mí y me susurro al odio. — ¿Cómo ha estado? — pregunto mirándola.

Negué con la cabeza. — Igual. — Conteste sin ánimo. — Tú tienes que ayudarla.

— ¿Cómo? — Exclamo. — Si no me dices que le sucede, no me dices que le sucedió. No puedo hacer nada, Norah, tienes que decirme.

— No puedo. — dije soltándome en lágrimas. —Obviamente es algo malo. Mira nada mas como te pones.

Levante el rostro para enfrentarlo.
— Ve con ella, quizá esta vez te lo diga.

El dio una sonrisa resignada, beso mi frente y camino hasta Fela acarició su brazo lentamente y Fela se aproximó a quitarse y evitarlo.

— ¿Qué quieres? — Bramó en tono duro.
— Fela, por favor no me rechaces...

— Vete.

— No. — Dijo rotundamente. Fela giro a mirarlo con el rostro mojado.
— ¿No entiendes los desdichada que soy, eh, Alaric? — Contesto aclarando su nariz.

— ¿Cómo puedo saberlo si no me dices nada? — Exclamo desesperado. — ¡Ya no hablas conmigo, me rechazas y evitas todo el tiempo y no sé porque! ¿Y sabes que, Fela? Eso me duele.

La Sombra Del Holocausto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora