Capítulo 42

74 9 0
                                    

Narra Riccardo

Esto es humillante...

Yo: Eh... Esto... Chicas... Puede andar, no es por nada...

Katy: Así nos aseguramos de que no te das a la fuga.

Yo: ¡No lo haré, lo prometo!

Megan: Nah, da igual. Tú tranquilo, que a mí no me pesas.

Yo: Pero...

Megan: ¡No seas pesado, hostias!

Suspiro porque no se van a dar por vencidas. Riccardo, ahora debes recomponerte, no puedes presentarte ante Natsuki en estas condiciones...

No sé en qué pensaba hace unos momentos...

Llegamos al hospital. Algunas enfermeras nos miran con caras de burla o risa.

Yo: Oye, Megan...

Megan: Ene, o.

Será...

Se paran delante de una habitación, la cual supongo que será la de Natsuki.
Por fin, Megan me posa en el suelo.

Xemara: Anda, pasa, ¡haz milagros, Ricci! - Me guiña un ojo.

Abro lentamente la puerta por miedo a ver algo que nunca habría querido ver en Natsuki.

Entro.

Parece que está dormida. Su respiración profunda purifica el halo místico que envuelve el cuarto.

Me acerco a ella, tomo una silla y me siento a su lado.

Cojo una de sus manos, que las tenía por fuera de las sábanas, entre las mías. Está fría.

Rozo su mejilla. Esta arde.

El simple hecho de apenas tocar su hermosa cara parece perturbarla.
Sus ojos hacen el amago certero de abrirse y terminan por mostrar el hermoso color de su iris.

Confusa y desorientada examina la habitación para comprobar que todo sigue en orden antes de seguir con su placentero sueño poco reparador, pero una irregularidad se muestra en el entorno: yo.

Abre sus ojos como platos. Se gira rápidamente y se envuelve entre la ropa de la cama.

Natsuki: Ri-Riccardo...

Pongo mi mano sobre su hombro, pero parece querer quitarla porque lo sacude bruscamente.

Natsuki: No merezco que me toques...

Yo: No digas tonterías... No gastes tus fuerzas en soltar cosas sin sentido por esa boca.

Natsuki: Riccardo...

Me doy cuenta de que empieza a llorar y no poco precisamente. Pero es un llanto ahogado y reservado. No se oye, se siente.

Yo: Natsuki, no tienes que disculparte de nada. No tienes culpa de nada y no te odio. Puedes estar tranquila y segura de eso.

Paso a sentarme en la cama.

Yo: No es típico de ti este carácter. Tú eres fuerte, estar triste no forma parte de tu ser...

Natsuki: Te he fallado... Os he fallado a todos...

Yo: No fue intencional, Natsuki... Todos comprendemos la situación, y es más, puedo afirmar que en nombre de todos, nos alegramos de que estés de vuelta sana y salva. Natsuki, te queremos, y yo más que a nada en este mundo. Siempre te apoyaré. Si estás de bajón, seré el regazo en el que puedas soltar tus penas; si estás contenta, con quien compartir tus alegrías; si estás enfadada..., jaja, si estás enfadada, seré quien escuche tus broncas. Nunca estarás sola, siempre tendrás a alguien contigo y yo siempre me encontraré ahí.

Se hace un silencio.

Yo: Entiendo que quieras descansar, así que me marcho.

Pero una mano agarra con fuerza mi brazo y me da un tirón para que me quede.

Se incorpora y me abraza, apoya su cara en mi pecho y llora más que nunca.

Natsuki: Riccardo... Riccardo... ¡Riccardo!...

Le correspondo el abrazo.

Natsuki: ¡No me dejes nunca!

Yo: Claro que no.

Nos quedamos así un tiempo hasta que se duerme abatida por el cansancio y azotada por el intenso lamento.

Salgo un momento y les digo a las de fuera que me quedaré ahí esa noche.

Xemara: Jaja, ya lo sabíamos. - Me responde con una sonrisa de oreja a oreja.

Se despiden y abandonan el pasillo de cara a la salida. Por mi parte, regreso adentro.

Narra Áncora

Yo: No le veo mucho futuro a esta idea...

Cenizo: Tú calla y actúa.

Nos hemos colado en el cuarto privado del tontorrón de Ronzono. Pensaba que estaría más vigilado, pero resulta que solo tiene cámaras en la puerta, así que por la ventana lateral es fácil acceder.

Kolete está inyectando cantidades comprimidas de laxantes en todos los alimentos y bebidas que el señorito tiene en su nevera y alacenas, en la cocina contigua a la habitación.

Cenizo: Oigo pasos. - Susurra.

Está en la puerta oyendo posibles intromisiones o si se acerca alguien indeseado.

Con mi grandeza habitual, abandono la sala por la ventana, como Cenizo y Kolete, al igual que hicimos para entrar.

Ya fuera y lejos, la idiota de Kolete hace la declaración que puede echar a perder el plan.

Kolete: ¡Ah! - Se tapa la boca. - Creo que metí la pata... Dejé mal colocados los paquetes de galletas y las cajas de cereales...

Cenizo y yo: ¿¡Qué!?

Si fuera una persona normal, eso no habría importado, pero tratándose del estúpido de Ronzono, que lo tiene todo milimétricamente establecido y una manía excesiva por el orden, puede darse cuenta de que alguien alteró las posiciones de sus víveres para llevar a cabo un plan vilmente trazado dos días antes y arruinar así su partido decisivo.

Le pegamos una bofetada cada uno.

Yo: Pues ahora solo podemos ver si tu patético plan funciona. ¡Más os vale cruzar los dedos!

Narra Arion

No me pude quedar quieto y salí a entrenar, aunque fuera solo un poco, estos días.

Estoy en la rivera con el balón y Fei, Wonderbot, Hamy y Tomoe, su zorro pequeñito.

Creo que va siendo hora de volver a casa, que ya es muy tarde. Mañana es el gran día y debo dormir bien. Voy a acompañarles.

Amor de amores (?)Where stories live. Discover now