Capítulo 1

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"Después de todo,

la muerte es sólo un síntoma

de que antes hubo vida."

Mario Benedetti

***

Mis pies tocaron tierra firme un día primaveral más soleado y cálido de lo que cabría esperar. Nuestra fiel estrella brillaba en lo más alto del cielo arroyando incansablemente su luz sobre mí. Los rayos se filtraban entre la tupida maleza, haciendo resplandecer las hojas. Me sentí abrumada por el bullicioso repiqueteo de los pájaros. Los insectos volaban rápidos en todas las direcciones. Las plantas silvestres se alzaban hasta la altura de mis rodillas, obligándome a levantar demasiado las piernas para no tropezar al caminar. Las enredaderas se encaramaban en los troncos del espeso bosque. Los árboles llegaban hasta donde la vista alcanzaba y su cima estaba coronada por hojas verdes y frutos de dudosa fiabilidad. La vegetación se movía al ritmo de una suave brisa.

— Aquí Central a O'Donnell ¿Me recibes? — El sonido de una voz femenina me sacó de mi ensimismamiento. Percibí las consonantes y vocales demasiado frías y monótonas a través del interfono. Parecía que un extraño robot estuviera intentando ponerse en contacto conmigo.

— Alto y claro Central, aguardando indicaciones — Mis palabras sonaron extrañas en el interior de aquella esfera de vidrio transparente, era como si los sonidos estuvieran envasados y presionaran la superficie del recipiente, queriendo quebrarlo para poder escapar de su encierro.

Haciendo un gran esfuerzo por olvidar lo que había a mi alrededor y centrarme en la misión, me cercioré de que el casco de cristal estuviera correctamente unido al cuello del traje protector, para evitar así la exposición directa a la radiación. Ajusté los guantes de gruesa tela blanca, comprobando que estaban adecuadamente enroscados a los extremos de las mangas azules. Luego aseguré las ataduras de los resistentes zapatos de trabajo, verificando que también me mantenían completamente aislada.

Aquel importante equipamiento evitaba que mi piel se carbonizara ante la alta radiactividad del suelo enfermo. Solo un par horas expuesta a la contaminación directa y mis tejidos vitales quedarían inservibles; incapacitando la vida de mi cuerpo tal y como la conocía.

Satisfecha de que todo continuara en su debida orden, decidí comenzar a alejarme cuidadosa y lentamente de la cápsula de titanio que me había hecho descender cinco kilómetros hasta aquel lugar.

— Avanza diez kilómetros en dirección noroeste. — Me ordenó aquella persona de voz gélida. Los fonemas fueron muy mecánicos, sin sentimiento alguno. Escuché varios sonidos de fondo, dispositivos murmurando rítmicamente una melodía ya ensayada anteriormente. Cogí el GPS que guardaba en la mochila que llevaba a cuestas y aproveché para consultar la cantidad de gas que albergaba la bombona de la bolsa. Aún contaba con dieciocho horas de reservas de oxígeno, cantidad suficiente para poder realizar el trabajo encomendado sin problema alguno.

Encendí el dispositivo que sujetaba entre mis manos y tecleé la contraseña.

— ¿Qué busco exactamente? — Formulé la pregunta mientras registraba la orden recibida en el dispositivo. Un punto escarlata apareció en la pantalla, otra marca verde palpitaba como un corazón luminoso indicando mi posición respecto al lugar.

— Las ruinas de una vieja ciudad, allí hay un edificio que perteneció a una de las farmacéuticas más importantes de hace doscientos años. Podrás encontrar algunas muestras experimentales de unos determinados medicamentos que precisamos, también varios informes sobre su entero desarrollo. Necesitamos que recuperes todo lo que puedas sobre ese proyecto que no se pudo desenvolver del todo.

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