Capítulo 52

94 8 8
                                    

Narra Víctor

El entrenador Evans nos guía hasta el mirador de la ciudad de Inazuma.
El ocaso ilumina débilmente la ciudad y la luna empieza a dejarse ver en el cielo que algunas estrellas se atreven a manchar.

Todo el equipo está allí. A mi lado, Megan, que me agarra de la mano como si me estuviera cayendo por un precipicio y no me quisiera soltar.

Yo: Psst, Megan... - Susurro. - No me aprietes tanto la mano...

Megan: ¡Cállate, coño!

Los que están más cerca de nosotros dirigen sus miradas curiosas para averiguar qué había sucedido, pero claro, ya todos conocemos a Megan...

El entrenador, el señor Froste, el entrenador Sharp y Axel Blaze se ponen de cara a nosotros en frente de la barandilla desde donde se otea el panorama urbano.

Entrenador Evans: Chicos, no estoy seguro de lo que pueda pasar a partir de ahora, pero puede ser peligroso. Si no estáis seguros de lo que vais a hacer, por favor, no os obligamos, retiraos.

Narra Bailong

Yo no conozco mucho a esa Natsuki, pero si Megan va, yo no me puedo quedar atrás.

Narra Gabi

Sé que ahora mismo no estoy bien para jugar o para cualquier desafío físico; sin embargo, si puedo brindar apoyo moral, iré hasta donde llegue.

Narra Arion

Se me forma un nudo en el corazón. ¿Qué nos querrán decir?

Narra Riccardo

Parece que al fin van a mover pieza.

Entrenador Sharp: Posiblemente no nos creáis, pero, como os hemos dicho antes, hemos tratado con anterioridad con esta... Gente.

Axel Blaze: Fue hace mucho tiempo. - Noto que el señor Froste baja la cabeza. - Tuvimos una especie de "encuentro". Intentamos mantenerlo en secreto tanto tiempo como pudimos como gratitud por aquello que habían hecho.

Entrenador Sharp: Sí, fuimos unos inocentones de primera, a pesar de que, en realidad, ellos mismos nos habían advertido que cobrarían la deuda más adelante, porque se debía mantener un "equilibrio".

Axel Blaze: Por aquel entonces, éramos tan solo unos niños y no nos parábamos a pensar tanto esas cosas. Por lo que no le dimos importancia al asunto y terminamos por confinarlo a un rincón apartado de la memoria.

Entrenador Evans: Pero hace poco, cuando lo acontecido con el Sector L empezó a causar el caos, a Jude le resurgieron de entre el olvido aquellos individuos. Esa especie de presentimiento nos tuvo en vilo esas semanas intensas, hasta que su aparición fue inminente.

Axel Blaze: Nosotros los vimos en el momento final en el que os salvaron de la paliza callejera que os iban a dar aquellos abusones del Sector L. De hecho, no penséis mal, íbamos a ayudaros, pero en cuanto los vimos ante vosotros, no pudimos evitar hacernos a un lado y esperar.
Efectivamente, habían vuelto.

Numerosas preguntas rondan por mi mente en este momento, pero parece que mi cerebro no encuentra las palabras adecuadas y, cuando lo hace, es la boca quien no se atreve a articular ningún movimiento y de la que no sale el más mínimo sonido.

Una de ellas es, si mi corazonada no me lleva por mal camino, ¿qué es lo que Shawn Froste tiene que ver en todo esto? Porque me he percatado de que ha sido el único de los cuatro que, con la mirada perdida en el suelo, no trató el tema ni apuntó el más mínimo detalle sobre el asunto.

Parece que a todos nos ocurre lo mismo, porque nadie se atreve a romper el hielo en el fúnebre silencio que nos aborda ahora mismo.

La brisa veraniega agita ligeramente las hojas de los árboles del parque.

El señor Froste da un paso adelante.

Sr. Froste: Seguramente os preguntáis qué hago aquí.

Jude le pone una mano en el hombro y Mark le aconseja no hacerlo si no tiene los ánimos para ello.

Sr. Froste: No importa, chicos, en serio. - Dirige sus ojos con parsimonia hacia nuestras caras impertérritas. - Yo soy el culpable.

Todos: ¿¡Quééééé!?

Al final logramos soltar el gran interrogante.

______________________________________

Narra el Narrador

Cámara de conferencias al pormenor de la Suma Sede Existencial. Alrededor de una mesa redonda están colocadas varias sillas atercipeladas. La estancia, de un tono amarillo pastel, tirando más al resplandor del oro que al pesado pastel, contaba con dos filas de columnas corintias de arista viva que acertaban a transmitir una sensación celestial. La iluminación procedía, nada más y nada menos, de unos candelabros barrocos que colgaban del techo.
Las únicas ventanas que había, una frente a la otra, en las paredes opuestas, la izquierda y la derecha, en la habitación cuadrada, mostraban el cosmos tras sus cristales.

Ágata y Ámbar, sentados cara a cara en la mesa, discuten un tema reciente.

Ámbar: Ágata, esto es algo injusto...

Ágata: (...)

Ámbar: Entiendo lo que sientes pero... Por esta vez podríamos...

Ágata: No. Eso queda terminantemente prohibido. Nunca, y repito, nunca, vamos a devolver nada por las buenas. Si les has contado lo que creo, sabrán de tu supuesto error.

Ámbar: Tan solo se lo he mencionado...

Ágata: Me da igual. Lo saben. Les suena. ¿Sabes qué es eso, Ámbar? - Pregunta en un tono irritado. - Mancha. Es una mancha en nuestro expediente impecable de años de asistencia y trabajo sublimes. Por un momento te has parado a pensar... ¿Qué inimaginable consecuencias nos acarrearía eso? Sabes la primera ley de todas de la la Suma Constitución Existencial, ¿no?

Ámbar: La Suma Sede Existencial simepre tiene la razón.

Ágata: Exacto. Dos errores son inadmisibles en cualquier ámbito de la SSE.

Ámbar: Pero esos muchachos... Hay algo que se les da realmente bien.

Ágata: ¿Qué insinúas?

Ámbar: No tenemos por qué devolvérsela sin motivo. - El joven se levanta de la silla y empieza a dar vueltas por el cuarto. - Podemos apostarla a un duelo...

Ágata: Ámbar, pero tú mismo sabes que nuestras habilidades son infinitamente siperiores a las de cualquier humano.

Ámbar: Pero hay una posibilidad... Ínfima, lo sé, pero podemos aferrarnos a que nos ganen limpiamente en un partido de fútbol...

Ágata abre los ojos como platos.

Ágata: No querrás que perdamos a propósito, ¿no?

Ámbar: ¡Claro que no! Por eso lo digo, ahí tienen posibilidades... Venga, no seas mala, esa pobre alma puede llevar una vida normal y corriente... Sabes que no me gustan las injusticias, y regresarla a su estado de somnolencia solo nos dará más problemas con el departamento de mantenimiento... Esa chica ya sabe lo que es vivir, arrebatárselo ahora sería...

Ágata: Un crimen. - También se levanta. - Está bien.

Amor de amores (?)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora