Capítulo 26

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Esa pregunta ya me la había hecho antes y, aunque a veces fuera cierto que me intimidaba un poco con su comportamiento, había aprendido a hacerle frente.

-Más quisieras- susurré.

Él hizo una mueca, mostrando una sonrisa ladeada y miró hacia abajo, como si estuviera pensando algo que le hiciera gracia. Quería librarme de su agarre, porque lo que menos deseaba era que Zayn apareciera y nos viera en tal estado. Eso solo empeoraría las cosas. Tenía intenciones de empujarle para que se separara de mí, hasta que subió su mirada y sus ojos volvieron a conectar con los míos. Ahí sentí cómo se me cortaba la respiración otra vez.

No le tenía miedo. Tenerle miedo era algo absurdo pero había algo en sus iris que me transmitía oscuridad. Su azul intenso estaba teñido de tinieblas, una tenebrosidad que era la causante de que me sintiera intimidada por él, una oscuridad que me provocaba escalofríos por la espalda y todo tipo de sentimientos a lo largo del cuerpo. Parecía tan profunda que no lograba ver más allá. Por un momento me dieron ganas de conocer qué tipo de historias se escondían detrás de esos ojos tristes, sin signos de luz.

Me había quedado tan anonadada analizando sus luceros que no había sido consciente de que su mano izquierda había soltado mi muñeca y se movía lentamente por mi brazo, provocando un ligero cosquilleo, haciéndose paso hacia mi espalda. No apartaba su vista de mi rostro. Era tan intensa que me dejaba sin respiración, me dejaba tan atontada que no era capaz de reaccionar e irme. Juraba que su mirada era la cosa más intimidante que había podido experimentar en este mundo.

Sus dedos erizaban la piel de mi brazo. Se deslizaban con delicadeza, muy suavemente, como si mi piel se tratara de auténtica porcelana, hacia abajo. Al contrario que yo, estaba segura de que él podía ver toda clase de sentimientos contradictorios danzando por mis pupilas, reflejados desde lo más profundo de mi ser. En cambio yo, no sabía por dónde empezar para descifrar su intensa y penetrante mirada.

Cuando su mano se posó lentamente sobre mi trasero salí del pequeño hechizo en el que había caído por culpa de sus ojos y desenmascaré sus intenciones.

-¿Qué haces?- me mantuve tranquila, intentando no perder el control aún. Él continuó observándome, su mano sin moverse.

-Tocarte el culo- respondió igual de sereno.

-¿Y qué te hace pensar que puedes hacer tal cosa?

Con la mano que tenía libre le di un manotazo y aparté su palma de mi cuerpo. Él me miró con el ceño fruncido. Podía sentir el inicio de una sonrisa formándose en sus labios.

-No lo entiendo... Tú me puedes besar cuando te viene en gana pero ¿yo no te puedo tocar el culo?

-¿Quién te piensas que soy?- exclamé irritada.

Me acerqué a él con mi dedo índice acusándole. Irradiaba fuego. La sangre de mis venas ardía bajo su intensa mirada llena de descaro y chulería.

-Que te quede muy claro Tomlinson... No soy ninguna de tus zorras.

Mis palabras parecieron hacer mella conforme su rostro cambiaba totalmente de expresión, volviéndolo distante y gélido. Se acercó de nuevo a mí, aún más enfadado que yo. Sus mejillas coloradas y sus pupilas transmitiendo la rabia que corría por mis venas.

-No vuelvas a llamarme Tomlinson. ¿Entendido?

Masculló entre dientes desafiante, mucho más cabreado de lo que nunca le había visto. Era como si hubiera dicho una palabra tabú para él. Sentí un escalofrío y temblé ante su intensa mirada. Un grito lejano fue lo que nos hizo reaccionar. Miramos a nuestro alrededor buscando al causante de ese gruñido.

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