CAPÍTULO 10: ¿Verdades?

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Descubriendo

—Buenas noches, señora Rachel —saludó Aaron sonriente.

Amber miró con temor a su tía mientras se ponía de pie lo más rápido que podía.

¿Qué haría ahora?

Lo más probable era que le gritaría por tener a Aaron en su habitación. Al parecer no. El rostro de Rachel cambió de enfadado a una sonrisa cariñosa y amable que, obviamente, no era para ella.

— Oh, mi querido Aaron —dijo su tía con emoción antes de acercarse al castaño y envolverlo entre sus brazos—. Hace tanto no nos vemos, ¿por qué no has venido a visitarme?

A centímetros de distancia, pudo ver la amplia sonrisa socarrona de Aaron. La estaba mirando fijamente con un brillo peligroso en sus azules y oscuros ojos, como si estuviese haciendo alguna travesura. Y sus mejillas se sonrojaron de golpe, la vergüenza y el temor entrelazándose en un solo sentimiento cuando recibió un guiño coqueto por parte de él.

— Lamento no haber venido antes, señora Rachel, pero no he podido —respondió Foster como toda respuesta y Amber no entendía nada.

¿Venir antes? ¿Por qué tenía la impresión de que Rachel lo conocía y, peor aún, que lo trataba como a su propio hijo?

Una presión se acunó en su pecho al ver la manera en la que se abrazaban. Porque en cualquier parte, incluso allí, Aaron tenía alguien que lo quería. En cámara lenta, pudo ver a su tía separarse de él y tomarlo de las manos con una enorme sonrisa.

— Espero que vengas más seguido. ¿Qué tal hoy? Quédate para almorzar —sugirió Rachel.

Una corriente fría, helada, recorrió cada parte de su ser al escucharla. Amber odiaba que su tía invitara a sus amigos a almorzar porque, precisamente, era ella quien debía encargarse de absolutamente todo.

Así que internamente deseó que Aaron rechazara la invitación. Y lo miró suplicante detrás de su tía, negando con la cabeza con los ojos chispeando de desesperación.

Las cosas nunca salían como ella quería.

Aaron Foster sonrió aún más y, observándola con creciente diversión, asintió lentamente solo para hacerla enfadar.

— Por supuesto —aceptó él, incapaz de alejar la mirada de la castaña—. Por supuesto que vendré.

Un delicioso almuerzo de la señora Rachel era una buena idea. Pero un delicioso almuerzo junto a la molesta de Amber, se le hacía una idea estupenda. De pronto Aaron estaba ansioso por llegar, sentarse junto a ella y...

— Espero que Amber no te haya molestado.

Frunció el ceño, extrañado, al notar el tono de voz agrio y molesto con el que la señora Rachel se dirigió a Larousse. Había pensado acusarla mientras volvía a mirarla. Le era imposible no sonreír al verla desesperada, pidiéndole algo con la mirada que, en realidad, no podía comprender.

— Pues ha sido una chica mala —bromeó con una fingida mueca de tristeza que, al parecer, la señora Rachel creyó—. Y muy desagradecida. Bueno, será mejor que me vaya, fue un gusto volver a verla, señora Rachel.

Retrocedió un par de pasos, sintiéndose repentinamente invisible cuando toda la atención de la madre de Megan estuvo puesta sobre Amber. Salió en silencio y se detuvo un pequeño instante bajo el marco de la puerta solo para volver a mirarla una última vez en la noche. Entonces volvió a sonreír al verla encogida, su cuerpo temblando por el frío y mirándolo con suplicio.

AMBER ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora