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Nos encontrábamos cenando en un lujoso restaurante. Varias veces nos habían llamado la atención por ser un poco escandalosas... Dinah era la culpable de todo.

- ¿Pero cómo se sujetan estos mierda palos? -se quejó la polinesia-.

- La pregunta es: ¿cómo demonios no has aprendido a usarlos todavía? -dijo Lauren exasperada-.

- Y tú te haces llamar China... -me burlé de la ironía de su mote-.

- Qué graciosa eres, Mila -contestó ella con un rostro inexpresivo-. De verdad.

- ¿Sí? -le seguí el rollo-.

- Mucho. Muy graciosa, te lo juro.

- Ay calla, que me dan ganas de achucharte -dije fingiendo ponerme roja-.

- A ver, Dinah -intervino Ally, que estaba sentada a su lado-, fíjate en mis dedos y copia mis movimientos -empezó a manejar los palillos con habilidad-.

- ¡Allycat al rescateeee! -se burló Lauren esta vez, haciendo que Normani y yo estallásemos a risas.

El maître volvió a llamarnos la atención.

- Señoritas, les ruego por favor que moderen su tono, incomodan a los clientes.

- Claro, disculpe -dijo Ally rápidamente mientras tiraba la toalla con Dinah, que seguía farfullando-.

- Discúlpeme a mí también, señor camarero -dijo Dinah-. ¿Podría si es tan amable de traerme un tenedor, por favor?

- Es que, verá... -vaciló el maître-, no usamos ese tipo de utensilios aquí...

- Se llaman cubiertos. Es lo que usa la gente para comer -repuso enfadada-.

- Lo comprendo señorita, pero...

- ¿Me está diciendo que no tiene ningún tenedor por ahí que pueda darme? -la polinesia no daba crédito-.

- Pues no, señorita...

- ¿Pero cómo diablos come aquí la gente? Normal que estéis tan flacos.

Dinah se comió el resto con las manos. Admito que me dio un poco de envidia... Al cabo de un rato, el móvil de Lauren sonó.

- Es Matt.

- Contesta. Que se disculpe un poco más, que se arrastre, y luego perdónale -dijo Normani, que era toda una entendida con bastante experiencia-.

- Ahora vuelvo -dijo Lauren levantándose-.

- Espero que lo arreglen... -confesó Ally-.

- Yo también -dijo Dinah mientras chupeteaba sus dedos-, aunque tampoco es que me pareciera muy disgustada estos días.

Entonces recordé aquello que me dijo Lauren sobre su sentimiento de indiferencia, cuando me confesó que probablemente le pediría tiempo a Matthew. Yo deseaba que lo hiciera. Honestamente creo que una relación sin pasión es una relación muerta.

Pronto, Lauren regresó. La miramos con expectación mientras se acomodaba en su asiento.

- Le he perdonado.

***

Cuando terminamos de cenar salimos a dar un paseo por las vastas calles de Pekín. Hacía buen tiempo, era una bonita noche. Sin embargo, yo me sentía algo inquieta por la decisión de Lauren. Cuando las chicas parecían avanzarse un poco, hice que Lauren se quedara atrás conmigo.

- Lo sé, lo sé... -suspiró ella-. Quieres una explicación.

- No pretendo juzgarte, sólo quiero saber tus razones -dije con sinceridad-.

- El problema es que ni siquiera yo sé por qué lo he hecho -confesó-. No quiero romper con él porque creo que no quiero quedarme soltera.

- No lo entiendo. Has pasado mucho tiempo sin novio y has estado perfectamente -argumenté-.

- Cierto, he estado mucho tiempo sin pareja. Quizás he echado de menos tener una relación, tanto su factor emocional como... bueno... -vaciló-.

- ¿Como el factor físico? -la ayudé-.

- Sí. Los besos, las caricias... Con Matt había recuperado todo eso y ahora me da miedo perderlo -suspiró-. Nuestra vida es tan estresante a veces, Camz...

- Lo sé. Entiendo que eches de menos algo de cariño físico, no tienes de qué avergonzarte -le sonreí. Ella me devolvió la sonrisa-. De hecho, eso explica que te abalanzaras sobre mí el otro día -dije traviesa-.

- Mmm entonces a partir de ahora, cuando me entre la necesidad física, ¿tú vas a saciármela?

- Depende... -esto era divertido. Y excitante-.

- ¿De qué depende?

- Yo puedo resistirme a tus encantos hasta cierto límite, ¿sabes? Soy humana...

- No me digas -sonrió, pícara-. ¿Y cuál es exactamente ese límite?

- No sabría decirte -dije mientras me acercaba a ella-. Tendrías que ponerme a prueba.

La cogí de la mano juguetonamente mientras caminábamos. Ella tiró de mí hasta que quedamos pegadas, soltó mi mano, pasó su brazo por mi cuello y acercó su boca a mi oído.

- Qué traviesa eres...

Mi cuerpo se estremeció ante el leve contacto de sus labios sobre el cartílago. De repente, en un movimiento ágil, ella sujetó mis piernas y me levantó del suelo, llevándome como si fuera un bebé. Ahogué un grito, me pilló completamente desprevenida.

- ¿¡Estás loca?!

- Así es cómo la llevaré a su lecho, madame -dijo con voz solemne tras cruzar las puertas del hotel-.

- ¿En serio? ¿Has pasado de matona sexy a príncipe azul? -reí-.

- Efectivamente. Ahora es usted mi princesa.

Habíamos pasado el vestíbulo donde varias personas nos miraron, pero yo no sentí vergüenza alguna. Sólo podía pensar en los fibrosos brazos de Lauren sujetándome, llevándome hacia la suite donde las otras chicas probablemente ya habrían llegado. Yo me aferraba firmemente a su cuerpo, pasando un brazo por su nuca y agarrando su cazadora con mi otra mano.

Subíamos por el ascensor. Podía observar su rostro con minuciosidad debido a la cercanía. Sus facciones estaban relajadas, confiadas, seguras.

- Qué guapa eres, Lauren.

Sonrió.

- Directo y sutil. Me gusta.

Forcejeó con la llave de la puerta hasta que, como por arte de magia, consiguió abrirla conmigo en brazos. La habitación estaba vacía, las chicas debieron de quedase en el minibar. Lauren tiró la llave al mostrador con destreza. Se encaminó hacia mi cama y me recostó en ella con suavidad.

- ¿Soy un buen príncipe, o no?

- El mejor que he tenido nunca -dije con una suave sonrisa-.

Para mi sorpresa, ella se inclinó y besó mi frente tiernamente. Me encantaba su faceta cariñosa.

- Princesa mía...

- ¿Qué...? -susurré-.

- ¿Te importaría...

- ¿Sí?...

- ...si te dejo un momento? Me estoy haciendo pis.

Solté una carcajada y ella fue corriendo teatralmente al baño. Entonces, tumbada desde mi cama, vi un papel en el suelo, al lado de la mesita de Lauren. Me levanté para recogerlo y dejarlo sobre el mueble, pero cuando le di la vuelta... Era el dibujo que Jin había regalado a Lauren. Mi corazón se encogió. Tan sólo había una cosa dibujada.

Era yo.

The Boom • CAMREN •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora