ii. the ragnors

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— Hera, querida — toma la palabra Isabelle en la cena — Quiero decirte algo —

La pelirroja deja la copa a un lado y dirige su mirada a donde esta sentada su madre dejando la conversación que tenía con sus hermanos de lado.

— ¿Si, madre? — pregunta curiosa ante lo que dirá. Es muy rara la vez que quería interrumpir la cena de esta manera, y solo lo hace para dar anuncios sobre sus amistades con los Black y Malfoy.

— Como lo sabrás hija — empieza a decir dejando el tenedor sobre el plato y uniendo sus manos con los codos apoyados en el tablón — En mi familia se ha hecho la tradición el poner en compromiso la mano de la mujer del apellido, así que yo lo hice contigo al ser mi única hija — la observa juntando cautelosamente esperando ver su reacción — Te he comprometido —

Para Hera, su mundo se destruye pedazo por pedazo. ¿No se supone que sus padres se casaron por amor y no por compromiso? Porque así fue, ¿no? ¿Por qué su propia madre le esta diciendo esto?

— ¿Qué? — exclama sorprendida la pelirroja dejando el shock de lado — ¿Ofreciste mi mano? ¿Con el permiso de quién? — pregunta furiosa.

Acto seguido se levanta de la mesa, dejando caer el tenedor en el plato con la comida a medias. Sus hermanos la miraban, esperando que sus poderes no se descontrolaran, y mas que nada temiendo que por el enojo tenga una desvanecimiento como anteriormente ha tenido. 

— No me hable así, señorita — exclama Isabelle apuntó de perder la calma.

Hera lo que hace es salirse del comedor con pasos largos y respirando fuertemente, dirigiéndose a su habitación, cerrando la puerta de un solo golpe. 

— Madre — habla Heracles, quien tira la servilleta de tela enseguida de su plato — Nunca debiste de hacerlo, nunca — recalca el nunca — Somos una familia con diferentes tradiciones a las demás puras, y él que decide el compromiso es papá, no tú — y al último se levanta.

Marchándose por donde también se fue su hermana menor.

— Estoy con él — afirma Perseus levantándose también — No debiste hacerlo — y se retira del lugar.

La pelinegra pide ayuda con la mirada a su esposo, quien sigue comiendo tranquilamente su pescado.

— Yo te lo dije — dice el rubio sin levantar la mirada.


sober | maraudersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora