26. |Oscuridad en pedazos|

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Capítulo 26

Oscuridad en pedazos

5 de Junio

Adrien Alexei Le Brun

—Vamos a matarla, es lo único que nos queda. El hijo de puta no ha venido y conmigo nadie juega — el semblante de Hugo solo irradia ira y deseos de venganza.

Trago saliva y limpio el sudor que corre por mi frente. Yo tendría que estar feliz de que la sacaran de mi vista, pero no entiendo la razón por la que siento un nudo en el estómago al escuchar hablar a mi antiguo jefe de esa manera.

Hugo es a quien le compro la mercancía actualmente, el único por así decirlo, ya que no invento con nadie más. El sujeto ha montado su propio imperio en poco tiempo, tanto, que a sus treinta y tres años, es uno de los mayores distribuidores de drogas en todo el país. Además de eso, es dueño del casino más grande y popular de la zona.

— Vamos hombre, ella no tiene la culpa de que el imbécil de su novio no sepa dar la cara — intento persuadirlo para que desista de esa idea tan descabellada y que me produce un escalofrío con tan solo pensarlo.

En estos momentos estoy odiando a Liam, estoy deseando encontrarlo y darle tantos puñetazos como me sea posible. Es un jodido irresponsable; debería estar aquí, poniendo su trasero en venta y entregando el puto dinero. Sabe muy bien que con Hugo nadie juega, el hombre no tiene escrúpulos a la hora de matar.

¡Carajo!, apuesto a que él vio como la dejaron esos matones; para ser honestos, fue poco comparado con otros trabajos realizados. Casi podría decir que fueron gentiles, si la situación hubiese sido otra, no viviría para contarlo.

— ¿Cuál es tu interés? Desde hace unas semanas estás abogando demasiado por la bailarina. Te aviso que si te la quieres tirar, solo tienes que decirme. Con gusto te doy el tiempo antes de cobrarme lo que me deben.

Aprieto mi quijada y me ordeno no saltar sobre él y degollar su pálido rostro. Es una persona con muchas influencias y un poder realmente sorprendente; podría acabar con mi vida en cuestión de segundos.

Detesto escucharlo, pareciera que todo le vale madres. Si yo soy un enfermo, este maldito está desquiciado. A él no le importa nada, no le tiembla el pulso a la hora de disparar; ha terminado con los miles de sueños que tienen aquellos estúpidos que osan a burlarse de la banda y escapar con lo que le corresponde, ya sea droga o dinero.

Si existe alguien allá arriba, le estoy agradecido de que me permitiera salir con vida. Joder, no sé en qué estaba pensando cuando entré en Le Monsieur, aquí quien decide formar parte, no lo abandona así como así, y si lo hace, no es con vida.

Ventajas de caerle bien al jefe, supongo.

— No hay ningún interés de mierda, pero sabes que ella es inocente. Ha pagado por la cobardía de ese idiota, no creo que sea necesario matarla. A quien debes de encontrar es a ese hijo de puta. Él es quien debe asumir las consecuencias de sus actos.

Hugo me observa por un largo rato, su ceño está fruncido y sus labios apretados en una fina línea.

— ¡No lo encuentro! Ese es el problema. Invadimos su apartamento, el del otro estúpido, y hemos ido a su trabajo. Nadie sabe de ellos y eso me está colmando la poca paciencia que me queda.

Save Him ® Secretos #1Where stories live. Discover now