Capítulo 18

3.8K 479 50
                                    

El chico que tenía ante mí se estremeció como si alguien le hubiera pellizcado de repente.

– Hacía tiempo que no escuchaba mi propio nombre. – Una sonrisa leve pero forzada apareció en sus labios y el silencio nos golpeó a ambos como una potente ráfaga de aire gélido, haciendo que nuestros huesos temblaran incluso dentro de la carne. Sus ojos negros estaban clavados de una manera hiriente y desesperada en mí, aguardando a que yo hablara o lo juzgara de algún modo.

– No puede ser verdad. – Dije con el simple hilo de voz que fui capaz de emitir.

Zay recogió del suelo las prendas de las que se había deshecho y luego se dejó caer en la cama con una expresión de cansancio que no trató de ocultar. Tenso, y sin apartar la mirada de mí, parecía estar vigilando cada movimiento que yo hacía, como un depredador a punto de saltar sobre su presa.

Mi garganta continuaba contraída de un modo doloroso, haciendo que incluso respirar fuera una tarea costosa. Di un par de pasos hacia atrás y dejé caer todo el peso de mi cuerpo sobre la pared de roca que estaba en frente del chico.

– Se supone que estás muerto. – Y aunque la afirmación era tan evidente que resultaba incluso tonta, en aquellos momentos mi cerebro era incapaz de ir más allá de aquella frase que me bailaba en la cabeza.

– Igual que tú, supongo. – Su voz fue un susurro amargo.

– Ya. – Me deslicé por la superficie, notando cómo la ropa se me enganchaba en los salientes de piedra, y me senté en el suelo porque mis piernas parecían no poder sujetar el rebumbio de mis pensamientos. Transcurrieron unos segundos que semejaron horas.

El contenido de mi cráneo parecía estar tambaleándose vertiginosamente como en un terremoto y la ansiedad se removía entre mis órganos.

– ¿Qué pasó? – Pregunté, después de mojarme los labios porque sentía la boca como cartón. Él pareció relajarse un poco más, como si en todo momento él hubiera estado esperando una peor reacción por mi parte. Sus hombros cayeron un poco y su mandíbula dejó de estar presionada de un modo casi grotesco.

– Hubo un fallo en el sistema de descenso de la cápsula y... – Hizo una pausa, como si hablar fuera tan doloroso como clavos al rojo vivo en la piel, cogió aire y continuó. – Me dieron por muerto directamente, sin molestarse en comprobarlo primero. Supongo que caí desde menos altitud de la que ellos creyeron.

Ambos volvimos a callar. Él continuaba expectante, vigilando cada una de mis reacciones, y yo me sentí tan presionada que no pude hacer otra cosa a parte de evitar su mirada.

– Al principio tenía esperanzas de que me rescataran: intenté no apartarme demasiado de la zona de la misión para que pudieran localizarme y me limité a sobrevivir con los recursos que había en la cápsula. – Continuó él. – Después empecé a ser consciente de que la ayuda nunca llegaría y que si quería seguir adelante iba a tener que empezar a investigar por la zona.

De repente me vi transportada semanas atrás, hasta el punto en el que yo había estado igual que él: sola, herida y sin ninguna posibilidad de salir con vida, lo que hizo que parte de aquel dolor emocional que se reflejaba en su mirada penetrara en mis huesos, de una manera tan profunda que parecía rajarme el tuétano.

– Observando me di cuenta de que no estaba solo en tierra firme. Al principio fueron pocos los indicios, pero luego pude ver con mis propios ojos a las personas... creí incluso que me estaba volviendo loco por todo lo que me estaba pasando. – Su boca se contrajo en una mueca que convirtió sus labios en una fina línea. – Con el tiempo averigüé que habían descubierto un modo de evadir la radiación, que vivían protegidos de las bestias del bosque y supe que esa iba a ser mi única vía de salvación... pero no podía fiarme de que ellos fueran a aceptar a un chico de las ciudades sin más, sin sangre de por medio. Estuve vigilando sus movimientos todo el tiempo que pude aguantar por mi cuenta. Empecé a ser consciente de sus hábitos, de su vestimenta, incluso de la jerarquía. Descubrí que todos ellos padecían mutaciones, que algunos las ocultaban y otros no. Que había un líder y que este tenía guardias personales. Que vivían bajo tierra...

Mainland.Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz