16. Miguel.

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No podía ser que Alex me haya hecho eso. Él sabía todo lo que había sufrido por Rubén y traerlo como si estuviera todo bien... joder, sabía que era un egoísta por alejarlo de nuestros amigos después de nuestra pelea, pero aún dolía demasiado verlo.

Me había dolido verlo después de tanto tiempo. Ver como estaba tan jodidamente incomodo por estar yo. Como miraba el piso. Hasta, cuando subió los ojos, pude sentir como respiraba de nuevo. Cuando me miro con sus ojos verdes, que me parta un rayo, pero me seguía causando tantas cosas y lo odiaba por eso. Y me odiaba a mí por no haberlo olvidado todavía.

Me mojé la cabeza con la canilla y escuché como se abría la puerta.

—Mira, si tienes un problema, puedes decírmelo, no actuar como un jodido infantil—esa voz. Esa jodida voz. Ya me había olvidado como sonaba cuando estaba sobrio.

Alcé la cabeza y lo miré. Estaba con los brazos cruzados y sus ojos verdes intensos me miraban. Podía notar las ojeras y que estaba mucho más delgado.

—Contesta—dijo—, no te quedes mirándome como si fuera un desconocido. ¡Joder, nos conocemos hace casi diez años!

— ¿Qué quieres, Rubén?—dije mientras me apoyaba en una pared y lo miraba. Solo nos separaban pocos metros.

—A ti—respondió—. Te extraño. Quiero a mi mejor amigo, de nuevo...

—Joder, no sabes cómo duele cuando me llamas mejor amigo.

Rubén se mordió el labio y miro al suelo.

—Lo siento, yo...

— ¿Sabes que estoy en pareja?

—Sí... Sofía, ¿no? ¿Qué tiene que ver tu novia en esto, joder?

—Yo dormía en tu puerta pidiendo una oportunidad. Y ahora que logré seguir adelante, me dices que me extrañas todo este tiempo... ¿quién te crees que eres? ¿Quién te crees que soy yo? Solo te gusta verme roto. Tú no quieres mi corazón, solo te gusta saber que podes todavía ser el único que logra que esto se rompa.

—Solo quiero arreglarlo, Mangel...

— ¿Eso quieres? ¿Sabes que cada vez que te pones ebrio me llamas? ¿Sabes qué me dices que me amas? ¡Ebrio, joder! ¡Eres un jodido cobarde que no sabe admitirlo sobrio! Ese es el problema, Rubén... no puedes estar conmigo mientras estés consciente, ese es el puto problema.

— ¿Yo... yo te llamo?

—Sí.

— ¿Cuándo...?

—La última vez fue hace tres días. Creo que te pones petadisimo con el alcohol y me llamas.

—Yo no tenía ni idea, yo...

—Entonces, no te acuerdas de cuándo me besaste.

Rubén me miro como si no lo creyera.

— ¿Yo... yo te bese?

—Hace dos meses—asentí mientras suspiraba—, esa fue la última vez que te vi... hasta hoy.

— ¿Qué... qué paso ese día?

—Yo estaba durmiendo y me llamaste diciendo que te ibas a suicidar, fui para ver si estabas bien y me besaste.

— ¿Luego...?

—Me pediste que no me fuera. Que me quedara contigo.

— ¿Y... lo hiciste?

—No, Rubén, me fui.

— ¿Por qué?

—Joder, que me habías roto el corazón hace unos días... no podía verte, Rubén. No puedo verte, joder. Me dueles demasiado cada vez que te miro.

—Entonces, el beso que soñé...

— ¿Soñaste que nos besábamos?

Quise reír. Ahora éste empezaba a tener sueños conmigo.

—Yo...—Rubén se puso colorado y a mí me pareció adorable, pero no tenía que causarme eso, maldita sea—, creí que era un sueño...

Suspire mientras me acercaba a él. Me miraba con cada paso que daba.

—No quiero estar contigo—admití—, pero aún no estoy listo para volver a lo que era...

—Joder—suspiro y se paso las manos por la cara—, solo perdóname. Juro... juro no volver a ponerme ebrio ni llamarte, juro... juro intentar enamorarme de ti.

Intentarlo.

—No lo intentes—susurré y me acerque a su mejilla para darle un beso—, solo hazlo.

Antes que contestará, salí del baño. Dejándolo solo.

Uncover.Where stories live. Discover now