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Eran la 1:00 am. El local estaba lleno. Yo estaba con Dinah bailando y haciendo el tonto en la pista. Hacía un rato que había perdido de vista a Ally y a Normani. Lauren había salido fuera con Matthew, no quiero imaginarme para qué.

De pronto, vi cómo Lauren entraba al local y se dirigía a toda prisa hacia la parte trasera, donde habían unas pequeñas mesas escondidas tras los pilares. Extrañada, esperé unos minutos a que Mani y Ally regresaran y entonces fui tras ella. Me la encontré sentada de espaldas, mientras bebía un chupito. Cuando me senté a su lado, me di cuenta de que estaba llorando.

-Hey, Lauren... -dije abrazándola-.

Ella se desmoronó en mis brazos. Hacía tiempo que algo así no ocurría, últimamente todas estábamos muy felices. Esperé unos minutos a que mi compañera se repusiera mientras le acariciaba la espalda con cariño. Finalmente, ella levantó la mirada. Para mi sorpresa, estaba llena de ira.

-Matt no quería darme ninguna sorpresa -sollozó-. Todavía no me puedo creer lo que me ha hecho...

-Vamos, explícame -la animé-.

Ella se separó un poco de mí y se limpió las lágrimas haciendo correr su maquillaje.

-Su padre ha muerto.

Alcé las cejas.

-Por eso ha venido -dijo-. El entierro es pasado mañana, ha venido para convencerme de que vaya con él.

-Pero eso es imposible... trastocaría toda nuestra agenda faltando un miembro de Fifth Harmony -"Y también la de Camren", pensé, pero no me atreví a decirlo-.

-¡Lo sé! ¡Se lo he dicho! Pero él se ha cerrado en banda. Me ha dicho que ha venido aquí especialmente para contármelo y que debo de valorar eso. ¡Y yo lo valoro! Lo que él no entiende es que eso no cambia nada. Ni que me hubiera regalado la luna, tampoco podría hacer lo que me pedía.

-¿Por eso estás tan enfadada?

- Verás... siento como si su viaje haya sido una especie de soborno para convencerme, o incluso un pago, para que yo estuviera obligada a aceptar, o a darle algo a cambio. Camila... yo le quiero, y es normal que esté destrozado por la muerte de su padre, pero eso no le da derecho a tratarme así, como si yo no tuviera ni voz ni voto para escoger libremente mis decisiones.

Pedimos más rondas de chupitos, sobre todo Lauren, que necesitaba desinhibirse un poco.

-¿Dónde está Matt ahora? -pregunté-.

-Se ha ido a casa de unos amigos que tiene aquí. Mañana vuelve a Miami.

-¿Habéis roto?

-Eso es lo que a ti te gustaría -respondió pícaramente. Obviamente los efectos del alcohol estaban dando sus frutos. Pensé que distraerla le sentaría bien, por tanto, volví a seguirle el juego.

-No creas. Lo único que me importa es que siga habiendo tensión sexual Camren, y de eso hay con Matthew o sin él.

Su rostro se puso repentinamente serio ante mis palabras. Me asusté. Quizá me había precipitado diciendo algo tan significativo, creyendo que Lauren ya estaba del todo ebria.

-Voy a tomar el aire -se limitó a decir mientras se levantaba-.

"Mierda". ¿Acababa de cargarme Camren? Mi corazón se encogió. "Tengo que arreglar esto". Me levanté bruscamente hacia la salida y evité encontrarme con el resto de las chicas, que seguían bailando ajenas a todo. Una vez fuera, avisté a Lauren a lo lejos, tumbada en el césped de un parque. Pronto llegué a su lado.

-Túmbate -me pidió, y así lo hice. Estaba realmente confundida ahora mismo.

Me volteé un poco, apoyando la cabeza sobre mi puño para verla mejor. Era una noche fresca y ella apenas llevaba una fina blusa.

-¿Tienes frío? -le pregunté-.

Lauren no respondió.

-Dinah trajo su chaqueta. Voy a buscarla -dije mientras hacía ademán de levantarme, pero ella agarró mi brazo y me miró fijamente.

-Camz, quiero que me beses.

Me quedé en shock. Dejé de sentir mis brazos, mis piernas, o cualquier cosa que estuviera a mi alrededor. Sólo sentía mi pecho latir a mil por hora, golpeándome como un pesado martillo. Pasaron los segundos más largos de mi vida. Mi boca no podía hablar, mi mente estaba colapsada. Tras unos instantes de silencio incómodo, Lauren volvió a hablar.

-Camila.

-Yo... ¿Qué...? -tartamudeé-.

-Estoy triste.

-Triste y borracha, Lauren.

Era eso. Simplemente estaba de alcohol hasta las cejas y yo no podía permitir cometer un error tan grande; un error como besarla. Si Lauren llegara a recordarlo al día siguiente, Camren podría quedar con una fea marca, una herida, incluso destruirse por completo. Debía actuar con responsabilidad.

Sin embargo, mientras divagaba sentí una mano acariciando el cuello de mi camisa. Seguidamente lo agarró y tiró de mí con suavidad.

-Para -dije con toda la firmeza que pude. Pero ella siguió tirando de mi cuello, acercándome a su boca.

-Lauren, no podemos -insistí, resistiéndome-.

Ella no hizo caso. Al ver que yo no cedía, fue ella quien se acercó más hacia mí. Me eché atrás todo cuanto pude, hasta que mi espalda estuvo pegada al suelo. De pronto, ella se inclinó sobre mí, reposando parte de su peso. Estaba entre la espada y la pared. No podía besarla. No podía. Empecé a forcejear para intentar liberarme de su peso, pero entonces ella atrapó torpemente mis muñecas con una de sus manos, mientras llevaba la otra hacia mi frente, recorriendo mi pelo seguidamente.

Empezó a inclinar su rostro sobre el mío. Mis barreras comenzaban a agrietarse. Su peso dificultaba mi respiración, aunque eso apenas me importaba ahora. Sentí sus labios sobre mi mejilla. La besó repetidamente, con lentitud, sin despegar nunca del todo sus labios de mi piel. Volvió a recostar su mano sobre mi frente. Hice un último esfuerzo para incorporarme, en vano. Como respuesta, obtuve el mayor de los castigos: un beso en los labios. Se presionaban contra los míos con decisión, sin flaquear. Primer beso. Segundo. Tercero. Todos escuetos, sencillos, ligeros. Cuarto. Quinto. Dejé de resistirme a partir del sexto. El séptimo se lo devolví. Tras el octavo, perdí la cuenta, porque ese ya no fue escueto ni ligero. Deslizó sus labios con dedicación, sin separarlos jamás de los míos, mientras yo me sincronizaba con sus movimientos. Jadeé. Separar los labios fue mi perdición. Lauren no desperdició la ocasión, capturó mi labio inferior y lo chupó. Antes de poder reaccionar, su lengua ya había cruzado la frontera de los dientes, asaltando la mía, retándola a un duelo. Sus labios me contaminaron, ahora estaba tan intoxicada como ella.

Abrí mi boca ferozmente. Ya no era sólo un duelo entre nuestras lenguas, sino una lucha completa, entre nuestros jadeos, nuestros suspiros erráticos, nuestras caricias salvajes, descontroladas, que intentaban explorar ansiosamente cada zona del cuerpo de la otra. Quería sentirla más cerca de mí. Todavía más. Gemí de frustración. Ella me besó más ferozmente y respondió con un suspiro gutural ahogado en su garganta; ella comenzaba a perder sus estribos, y yo se lo permití. Deslizó su mano bajo mi camiseta hasta acariciar la suave piel de mi cintura.

-Lauren... -gemí de placer en sus labios-.

-¿¡Dónde estáis, bebitas!? -escuché gritar a lo lejos-.

"La madre que te trajo, Dinah".

The Boom • CAMREN •Where stories live. Discover now