Capítulo 29

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-Página ciento setenta y tres. Búscalos en el registro.

Después de un viaje como delincuentes en el asiento trasero del coche de policía, habíamos llegado a la comisaría central de Cambridge. Nos habían metido a los dos en una especie de celda, pero no como la de las cárceles, se trataba simplemente de un pequeño espacio en el que nos tenían retenidos... Y tenía barrotes. ¿Cómo había llegado a esta situación?

-La chica no aparece- comentó uno de los policías.

Estaban buscando si teníamos antecedentes. Yo hasta ahora no tenía pero estaba claro que después de esta noche iba a salir con una gran mancha en mi expediente.

-Búscale a él- le ordenó el otro policía mirando a Louis.

Louis. Ese era otro tema. Estaba totalmente perdido en su mundo. Se notaba a leguas que estaba cabreado. Desde que habíamos llegado y nos habían soltado en este pequeño espacio se había apoyado en los barrotes y no había parado de mirar lo que hacían los policías, sin hablar con nadie, ni siquiera conmigo. Yo estaba sentada en el pequeño colchón que había en la celda, el cual suponía que estaba allí por si alguien tenía que pasar la noche. Esperaba que ese no fuera nuestro caso porque no aguantaba más de cinco minutos entre estas paredes.

-¿Tienes antecedentes?- murmuré en voz baja para que solo me escuchara Louis. Me miró con el ceño fruncido, lleno de rabia.

-¿Tú qué coño crees?- me respondió molesto. Chascó la lengua y volvió a fijar la vista en los policías, los cuales estaban centrados en el ordenador.

-Aquí estás. Louis William Tomlinson.

Las pupilas del hombre se movían de un lado para otro mientras leía. Su expresión iba cambiando conforme avanzaba en el informe. Soltó una pequeña carcajada.

-¡Pero si hemos encontrado a una joya de la corona!- exclamó llamando al otro policía para que se acercara al ordenador.

-Tres robos, fichado por hacer carreras ilegales, detenido por posesión de drogas y un mes de trabajos sociales con libertad condicional por un delito de agresión. Tú no te aburres ¿no?

El comentario iba con segundas y escuche a Louis gruñir a mi lado. No le hizo mucha gracia. Ambos seguíamos con las esposas puestas pero no le recomendaría a ese hombre que se acercara lo más mínimo a él en estos momentos.

Estaba totalmente impresionada con el expediente de Louis. Me había quedado petrificada. Tres robos, detenciones, drogas y ¿un delito de agresión? Escuché a Louis resoplar. Sabía cómo era y estaba segura de que hubiera preferido que yo no me enterara de esos datos. Sabía que no le gustaba hablar de su vida, era una persona muy cerrada, y eso había sido demasiada información de golpe.

-Vamos a ver, criaturas del señor- uno de los hombres se acercó a nosotros con un papel y un bolígrafo-, os vamos a tomar declaración. ¿Quién de los dos va a hablar?

-Yo- dijimos Louis y yo al unísono.

No, de ninguna manera iba a dejar que él hablara. Era lo que me faltaba. Ya me había metido en demasiados líos y no le veía capaz de sacarnos de aquí, mucho menos con su preciosidad de expediente. Prefería hacerlo yo. Él se giró instantáneamente y se acercó a mí, agachándose para hablarme al oído.

-Nunca has estado detenida. No sabes cómo son estos hombres ni los trucos que tienen para sonsacarte información. Hablaré yo- no era una pregunta, era una afirmación.

Resoplé. Era la última vez que le depositaría mi confianza. Si la cagaba era el fin. Se acercó de nuevo a los barrotes y encaró al policía.

-Puede proceder- le comunicó.

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