CAPÍTULO 35: ¿Estás dispuesto?

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¿Estás dispuesto?

Aaron Foster depositó un largo beso en la frente de la castaña y, con un largo suspiro, se dispuso a seguir conduciendo directo a su edificio.

―No te preocupes, Aaron, te acompañaré la próxima semana a ver a tu familia si así lo quieres ―refutó ella nuevamente.

No quería presionarla, pero ella estaba más que dispuesta a estar a su lado incluso cuando las cosas habían salido peor de lo que se imaginó.

Había sido un completo egoísta. Solo recién pensó que habría preferido ir a aquel almuerzo solo que tener que ver cómo Amber lucía una mirada triste y perdida. Quería verla feliz y dándole aquella sonrisa que tanto le gustaba. Se sentía aún más culpable después de que hubiera oído aquella conversación respecto a Megan. ¿Cómo podría estar con ella sabiendo que alguna vez quiso aprovecharse por dinero? No podría verla al rostro ni, mucho menos, fingir que todo estaba bien cuando seguramente estaría retorciéndose por dentro.

Y también sabía que, con todo lo que acababa de decirle, aún seguiría algo resentida por todo lo que le había sucedido. Estaba más que avergonzado cuando notó que efectivamente Amber había oído todo lo que su madre pensaba de ella.

―Marcel se contactó otra vez... ―La oyó decir en voz baja sin siquiera mirarlo. Él, por su parte, se puso en tensión al oír aquel nombre―. Es su cumpleaños el próximo fin de semana así que planeó un fin de semana con su pareja.

Soltó un suspiro retenido sin poderlo evitar. Lo que menos quería en ese momento era tenerlo que verlo y lidiar con él nuevamente. Entró al sótano de su edificio y, escuchándola a su lado removerse inquieta, condujo hasta su estacionamiento en silencio.

―Eso es increíble ―dijo aliviado.

―Y quiere que vayamos. Te ha invitado así que será entretenido, ¿no crees?

Detuvo el auto bruscamente y ladeó el rostro anonadado al verla esbozar una ligera sonrisa. Realmente estaba emocionada con la idea, se veía genuinamente feliz.

―Dudo mucho que lo haya hecho. Él me detesta, Amber. Posiblemente pelee conmigo todo el camino, no creo que mi presencia sea lo que quiera el día de su cumpleaños.

Sintió una suave y pequeña mano tomar la suya, y su cuerpo pareció helarse como respuesta. Una ligera caricia acurrucó su mano, intentando llamar su atención. Entonces alzó el rostro y la vio inclinarse hacia él apenas un poco, como si fuera a decirle un secreto.

―Sabes que me gustaría mucho que vayas, es una buena oportunidad para que ustedes se conozcan. Estoy muy segura que, si no fuera por mí, se llevarían muy bien ―empezó a decir―. Pero también entiendo que estés algo resentido por lo que pasó y que te sientas rechazado, que quieras quizá evitar problemas o que simplemente no quieres verlo de nuevo. Si no quieres ir, estará bien, lo entenderé.

Un largo suspiro se escapó de sus labios por segunda vez, uno fuerte y contenido. Se quedó embobado mirándola mientras aquellas palabras se repetían en se repetían innumerables veces en su cabeza como un eco. Observándola a centímetros de distancia y recordando todo lo que les había sucedido en un solo día, se inclinó lo suficiente como para acortar cualquier distancia entre ellos. Presionó los labios sobre ella y, los movió ligera y suaves sobre los de Amber. Una mano se perdió en la espalda de la castaña, bajando y acariciando la piel que quemaba bajo sus dedos como agua ardiente. La besó con furor y disfrutó cada segundo que ella le regaló en aquellas caricias que siempre parecían enloquecerlo hasta llevarlo a lo más alto del mundo.

―Eres increíble, ¿sabías? ―dijo entre los besos que le daba en todo el rostro de la joven.

Ella se alejó y esbozó otra sonrisa triste.

AMBER ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora