Capítulo 56

25 2 0
                                    

Narra Sol

Katy va a mi lado. Se encuentra algo sudorosa, pero su belleza no se ve alterada por tal efecto. Su cabello, algo sucio de tierra, quizás por haberse caído mientras entrenaba en el parque del mirador, muestra un brillo opaco ante la irradiación lunar.

La noche perfila su rostro con sombras y luces delicadas, ensalzando sus rasgos y contornos. Es hermosa.

Lleva una sonrisa serena en los labios, una sonrisa que me inspira tranquilidad, aunque no puedo evitar pensar que todo eso no sea más que una fachada que oculte sus  verdaderos pensamientos. ¿Estará, en realidad, nerviosa?

No. No lo creo. Porque una expresión como con la que ella está caminando ahora mismo no puede resultar de una quimera. Siento una seguridad inaudita procedente de sus ojos, fijos al frente.

Llevamos un rato caminando, cuando ella rompe el hielo.

Katy: Sol, ¿sabes qué?

Yo: ¿Qué?

Katy: Que, en verdad, estoy un poco nerviosa. ¿Te importa si nos sentamos en un banco, no sé... Ese mismo, y hablamos un momento, por favor?

Yo: Sí, por supuesto. Soy todo oídos.

Ya me parecía a mí... En el fondo, es tan humana... Supongo que por eso me gusta tanto.

Nos acercamos a un banco que hay en la acera y nos sentamos. La noche está tranquila y apenas pasa algún coche de vez en cuando. Ni un solo transeúnte.

Katy: Sol... Déjame hanlarte un poco, por favor. No quiero parecer pesada, pero creo que hablar contigo me hará sentir un poco mejor.

Yo: Pero Katy, por favor, esto no tienes por qué pedírmelo así. Ni siquiera tienes que pedírmelo, sabes que puedes contar conmigo para cualquier cosa.

Me acerco a ella. A su faz. Nos aproximamos bastante y ella cierra los ojos. Yo me ruborizo y hago lo mismo. Nuestros labios se juntan durante un instante. Un beso fugaz, pero creo que el más sincero y candoroso que he dado jamás.

El aire que sopla con suavidad roza nuestros semblantes unos segundos, hasta que ella empieza a hablar.

Su tono parece haber recuperado fuerza. Su voluntad de hierro repele cualquier flaqueza que intente asaltarla, y creo que es capaz, por eso, de soportar situaciones con gran presión encima. Lo único que necesita a veces, cuando el peso es quizás algo más de lo habitual, es un pequeño apoyo, un bastincito, por pequeño que sea, para continuar mejor el camino. En este caso, yo he de actuar como tal.
Creo que esa excelsa capacidad suya para sobrellevar estas cargas se debe, en gran medida, al deporte, tanto a la natación, como al fútbol. Ambos le han forjado una personalidad que, para mí, a alcanzado la virtud.

Katy: Sol, yo espero no sonar arrogante cuando tomo este tipo de decisiones, es decir, lo hago porque considero que de verdad puedo ayudar y me veo con capacidad, pero no pretendo humillar con ello a loa demás, ni mucho menos, aunque manifestando estos pensamientos pueda parecerlo. Si no es así, quiero decir, si no sueno soberbia y de verdad confían en mí, otro miedo me corroe.

Habla despacio. Busca y mide las palabras que utiliza para acercarme sus pensamientos con mayor precisión. No la interrumpo, mi momento de responderle llegará cuando ella me lo pida, lo sé.

Katy: Se trata de la posibilidad de defraudar. ¿Sabes? No quiero defraudarles, y, si te soy sincera, confío bastante en mí misma. No por esto quiero sonar tampoco engreída, pero creo que soy consciente de mis habilidades y de su capacidad. Sin embargo, siempre una puede no conseguir lo que se propone. Lo veo así. Yo no descansaré hasta que haya logrado la supertécnica, pero puede que, al final, no la consiga. De todas formas, quiero hablar, y hablar contigo, Sol, que me escuches. Esto me ayuda a soltar presión, a relajarme bastante. ¿Sabes? ¿Sabes cómo son las competiciones de natación?

Sol: Lo siento, no. Nunca me ha llamado demasiado ese deporte, he de serte sincero.

Me pone un momento morritos, pero al instante suelta una pequeña risa y recupera la serenidad.

Katy: A mí siempre me ha apasionado. Desde pequeña. La natación me ha brindado momentos inolvidables en todos los aspectos y ámbitos. Me apunté al club de natación mucho antes que al fútbol, de niña. Recuerdo las primeras competiciones. Antes de nadar las pruebas a las que estás convocado, debes esperar en un pequeño espacio llamado cámara de salida, en donde dicen tu nombre para que en la siguiente serie, esto es, turno, salgas a nadar. Pues ahí yo estaba nerviosísima. De pequeña no era capaz de afrontar esas situaciones. Cuando estaba en la cámara de salida sola me mordía las uñas y me encerraba en mis pensamientos. A veces tenían que llamarme varias veces, porque ni oía mi nombre. No obstante, tenía, y tengo, una amiga, mi mejor amiga, con la que me lo pasaba genial esperando. Simpre hablaba mucho conmigo y era inevitable que me riese, lo que disminuía mis nervios y llegaba a la prueba muy relajada. En ese entonces necesitaba totalmente la ayuda de los demás para enfrentar esas situaciones. Más adelante, ya acostumbrada a competir, no me importaba ir sola. Aprendía a diafrutar todos y cada uno de los instantes que me brindan las competiciones, todavía hoy. Fue en ese entonces cuando me apunté al fútbol, una vez mi mentalidad se hubo adaptado con normalidad a la vida deportiva y extrapolado a la diaria. Mi personalidad actual se forjó entonces. En el fútbol encontré aire fresco, porque me apetecía probar algo nuevo, y me gustó mucho, todo sea dicho, por eso seguí con él. Compaginé ambos deportes desde los 13 años. Todo esto me ha ayudado de forma incalculable a superar tesituras parecidas a la que me encuentro o, por lo menos, a sobrellevarlas mejor. Con todo, creo que hablar con personas de confianza, en ocasiones, también me permite seguir adelante.

Es increíble. Su historia de superación personal, que bien podría ser la de cualquiet otro nadador, la de cualquier otro deportista, salida de sus labios ha conseguido emocionarme. Los ojos se me han humedecido, pero no voy a llorar. Solo alcanzo a abrazarla. Está sucia y huele a tierra, pero me da igual.

Yo: Katy, tienes una fuerza abrumadora. Y te lo digo en serio, no creo que exista nada capaz de tumbarte. Sin embargo, si alguna vez, como esta, necesitas hablar con alguien, soltar el lastre que te impide avanzar con soltura, solo tienes que decírmelo, amor. Es más, que deposites tu confianza en mí me enorgullece y me hace muy feliz. Así que me ofendería que tuvieses reparo o que dudases de que alguna vez no puedas contar conmigo, porque los problemas, Katy, compartidos, nunca han pesado más.

Amor de amores (?)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt