5. Rubén.

15.1K 1.5K 1.2K
                                    


Bien. Mangel y yo volvíamos a vivir juntos... al menos unas semanas.

Era justamente como quería. Bueno, no, en realidad no quería que pasase así... pero al menos le iba a sacar provecho a esto.

Me costó convencerlo de que durmiera en mi habitación, pero lo logré cuando dije esto:

—Tú eres el invitado.

Me miro como... «O sea, ¿en serio?». Creo que acepto porque no quería verme más enojado.

Mangel dijo que iba a salir a comprar cervezas mientras yo ordenaba una pizza por el móvil. No tenía ganas de cocinar... bueno, nunca tenía ganas.

Diez minutos después llegó Mangel cargando bolsas y empezó a dejarlas en la cocina.

—Te compré leche—dijo mientras reprimía una sonrisa. Giré los ojos.

— ¿Entonces, llamó a los chicos para que vengan o...?

Mangel me miro negando con la cabeza.

—No, no quiero verlos hoy. Estoy algo cansado. Quiero pasar el rato contigo y luego descansar... si no te molesta.

—No me molesta.

Y no lo hacía. Me gustaba pasar el tiempo con Mangel. Era divertido y aparte así podía seguirle convenciendo que no era tan malo volver a vivir juntos.

¿O sí?

Me fui a la sala para poner alguna película y justo estaban dando una de terror, así que lo dejé ahí. Mangel trajo una cerveza para mí y empezamos a beber.

— ¿Sabes...?—dijo Mangel mientras daba un trago a su cerveza—, estar así me hace acordar cuando vivíamos juntos.

— ¿En serio?

—Sí. Aunque cambiaron muchas cosas...

— ¿Cómo qué?—pregunté frunciendo el ceño.

Mangel simplemente sonrío y empezó a negar con la cabeza.

No dijo nada más. Cuando llegó la pizza fue a recibirla él y pude jugar que el repartidor le estaba coqueteando. Sonreí. Hasta los chicos podían caer por Mangel...

Bueno, es demasiado guapo. Y muy simpático. Claro que podía gustarle a cualquiera. Tenía una sonrisa encantadora. Y una mirada preciosa. Y...

Joder, para, Rubén. Solo para.

Suspire. ¿Qué carajo me estaba pasando?

Cuando se despidió del repartidor pude jurar que se guardo un papelito en el bolsillo. ¿Qué? Probablemente el número...

Empecé a sentir algo en mi interior. No entendía que era. Pero era como un nudo en el estomago y las ganas de querer pegarle a aquel chico.

—Así que...—dije mientras Mangel se sentaba a mi lado y dejaba la pizza ahí—, ¿qué es ese papelito que te dio?

— ¿Celoso, mi querido Rubén?—dijo con una pizca de burla en su voz pero luego sacó el papel y si, estaba en lo correcto... era su número.

— ¿Lo vas a llamar?

—No. No es mi tipo—dijo mientras agarraba una rebanada y le daba un mordisco—, además no quiero engañarte, celosito.

Giré los ojos. Claramente no lo iba a llamar. No era gay. Y aunque lo fuera... no le vería nada de malo. Joder, era Mangel. Un gusto no definía a nadie...

Decidí continuar la broma.

—Capaz me podrías dar el número a mi... capaz si es mi tipo—dije mientras me aguantaba una risa al ver como abría sus ojos y me miraba con algo de asombro.

—Ni en broma.

— ¿Por qué?

—Porque... no.

— ¿Celoso?

—Pues... sí—dijo con tanta sinceridad que casi me caigo del sillón por eso—. Mira si se hacen grandes amigos, ¿y me dejas abandonado y me reemplazas con otra persona? No, no. Tengo que cuidar lo mío.

Dios. Era tan putamente tierno.

—No te voy a dejar abandonado, Mangel...

Mangel me miro. Podía jurar como ocultaba una sonrisa y luego empezó a reírse. No entendía el motivo de esa risa pero aún así sonreí. Escuchar como reía era el sonido más hermoso que había escuchado jamás.

Nos quedamos toda la madrugada hablando de gilipolleces, de cosas que solíamos hacer, de bromas, de juegos.

Con él me podía olvidar del tiempo. No existía un reloj ni las horas.

Podría haber una tercera guerra mundial afuera y no me importaba, no me podía importar nada más que la voz, los ojos y la risa de mi mejor amigo a mi lado.

Cuando se hicieron las cinco, Mangel se levantó para ir a mi habitación. Se acercó, se lamio los labios, podía jurar que me iba a besar y yo... no estaba seguro de separarme. Pero en cambio, me dio un beso en la frente y antes de levantarse, sonrió.

—Descansa, celosito.

Ya me había dado un jodido apodo nuevo.

—Descansa... Mangel.

Empecé a recoger la basura que habíamos dejado en la sala ya que no podía dormir. Me tarde diez minutos antes de acostarme en el sillón. No era para nada cómodo, pero tenía que acostumbrarme por ahora.

Pensando y preguntándome qué hubiera pasado si Mangel me besaba... me quedé dormido.


-----------------------

Bueno, hola. Es la primera vez que hablo en este fic, ah. 

Bueno, yo no soy de actualizar muy a menudo, si alguno leyó Wonderland y las demás entenderá de lo que hablo, pero estoy muy inspirada con este fic. 

Y bueno, se lo dedico a dos personitas de twitter: turndoblas y ShadyProblemas. Quererlas, chicas <3

¡NO HAY PAN PARA TANTO CHORIZO! 

Uncover.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora