Capítulo 18

143 13 10
                                    

Narra Natsuki

Oh no, ya es el segundo. Ahora sí sabemos que es peligroso hasta yendo acompañados. Hoy hemos ido a ver a Gabi al hospital ya que Feemina nos lo dijo ayer a las 12 de la noche. Está en el mismo pasillo que Sol y que Víctor. Esto no me gusta. ¿Pretenden aniquilarnos a todos?
No puede ser. Hemos vuelto a pasar la tarde con el lesionado. Ahora estamos en la entrada del edificio Riccardo y yo.

Riccardo: Voy a llamar a mis padres y que nos lleve el chófer a casa. No vamos a asumir más riesgos.

Yo: Vale.

Tiene razón. Es peligrosísimo.

Riccardo: (...) ¿Eh? Ah, no, por nada... (...) Sí, sí. (...) Vale.

Me mira horrorizado.

Yo: ¿Qué pasa?-Pregunto asustada.

Riccardo: Han llevado la limusina a arreglar por no sé qué del motor, y mis padres está fuera, cada uno con su coche.

Yo: Eso quiere decir que...

Riccardo: Lo siento, pero es que no quiero que se monte la del siglo si le cuento todo a papá y mamá.

Yo: Sí, tienes razón. Por ahora es mejor que no lo sepa nadie.

Así que nos cogemos de la mano y caminamos juntos. Muy juntos. Me acompaña primero hasta mi casa, luego... Pfff, no sé que podrá pasarle. Será mejor que se quede a dormir en mi casa. No hay alternativa.

Estamos en una callejuela. Esto parece el lugar perfecto para que aparezcan los malos, como en las películas. Aligeramos el paso. Ya no importa.

???: Vaya, vaya... Natsuki, ¿me recuerdas?

Esa voz... ¡El chico de aquella noche! Y le acompañan un obeso y otro más delgado.

Yo: ¿Quién eres y qué quereis?

???: Me llamo Cenizo, Cenizo Rucker. Y ellos son Clementino y John.

Veo que tienen marcas en los brazos y uno un... ¿mordisco? ¿En el moflete?
Las tres farolas que hay les alumbran perfectamente.

Cenizo: Bueno, ésta es la parte en que te secuestramos y en que él se aparta de nuestro camino. Clementino, John.

Riccardo: ¡Ni lo soñeis!

Pero son dos. Le agarran por los brazos y saca cada uno un cuchillo. Se lo clavan en las manos.

Yo: ¡Parad!

Cenizo: Voy a por ti, chica...

De repente, suena una música de la nada. Me recuerda a unos dibujos que veía de pequeña... Pero no sé a cuáles...

???: ¡Ajajaja! ¿Buscais problemas?

???: ¡Pues escuchad nuestro lema!

???: ¡Tachááán! ¡Bien dicho! Venga, cortad el rollo.

Se para la música.

Los dos que hablaron primero: Joo...

Estamos todos alucinando.

Cenizo: ¿Qué clase de subnormales sois vosotros?

Sus dos compinches se ríen de la gracia. A Riccardo y a mí no nos hace ni una pizca.
La luz ilumina a los tres misteriosos. Muy curioso, van vestidos del mismo color de su pelo y sus ojos. ¡Qué raro!

???: Bueno, venga. Dejadles en paz.

Cenizo: Y si no, ¿qué? ¿Qué vas a hacer, rosita?

El de amarillo saca un balón de no sé dónde, y veo que la de verde, igual. La de rosa se aparta.

La de rosa: Bueno, si no vais a ceder...

Levanta la mano. Los otros dos chutan el balón con tal fuerza el uno contra el otro que cuando chocan producen una especie de onda expansiva que nos tira a todos, aunque ellos tres parecen ni imutarse.

El de amarillo: Te vas a enterar. ¡Toma!

Chuta contra Clementino y lo mismo hace la de verde contra John. Corro a quitarle los cuchillos de las manos a Riccardo.
La de rosa se me acerca y me extiende dos vendas. ¿Están preparados con todo, o qué? ¿De dónde sacan tantas cosas?

Cenizo: ¡Entrometidos! ¡Lo pagareis caro!

La de verde: Ja, lo que digas, capo.-Y escupe al suelo.

Cenizo: Grrr... ¡Retirada!

Pero sus camaradas parecen incapaces de moverse. Los agarra y se va arrastrándolos.

La de verde: ¿Puedo...?-Dice mientras hace un gesto con la mano, dando a entender que quería lanzarles otro tiro.

El de amarillo: Nah...

Riccardo y yo nos miramos.

Yo: Gra-gracias...

Riccardo: ¿Quiénes sois?

???: Yo soy Ágata.-Dice la de rosa.-Y ellos son Ámbar y Esmeralda.-Señala al chico y a la peliverde.

Riccardo: ¿Cómo sabíais que necesitábamos ayuda?

Ámbar: Querido, nosotros lo sabemos casi todo.

Ágata: Así es. Aunque vosotros no nos conozcais, nosotros sí os conocemos.

Yo: ¿Qué quereis de nosotros?

Esmeralda: Na'.

Ámbar: Exactamente. Nada.

Yo: Entonces, ¿por qué nos ayudais?

Ágata: Verás, porque no podemos permitirnos que os pase nada.

Riccardo: ¿Y eso?

Esmeralda: Pues porque...-Pero Ámbar le tapa la boca.- ¡Oye!

Ámbar: No hables de más, anda.

Yo: ¿Y a qué instituto vais? ¿Sois de por aquí?

Se miran y se ríen.

Ágata: No, cariño, no somos de..., bueno, sí y no. Sí somos de Japón, pero no vamos al instituto.

Esmeralda: Porque somos...

Ámbar: ¡Cállate!-Le vuelve a tapar la boca.

No quiero empezar una conversación incómoda, así que les pregunto si quieren venir hasta mi casa para agredecerles su ayuda.

Ámbar: No. No te preocupes, no hace falta.

Ágata: Además, ya tenemos que irnos.

Riccardo: ¿Adónde ireis?

Yo: Eso.

Ágata: Bueno, eso, chicos, ya no podemos decíroslo. Pero me da a mí, que ésta no será la últila vez que nos veamos.

Esmeralda: ¡Los de antes vuelven por ahí!

Grita la muchacha. Riccardo y yo nos giramos y nos quedamos mirando un ratito para asegurarnos de que no había nadie. Al volver la cabeza, ya no estaban. ¿Cómo han desaparecido tan rápido?

Riccardo: ¿Habrá sido un sueño?

Yo: No creo. Pero vamos hasta mi casa antes de irte a la tuya, que voy a cambiarte las vendas. Mira tus manos.

Las tenía todas llenas de sangre.

Amor de amores (?)Where stories live. Discover now