Capítulo 50

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Argos: Has perdido.

Locáreo: ¿Perder? ¿Yo? Yo lo que he hecho en realidad ha sido ganar, ganar tiempo.

Argos: No me vengas con tonterías, se acabó para ti el juego, Cacema.

Locáreo: Se terminó, en el pasado, muy bien dicho, pero no en el presente...

La imagen proyectada en la pantalla de Locáreo Cacema se ve superpuesta por varias grabaciones en directo de numerosas manifestaciones que se estaban llevando a cabo en ese instante en el país.

Locáreo: La gente, Argos, ya no confía en tu comité ni en tu equipo. El Dorado debe cambiar de aires y sabes quiénes somos la alternativa, jeje...

Guile: ¡Vamos a detenerte!

Locáreo: Ah, ¿sí? ¿Y con qué pruebas? La gente se tomará muy mal esa decisión, lo interpretará como una forma sucia y vil de eliminar a la competencia que democrática, limpia y transparentemente se presenta a la candidatura de presidencia.

Toddsforth aprieta las mandíbulas.
En ese instante, unos paso suenan tras la apertura de la puerta de la estancia.

Simeon: Pero, sin embargo, no hay nada más eficiente y útil que unas pruebas fehacientes e irrefutables junto a un buen programa publicitario a favor del régimen para devolver todo a la normalidad.

Argos: Simeon...

Ghiris: Nos hemos tomado la molestia de recoger pruebas gráficas de todo lo acontecido en el pasado.

Mehr: Así es, y están perfectamente archivadas y protegidas, una vez que eso salga a la luz, no habrá seguidor que se mantenga afiliado a vuestro partido hipócrita.

El interlocutor que se encuentra al otro lado del holograma, cierra la conversación y ordena preparar una retirada a toda prisa a alguna isla perdida de Oceanía, pero su fuga se ve detenida ante un despliegue policial y las fuerzas antidisturbios en el exterior de su base. Arrestado y directo a un juicio sin salidas favorables para él, su organización se disuelve y se resigna a un desenlace imprevisto y oscuro.

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El presente. Reunión que están manteniendo los protagonistas para aclarar el tema de los viajes temporales.

Narra el narrador

Víctor: Ese 'no' no lo veo yo muy convencido...

Natsuki: Es que no lo sé... Yo creía que era de aquí... Pero visto lo visto tengo tantas dudas... Si no soy de esta época, ¿cómo es posible que tenga una tía? Si ella sabía algo, ¿por qué nunca me lo ha dicho? Yo solo sé... Que en un momento que ahora mismo soy incapaz de concretar, supe de las intenciones del Sector L, y tenía un impulso que me empujaba a decíroslo.

???: Eso se debe a que ni eres la persona que todos creen, ni esos recuerdos son tuyos.

Todos se giran hacia la ventana que creían cerrada, pero que estaba abierta de par en par con un joven de cabellos rubios puros y que vestía una especie de uniforme militar en diferentes tonos de amarillo y naranja, apoyado en la repisa.

Katy: Tú... Esto... ¡Ámbar!

Narra Katy

Sabía que este chico me sonaba de algo, pero no conseguía recordar su nombre. Ahora lo tengo todo claro, fue él quien nos ayudó en más de una vez tiempo atrás.

Aunque siempre tuve un extraño presentimiento hacia el y las que lo acompañaban.

Ámbar: Acierto para la señorita.

Riccardo: ¿¡Qué sabes tú de Natsuki!?

Ámbar: Más de lo que crees y, por favor, no me hables en ese tonito o me harás perder los modales.

Narra el narrador

Arion: ¿Quién eres en realidad?

Ámbar: Me voy a presentar como es debido. Mi nombre es Ámbar, comandante de la UEEA, Unidad Especial de Estabilidad Anímica, una de las múltiples ramas en las que se divide el gran árbol de la Existencia. - Ante las miradas atónitas de todos, que minutos antes habían salido afuera y habían formado un semicírculo frente a él, expone. - Ahora seguro que no lo comprendéis, igual no lo entenderéis nunca. Lo sé, son conceptos muy abstractos para seres mortales, es decir, para humanos. De hecho, creo que se me ha ido un poco de información confidencial, pero veo que aquí hay gente muy perspicaz y confío en que sabrá a qué me refiero. Sin embargo, el asunto principal por el que he venido aquí no es otro que el de llevarme a Natsuki.

Todos: ¿¡Qué!?

Ámbar: Como ya he mencionado, ni ella es ella, ni sus recuerdos son los suyos. No es más que un error, una sustituta, un fallo efímero que mi departamento debía haber arreglado hace ya unos días, sin embargo, circunstancias ajenas a nuestro dominio global han impedido esta misión. La decisión de dejarla un poco más ha sido acertada, las consecuencias de lo que acabáis de sufrir hubieran sido catastróficas a nivel dimensional. Uf, que parece que me vuelvo a salir del tema, es que hay tanto que contar, tan poco que poder compartir y tanto que exigir que me da... No sé... Me parece justo explicaros esto.

Todo el Raimon clava sus ojos en él sin pestañear lo más mínimo. Nadie se atreve a articular palabra.

Ámbar: Bien, pues ahora que ya todo terminó, llegó el momento de devolver las aguas a su cauce. No me hagáis tomarla por la fuerza y dádmela.

Natsuki: ¿E-entonces..., yo qué soy?

Ámbar: No me gusta herirle los sentimientos a una dama, pero la realidad es dura y cruel, cuanto más intentas ocultarla, más te desgarra y destruye cuando la descubres. Por lo que no me voy a andar con rodeos, eres: nada. Una irregularidad que mi ínfima incompetencia se permitió crear como solución apresurada a un fallo y a una catástrofe que se nos cernía de lleno. Mi misión no es más que devolverte a tu ser, tu forma primigenia, tu yo etéreo. Tu verdadero e indudable tú. Vamos, no temas, ven.

Extiende una mano hacia la asustada chica, que retrocede un paso.
Riccardo salta al frente de Natsuki y se interpone entre ella y el chico obsesionado con el color gualdo.

Riccardo: ¡¿Qué le va a pasar a Natsuki?!

Ámbar: No te pongas tan subidito, niño, que me empiezas a sacar de mis casillas... Pero como debo mantener la compostura, te lo diré.

Amor de amores (?)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora