Narra ___:
El rugido del animal retumbando en el espacio libre de troncos gigantescos, de copas frondosas, libre de todo. Estamos al descubierto, él y nosotros. Su rugido es el inicio del juego, el "listos o no, allá voy". No, no estamos listos, pero allá viene.
Son apenas diez segundos que tardamos en llegar al otro lado, diez segundos en los cuales la bestia tiene espacio para estirar sus grandes patas y dar zancadas que, si hubiera tenido más metros que correr, con seguridad nos habrían alcanzado. Pero él es grande y nosotros pequeños, y las ramas nudosas y las enredaderas forman un laberinto imposible de atravesar. Creo que comienzo a caer en la cuenta de lo que acabamos de ver cuando oigo el rugido del espinosaurio quedar lejos a nuestras espaldas, aunque no dejamos de correr hasta más de un minuto después. No hay garantías de nada en la Isla Sorna.
Finalmente nos detenemos, sin aliento, cuando creemos haber puesto suficiente distancia entre el cazador y nosotros. Respiro pausadamente y busco a Billy y a Alan con la mirada. Okey, está aquí, estamos aquí, todo está bien, fantásticamente, todo lo fantásticamente que podríamos estar cuando un espinosaurio acaba de comerse a un cuarto del grupo.
-Lo evadimos- dice Alan.
-No por mucho- replico, con los ojos muy abiertos pero una leve sonrisa. Estamos vivos.
Por ahora.
El paleontólogo encabeza el grupo y aparta un arbusto de nuestro camino. Del otro lado, un tiranosaurio, rodeado de moscas y con olor a peste asesina.
-No tiene vida- señala el paleontólogo. No me digas, Alan, pensé que dormía plácidamente la siesta. El pobre animal tiene el cuerpo abierto a la mitad.
Pero de detrás del muerto no tardó en asomarse su devorador, otro tiranosaurio al que al parecer habíamos interrumpido a medio almuerzo. Fue casi gracioso, la cabezota tenía las fauces bañadas en sangre fresca de su congénere. Nos miraba curioso, como intentando adivinar si éramos algo que podía comer o simple vegetación. Una hermosa estampa que recordaré para toda la vida en forma de nuevo trauma, sobre todo porque estaba tan cerca que podía oler el óxido del cadáver
-Nadie se mueva...- murmuró el Doctor Grant.
Si, sonaba a un excelente consejo, hasta que el tiranosaurio rujió y escuché los pasitos ligeros a nuestras espaldas. Todos corrieron, genial, deben tener realmente muchas ganas de hacer ejercicio porque lo que hubiera funcionado de maravilla con este bicho habría sido exactamente lo contrario. Oh, hasta Billy salió corriendo, vaya experto.
Alan y yo miramos al tiranosaurio medio segundo más antes de seguir al grupo en su carrera desesperada.
-Mala idea, estar aquí es mala idea...- me repetí, para frenarme en seco al llegar a un pequeño sector donde los árboles creaban una cúpula. En medio, como una novia que espera en el altar, estaba el espinosaurio. Rugió, y el rex le devolvió el rugido. Estaba por desatarse una escena impresionante.
Apenas llegué a lanzarme hacia un costado antes de que ambos carnívoros embistieran todo su peso y mandíbulas contra su rival. Ambos se movían con toda la velocidad con la que un animal de toneladas puede hacerlo, con movimientos bruscos y pesados, tambaleándose sus pasos sobre el suelo. El tiranosaurio ruge y hunde sus fauces en el cuello del cocodrilo, arrastrándolo a gusto mientras este intenta a toda costa zafarse, pero su captor no piensa darse por vencido y lo arrastra por el claro en círculos, derribando algunos árboles en el proceso. La fuerza que desprende la batalla es palpable, son como dos locomotoras entrelazadas tirando el lados opuestos. Estoy absolutamente fascinada, y no es para menos, estoy presenciando en vivo una maldita pelea a muerte entre un t-rex y un espinosaurio ¿Dónde está Alan? tiene que ver esto...
Algo grita con desesperación bajo la pata de uno de los titanes, que ni se inmuta. Ese algo es mi padre adoptivo, que quedó en medio de la disputa, o más bien, debajo de ella. Con el corazón a mil, me arrastro entre los pastos largos para no llamar demasiado la atención y me acerco todo lo que puedo. Él hace lo mismo, excepto por los momentos en que se queda muy quieto, mirando la pelea. Ya me dirá que sólo buscaba que los dinosaurios no lo aplasten, pero no le voy a creer una sola palabra. Esta disfrutando de este espectáculo desenfrenado del caos tanto como yo.
Finalmente, Alan logra salir del suelo y ponerse de pie, y ya sin perder un segundo más, corremos selva adentro.
-¿Quién crees que gane?
-¿Eso es lo que te preocupa ahora, ___? ¿En serio?
-Sí- repongo- ¿Quién crees que gane?
Bufa y cede. Eso fue fácil.
-El cocodrilo.
-¿Al Rex? ¿Estás seguro?
-Es más pesado y tiene le ventaja.
-¿Cuál ventaja? hasta recién lo único que tenía era los dientes del rex en su cabeza...
-Precisamente, el Rex ya hizo su ataque y falló.
-No lo creo.
-¿Me vas a cuestionar mis veinte años de experiencia como paleontólogo?
-No me atrevería- me defiendo, ahora disminuyendo el paso- sólo digo que si tuviera que apostar...
Un fuerte golpe en el suelo que hasta lo hace temblar. No son pisadas, no es una persecución ni una pelea. Ya no.
Volteamos, para encontrar al espinosaurio con sus fauces alrededor del cuello del Rex. Este tiene el cuerpo flácido y los ojos abiertos, clavados en la nada.
-¿Decías?- Alan me palmea la espalda y volvemos a correr- me debes veinte dólares.
Río.
-Si tan sólo los tuviera.
-Oh, los tendrás, ___. Ahora mismo voy a tener una pequeña charla con Kirby para que nos explique algunas cosas.
Oh Paul, ya siento pena por tí. Vas a haber preferido estar en la batalla del tiranosaurio.
Holis personas del globo!!!
Todo bien? Aqui, vamos a ver como me va en mi primera clase de Karate :D
Espero que les haya gustado el cap, nos vemos mañana en Luna Nueva!!!
-Twily16, la proxima super saiyajin :D
Pd: la cabra porque.... Me gustan las cabras (?
(edit:25/8/22)

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Jurassic Park (dinosaurios & tú) (EN EDICIÓN)
Fanfic___ es la hija de John Hammond, a quien adoptó cuando sólo era un bebé. Tiene ocho años, ama a los dinosaurios y desea más que nada convertirse en una paleontóloga. Pero un proyecto de su padre la llevara a la Isla Nublar, donde su más grande sueño...