CAPÍTULO 42: Cómo intentar olvidarla, por Aaron Foster

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Cómo intentar olvidarla: Por Aaron Foster

Apenas había visto a Amber después de ello y, ciertamente, cuando volvió a verla aquella noche nuevamente no pudo evitar decepcionarse al verla conversando —o quizá discutiendo pero de igual manera no importaba— con el idiota de Ray. Había advertido a ese muchacho que no lo quería ver junto a ella, ni mucho menos tocándola o no se contendría cuando tendría que golpearlo.

Fue la silueta de Ray casi encima de Amber lo primero que vio cuando sus amigos y él llegaron a la fiesta del viernes en esa enorme casa.

Presionó el volante con fuerza y un rugido se escapó de sus labios al instante. Se mantuvieron todos callados y todo lo que podía oírse en aquel auto era la respiración agitada y entrecortada de Aaron Foster. Cerró los ojos con fuerza, presionando los puños tanto como sus emociones de lo permitieron sobre el volante.

—No sé qué diablos pretendes, Aaron, pero está muy mal —dijo Joe de pronto—. No sé qué entiendes tú por una ruptura pero definitivamente no debes besarte con Amber, cuidarla, tirártela ni mucho menos golpear a todo aquel se sobrepasa con ella. Joder, hermano, déjala ir. Deja que se vaya con ese tío que no ha parado de acosarla toda la semana. ¿Qué te importa a ti? ¿Eso no es lo que le dijiste tú mismo? Ha pasado un mes. ¡Supérala de una vez, joder!

Entreabrió los ojos ligeramente y, con el enfado invadiéndolo por completo, alejó la mirada sobre la silueta de los jóvenes que se cruzaban a metros de distancia. No podía despegar la vista de ellos ni por un instante y eso lo enloquecía de los celos. Pensar que ahora cualquiera podría entrar al corazón de ella lo enfermaba. Amber no podía olvidarlo por un idiota como Rey.

Corrección: Aaron no podía asimilar la sola idea de que ella lo superara tan fácil ni nunca.

—¿Sabes qué creo yo? —intervino Rex por primera vez en toda la noche con la voz ronca y baja—. Amber está jugando mejor que tú. Te tiene tan idiota, Aaron, tan estúpido que dudo que no haya notado que te tiene comiendo de su mano.

No podía pensar en nada más que no fuera verla a metros de distancia. Su mente se nublaba y todo aquello que cruzaba por su cabeza era ella, sonriéndole como la última vez y abrazándolo en la oscuridad de la habitación, dándole esas últimas palabras que lo avivaron en él toda esperanza posible.

—No he venido hasta aquí para vigilarla, vamos, quiero divertirme —dijo él convencido con una sonrisa maliciosa. Entonces salió del auto y se aseguró de pasar al lado de aquella pareja para que lo oyeran fuerte y claro—. Voy a pasarla bien con quién jodidos se me cruce en frente —escupió resentidas.

—Esas tías están muy calientes. Me pido a la rubia de allá —empezó Joe como en cada salida.

Chocó con firmeza el brazo de Ray, tan fuerte que lo hizo tropezar para, acto seguido, mirar a la castaña de reojo con cierta molestia.

Amber ni siquiera lo miró y eso lo enloqueció. Le molestaba que no le prestara atención y que no notara su presencia, que lo ignorara de aquella manera tan descarada cuando él...

—La pasaremos jodídamente bien.

Y Aaron se prometió que en toda la noche ni siquiera la miraría.

.

Joder ¿Cómo demonios habían terminado ahí?

Le importaba poco que aquella casa no fuera suya, apenas recordaba haber discutido con la castaña y, ahora, no podía alejar las manos de ella. La mantenía aferrada, sentada en la mesa de aquella habitación con las piernas enrolladas al rededor de él. Había estado contemplándola, acariciando sus suaves piernas y besándola como loco, como si aquella fuera la última de todas las veces.

Estaba seguro que sus amigos probablemente lo asesinarían en pocas horas, pero ¿qué importaba ahora? Toda su atención estaba puesta en ella. No hacía ahora otra cosa que mirarla embobado, escuchando cada palabra que le decía.

—¿Qué sucede? —preguntó con suavidad, inclinando la cabeza hacia ella con el entrecejo fruncido cuando la vio esbozar una sonrisa triste—. ¿El idiota de Ray volvió a molestarte? No me gusta verlo merodeando a tu alrededor —Se quejó.

Soltó un suspiro contenido cuando ella empezó a acariciarle la nuca lentamente. Sonrió aún más, tan tranquilo y relajado cuando Amber repartió lentos besos desde sus labios hasta su cuello.

—¿Sabes? Si fueses mi novio podríamos hacer algo al respecto.

Las palabras de la castaña lo golpearon de tal manera que apenas atinó a empujarla suavemente. A un par de pasos de distancia la miró anonadado, intentando saber qué era lo que ella realmente quería entonces.

—Entonces supongo que no te importa que Ray haga contigo lo que quiera, ¿no? Estupendo —escupió.

Giró el rostro fastidiado, su interior bullendo de la furia cuando Amber lo sujetó de la mano y sus cuerpos chocaron una vez más. Las piernas de la castaña se enrollaron en su cintura, apresándolo con firmeza contra ella.

—Yo no dije eso... —murmuró ella con una pequeña mueca de tristeza en los labios, los delgados dedos acariciándole en el cuello—. Sólo... —suspiró—. Cuando estoy contigo él me deja en paz... Yo... Olvídalo.

Porque era capaz de ir en ese preciso momento a partirle la cara como la hubiese tocado. No le importaba dejarle en claro cómo debían funcionar las cosas con ella si era necesario. Ningún jodido idiota iba a propasarse con su preciosa Amber, absolutamente nadie le podría un dedo encima.

—Entonces tranquila porque no te tocará de nuevo. Solo dime cuando esté jodiendo e iré a enseñarle un par de cosas.

—No es suficiente, Aaron...

Quizá no se había detenido a preguntarle qué era lo que ella quería, pero en ese momento le fue imposible entenderlo. Quería hacer de todo para que ella sonriera, pero Amber lucía cada vez más triste de lo normal y eso lo consumía lentamente. Por supuesto que tampoco dejaría que Ray tocara ni se propasara con Amber nunca o realmente iba a encargarse de que ese idiota no volviera a ver la luz del sol.

—Entonces, ¿qué necesitas? —Le susurró al oído, retirándole un mechón de cabello castaño de la oreja y haciéndolo mover entre sus dedos—. Puede que tenga algo que tanto quieres.

Pero todo lo que obtuvo de ella fue una sonrisa triste y una mitad tam vacía que hizo su pecho estrujarse de la manera más dolorosa posible como respuesta.

—Da igual, se hace algo tarde y debo regresar a casa, Aaron —dijo la castaña antes de darle un último beso en la mejilla—. Nos vemos luego, ¿bien?

Con los latidos acelerados contra su pecho, la vio dirigirse a la puerta y pensó que era muy tarde y peligroso para que una indefensa nena anduviera sola por las calles. ¿Qué importaba cuántas excusas se dijera? Aaron corrió hasta ella y la cargo en brazos con una enorme sonrisa en el rostro. Solo quería estar con ella un poco más antes de regresar a su triste y aburrida realidad donde ella no pertenecía.

—Yo te llevo a casa, preciosa, así que ponte cómoda.

La condujo hasta su coche, y sintiéndose inmensamente tranquilo, y sin importarle que sus amigos lo asesinarían al día siguiente por haberlos abandonado allí, la llevó en los cuarenta minutos en coche hasta la ciudad donde vivían. Lamentablemente, y debido a que Amber quedó plácidamente dormida en el camino, decidió que la mejor idea sería llevarla consigo y dormir entre los delgados brazos de ella.

La había extrañado tanto y tan pocas veces lograba verla y tenerla solo para él, que no desperdiciaba ningún segundo para besarla, contemplarla y asegurarse de que ella estaba bien.
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Espero les guste este corto capitulo!!
Cuídense mucho :)

AMBER ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora