Capítulo 8

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Zayn estaba a escasos centímetros de mí. Tanta proximidad me ponía nerviosa. Parpadeé varias veces al sentir su aliento contra mi piel. Noté como mis mejillas ardían. ¿A qué se refería con que no iba a parar de decirme esas cosas? ¿Acaso tenía idea de verme otra vez? Porque yo no. No me atrevía a mirar pero notaba sus ojos marrones atravesando mi piel, observando cada movimiento que hacía.


-No quiero incomodarte más- se aclaró la garganta-. Además, tengo que volver a por mi moto- mientras hablaba, en ningún momento se alejó de mí, seguía sintiendo su proximidad. Yo asentí. Lo mejor era que se fuera-. Bien...- murmuró en un susurro y por el rabillo del ojo vi como sus labios se tornaban en una sonrisa. Abrió la puerta y salió del coche. Le vi marcharse por el espejo retrovisor.


Todavía sin creerme lo que había pasado, salí del vehículo. Cerré la puerta, las manos me temblaban ligeramente, seguía nerviosa. Al llegar a casa me encontré a Ashley en la cocina y no parecía estar muy contenta. Estaba sentada en una silla, con los brazos cruzados sobre el pecho y su pie izquierdo, inquieto, no paraba de tocar el suelo una y otra vez.


-¿Se puede saber de dónde vienes? Llevo esperándote una hora ¡Te he dejado como cien llamadas perdidas! Pero claro, tú como siempre lo tienes sin batería- estaba histérica pérdida.


-Zayn me ha traído a casa- me atreví a decir.


-¿Qué?- la noticia le pilló de imprevisto. Pegó un salto y se levantó de la silla.- ¿Zayn? ¿Qué Zayn?


-¿Es que conoces a muchos Zayn?


-No. Por eso mismo que solo conozco a uno. ¿Qué hacías con él? Creía que ibas al taller.


-Mejor siéntate-. Las dos cogimos una silla y nos colocamos alrededor de la mesa. Ashley me miraba impaciente mientras me servía un vaso de agua de la botella. La pequeña mesa estaba llena de platos.


-¿Has comido sin mí?- pregunté al ver tal desorden.


-Tenía hambre y estaba enfadada contigo por no llamarme- explicó-. Pero no te vayas por las ramas y cuéntame qué ha pasado- tomé una bocanada de aire y suspiré levemente.


-Louis trabaja en el taller de abajo y era el que me estaba arreglando el coche- la mandíbula de Ashley se desencajó.


-¿Y te lo encontraste de golpe?


-Sí y no...- expliqué-. El otro día cuando fuimos a comer y pasamos por el garaje le vi a lo lejos- la boca de Ashley se abrió más de lo que estaba.


-¿Y por qué no me dijiste nada?- exclamó, levantando los brazos disgustada.


-Pensaba que no le volvería a ver.


-Pues pensaste mal- murmuró apoyándose en el respaldo de su silla. Bebí un poco de agua para continuar.


-¿Sabes que es un asqueroso?- Ashley arrugó la frente sin entender.- Me ha tratado como una mierda, como si no me conociera de nada. Me ha empezado a insultar, y a gritar, y a reírse de mí.

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