Risk It All: No Control || Bradley Simpson

Capítulo 3.

En este momento, hacer círculos en una hoja es más interesante que escuchar al profesor hablar del comportamiento. Una bola de papel cayó sobre mi cuaderno, lo abrí y leí lo que decía.

"Tengo una perfecta imagen de tu trasero aquí atrás hermanita x"

Abrí los ojos completamente anonadada con su nota. Me di vuelta y le dediqué una mirada de odio.

"Se mira y no se toca, idiota." escribí en el mismo papel que me había arrojado y se lo arrojé. Escuché una carcajada y luego vi toda la clase mirando a Bradley.

―¿Qué es tan gracioso, Simpson? ―preguntó el profesor seriamente.

―No importa, profesor.

―Claro que sí, dígalo así nos reímos todos.

―No lo haré. ―rio

―Entonces irá a la oficina de la directora.

―Como quiera. ―tomó su mochila y se paró para irse.

―Siéntese, Simpson. No quiero volver a escucharlo en lo que queda de la clase.

―Bien. ―se encogió de hombros y se sentó, mi mirada quedó fija en él hasta que me guiñó un ojo. Rodee los ojos y volví a hacer círculos en mi cuaderno

[...]

―...Pueden retirarse. ―terminó el profesor de la última hora, Química, y salí rápidamente del salón.

Bajé las escaleras y seguí a la multitud de alumnos que bajaban por las escaleras. Salí del instituto y busqué a mi madre con la mirada, se suponía que debía estar aquí para llevarme a casa. Sentí unas manos abrazarme por detrás, por lo que giré rápidamente.

―¡Cameron! ―chillé y lo abracé.

―¡Boo!

―Te he echado de menos, mucho.

―También yo, pequeña. ¿Cómo te sientes?

―Bien, supongo. ¿Tú?

―Bien, papá me ha presentado a su novia, es linda.

― ¿Has llegado hace mucho?

―Hace como una o dos horas.

―Deberías estar con tu padre, Cameron. ―lo regañé, a lo que él se encogió de brazos.

―Da igual. ¿Vamos?

―Claro. ―sonreí y comencé a caminar hacía su motocicleta.

―¿Dónde vas tú? ―escuché detrás de mí, giré y ahí estaba Bradley junto a los que supongo que son sus amigos, Connor entre ellos. Me agradaba tanto...

―¿Me hablas a mí?

―Claro, ¿a quién más?

―No te importa.

―Claro que me importa, debo llevarte a casa.

―No es necesario, gracias.

―Amber.

―¿Bradley?

―Vamos, sube al coche.

―No quiero.

―Tendré que subirte yo mismo entonces. ―dijo y me subió a su hombro.

―Déjala o te parto la cara. ―dijo fríamente Cameron apoyado en su moto.