35. |Intensidad|

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Capítulo 35

Intensidad

25 de Junio

— ¿Qué pasó entre tú y Marie? La noto tensa desde hace días y solo se pone así cuando está contigo, así que habla. Ambos sabemos que ella es muy parlanchina y desde que llegas se calla y se convierte en una bolita roja.

Alexander suspira y me mira con cara de cansancio. Estamos en el trabajo, pero eso no quita que yo baje de mi área para venir y molestarlo con lo mismo. Necesito sacarle esa información porque mi amiga esta renuente a soltar la verdad y como consecuencia le he dejado los clientes, que gracias a Dios hoy son pocos, para que se las arregle ella sola para así yo chantajear un poco al castaño.

—Joder Madi, estás malditamente caliente esta noche. Deberías dejar de hacerte la dura y venir conmigo —Ethan abre la boca y yo solo ruedo los ojos. El tipo no se cansa. La semana pasada se la pasó en lo mismo y no importó cuanto lo ignoré, él no ha cesado.

—Cierra la boca, Ethan —gruñe Alex y lo miro con una ceja enarcada. Este también está más susceptible de lo normal.

—Oh vamos hombre, relájate. Pareces un viejo.

—Evans... —responde como advertencia y éste, al contrario de intimidarse, se ríe y le avienta la pequeña toalla que utilizan para secar los vasos de los tragos. White lo asesina con sus pozos almendrados y libera un chasquido. Para ser honesta, mi querido barman no asusta ni a una mosca.

—Alexander White, suelta la lengua si no quieres que me pase a través de la barra y te lo saque a golpes —canturreo con inocencia mientras apoyo mi mano sobre el taburete y lo miro con intensidad. Ajá, puede que esté un poco más alegre debido a un chico de ojos grises, que a pesar de que me dejó con todo un remolino de preguntas por sus actos tan impulsivos y sus palabras tan...confusas y su actitud, a veces distante, otras veces tan cercano, son los que no han salido de mi mente y sobre todo, porque en los últimos días no ha hecho más que tratarme tan... diferente a como lo hacía, que me siento en una nube y temo caer de bruces contra el suelo.

Sí, puede ser eso, o el hecho de que durante toda la semana he estado recibiendo mis flores favoritas con una tarjeta rebosada de letras que me han elevado al infinito, estando éstas firmada por un tal anónimo. No me quejo, tengo una rara corazonada de quién podría ser, sin embargo, no me quiero hacer ilusiones.

— ¿Para qué quieres saber? —inquiere el morocho después de respirar profundo y atender a una de las chicas que no deja de mirarlo con lujuria. Dios santo, no sé qué es lo que tienen éstas mocosas en la cabeza.

Puaj.

—Tu solo dime. Sé que estás enamorado de ella y pues... no sé. ¡Cuéntame!

Él suspira y le dice algo a uno de sus compañeros para que lo cubra un momento. Me insta a seguirlo y cuando voy a ir con él, siento una fuerte mirada sobre mí, lo que me hace girar y encontrar a la rubia fulminándome y haciéndome señas para que suba al VIP con ella. Niego con una sonrisilla traviesa y le digo adiós con la mano.

—Bien, suelta la sopa —inquiero cruzándome de brazos y él, al contrario de lo que me imaginé, se convierte en un tomate y aprieta sus labios en una fina línea.

—La besé —me cuesta un poco asimilar lo que ha dicho, pero cuando por fin lo hago, me quedo como una estatua. De inmediato, mi mente comienza a maquinar los posibles escenarios y sobre todo, las posibles razones por la que algo así sucedió entre ellos sabiendo, desde un principio, que ella tiene novio.

Save Him ® Secretos #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora