CAPÍTULO 32: Emily Prescott

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Emily Prescott

Amber sonrió adormilada al sentir cómo pequeños besos eran repartidos en su rostro. Aún con los párpados pesándole y deseando continuar durmiendo, se limitó a arroparse bajo las sábanas y a abrazar a Aaron como si su vida dependiera de ello. El cabello corto y castaño oscuro del muchacho que cosquillearon en su frente la hicieron soltar un sonoro quejido cuando él continuó intentando despertarla.

―Despierta, pequeña durmiente ―Lo oyó susurrarle entre risas, intentando alejarla mientras ella, por su parte, se abrazaba a él de la camiseta.

―Aún es muy temprano, Aaron. Son las... ―Giró el rostro hacia su reloj despertador y quiso empujar a Foster fuera de la cama al ver que eran nada más que las seis de la mañana―. Son las seis recién, es demasiado... tengo sueño, no fastidies.

Otra sonrisa se escabulló en sus labios y, soltando hondos suspiros al sentir aquel delicioso aroma que el cuello de Aaron desprendía, empezó a quedarse dormida bajo las caricias que le hacía en el cabello. Era apenas sábado, ¿para qué quería estar tan despierto a esa hora? Apenas había conseguido dormir por los trabajos de la universidad e innumerables exámenes de los que tenía que practicar como para, con mucho cansancio, madrugar el único día que tuvo libre.

―Oh, Dios... ―Lo oyó bufar al cabo de un rato como si hubiese notado algo importante.

Sólo cuando él se alejó y su cabeza rebotó del pecho de Aaron hacia la almohada, ahora casi completamente despierta, levantó la cabeza y analizo con fijeza el pensativo rostro de su pareja que, en una esquina de la cama a brazos cruzados, la observaba ceñudo.

―No habrás olvidado que iríamos a visitar a mi madre hoy, ¿o sí? ―casi rugió entre dientes―. Es lejos y debemos salir temprano.

Ella, aún más confundida, se recompuso lentamente mientras intentaba recordar aquello sin ningún resultado. Es más, Aaron apenas había mencionado a su familia materna un par de veces a fuerza de insistencias. ¿Cómo olvidaría algo tan importante como eso?

―Nunca me lo dijiste, Aaron, ya estaría lista ―murmuró antes de que la realidad la golpeara abruptamente―. ¿A qué hora debemos estar ahí? ¿Crees que le agrade?

Se puso de pronto tan nerviosa que incluso su corazón retumbó una y otra vez con fuerza mientras empezó a dar vueltas en su habitación. Sabía que existían problemas entre ellos, de los cuales sabía los detalles no tan rebuscados, pero pensar que finalmente tendría a la señora Emily Prescott. El solo recordarlo hizo que sus manos temblaran de un lado a otro mientras se vestía, se peinaba y se aseguraba estar muy presentable frente al espejo. Esperaba realmente agradarle, y es que, aunque nerviosa, sentía un nudo en el estómago de la emoción y expectación, encantada de imaginar qué podría suceder. ¿Le gustaría? Seguro la señora Prescott estaría muy emocionada por volver a ver a su hijo mayor después de tanto tiempo.

Y, por otro lado, estaban los problemas familiares. Amber sabía que los padres de Aaron se habían separado de la peor manera posible, después de una clara infidelidad por parte de ella, y, a partir de ello, había tenido otros hermanos de los que poco o nada le había comentado. Apenas había visto a Maddison, la hermana rubia y alta de Aaron.

―Diablos, Amber, pareces más nerviosa que yo ―Se burló él detrás suyo, riendo entre dientes mientras la abrazaba con fuerza por la cintura. Fue en el espejo donde lo vio sonreírle sin aquella emoción que ella tendría por volver a ver a sus padres alguna vez, al contrario, lucía preocupado, apesadumbrado―. Eres tan preciosa, sólo mírate ―murmuró pensativo, de pronto cerrando los ojos y escondiendo el rostro en la curvatura de su cuello―. No necesitas hacer esto.

AMBER ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora