CAPÍTULO 27: ¿Juegas?

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¿Juegas?

Aquellos días lo único que Aaron quería hacer era divertirse con sus amigos y olvidarse de sus fastidiosos problemas. Además, aunque los amigos de Rex eran una molestia incomparable, no le había sido nada difícil cuando finalmente pudo llegar a la enorme y encantadora casa donde se quedarían hasta la siguiente semana.

Él había bajado entre impaciente y emocionado como un niño en Navidad por, en realidad, ver cómo sería la diversión de aquel año. Imaginaba ya la noche repleta de música increíble y gente con quién divertirse, un buen ambiente y entretenimiento infinito. ¿Qué más podría pedir? Así que, después de dos horas de desempacar y lanzarse a la piscina, estuvo relajado junto a Joe, Steve y Zack como hacía mucho no lo estaba.

—No está nada mal... —farfulló Zack mientras miraba las siluetas de muchachas en bikinis pasar frente a ellos—. No entiendo cómo Rex puede conocerlas y yo no...

—Son niñas ricas, ¿qué esperabas?

La brisa calando sus huesos y sacudiéndolo en ligeros espasmos lo hicieron sacudirse cuando sintió el ambiente ponerse cada vez más aburrido. Necesitaba un poco más de acción, diversión, algo que lo hiciera gritar todo aquello que tenía acumulado en el pecho.

—Aaron, sonríe un poco, ¿por qué tan serio? —espetó Joe entre risas, codeándolo burlón.

—Te dije que invitar a Amber era una mala idea —intervino Steve—. A fiestas como estas no puedes llevar a tu pareja al menos que planees quedarte sentado toda la noche.

—Oh, vamos, esa chica no se entera de nada —siguió Zack—. Aaron podría ponerle los cuernos aquí mismo y ella nunca se enteraría.

Con puños presionados, abrió los ojos con fingida tranquilidad mientras, de manera paralela, oía un suave silbido salir de los labios de Joe. A él le traía sin cuidado lo que los demás dijeran de él. Le importaba una verdadera insignificancia que alguien comentara tonterías de su persona o que opinaran lo que fuera. Pero por alguna razón, aquello sí le fastidio. ¿Por qué insinuaban que sería capaz de engañar a Amber? Demonios, le había costado tanto tenerla a su lado que le hería en el orgullo oír que lo creyeran tan idiota.

—No seas estúpido, ¿quién diablos crees que soy para hacerle eso?

Joe rió entre dientes sin poder evitarlo antes de, mordiéndose los labios, reprimir una carcajada cuando recibió la mirada furiosa de Foster.

—Eres Aaron, ¿necesito más explicación? Sólo decía... La tienes comiendo de tu mano, puedes pedirle que se largue y ella lo haría.

Con los ojos cerrados, continuó fingiendo no oír los tantos comentarios sinsentido que decían para arruinar su tranquilidad. Cruzó los brazos detrás de su nuca, pensando en todo el tiempo que tenía para pasarla bien hasta que un último comentario terminó por arruinar su inexistente paciencia.

—Al menos que alguien la cace antes, uno de esos amigos ricos de Rex, por...

Aaron nunca perdía el control. Así que no dudó ni un segundo en actuar cuando, de pronto, sus dedos se cerraron entorno a la camisa de Steve, presionando en un puño con tanta fuerza que sus rostros coincidían casi a la misma distancia. Lo miraba directo con los ojos brillantes hasta que logró oír un ligero quejido.

—¿Qué pretendes? No tienes por qué ponerte a hablar de ella. Si quieres joder búscate a otra pero, en serio, idiota, no me colmes la paciencia —murmuró gélido con impaciencia.

—Joe, dile que lo suelte —instó Zack con cierta preocupación.

El susodicho, por su parte, se limitó a ponerse de pie cuando su grupo de amigos aparecieron a metros de distancia.

AMBER ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora