Capítulo 14

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Capítulo 14

Rose, la madre de Jason, recibió a Kayla con los brazos abiertos literalmente. La abrazó con fuerza contra sí mientras lloraba en su hombro. A Kayla se le partió el alma y fue aún peor pensar en cómo debía de estar Jason para que su madre se pusiese así.
Rose era una mujer fuerte, Kayla lo sabía porque la conocía personalmente y porque Jason le había contado tantas cosas de ella, que casi la conocía mejor que la palma de su mano.
Para que Rose llorase, tenía que ser algo grabe.
-Rose...-empezó a decir Kayla, siempre la tuteaba porque odiaba que la tratasen de usted.
Estaban en el hospital en el ala de urgencias, los médicos se movían de un lado para otro sin fijarse en los seres queridos de los pacientes.
-Oh Kayla, no sabes como me alegro de que hayas venido. -Rose se apartó un poco de ella y le acarició la cara con cariño mientras lloraba.
Kayla se preguntó si así era como había visto Jason a su madre cuando su padre los abandonó. Se le estrujó él corazón al pensar en un Jason de nueve años viendo a su madre así, después de ver como su padre se iba de casa a hurtadillas en mitad de la noche.
-Jason va a necesitarte, mucho. -Rose dejó de acariciarle la cara a Kayla para limpiarse las lágrimas.
-¿Tan mal está? -preguntó Kayla con un nudo en la garganta.
-Jason no podrá volver a jugar fútbol americano nunca más. -Rose apartó su mirada de Kayla y se quedó mirando al suelo, como pensando en algo. -Jason siempre ha querido ser jugador profesional, como ya debes saber...y esto...esto arruina todos sus planes...
-Él ama el fútbol. -susurró Kayla sin poder creerlo, no concebía un mundo en el que Jason no pudiese jugar. La noticia lo iba a destrozar.
-Rose. -la susodicha y Kayla se giraron, encontrándose con Miranda.
Estaba totalmente despeinada y pálida, sus ojos estaban rojos y parecía no haber dormido en días.
-Ven aquí, cielo. -Rose tiró delicadamente de ella, como si temiese romperla, para abrazarla cariñosamente. Y acto seguido hizo que Kayla se uniese al abrazo.
-Va a salir de esta, chicas. -aseguró Rose, aunque Kayla se preguntó si se lo decía a ellas o a sí misma. -Es Jason. Es fuerte. Puede con esto. Y nosotras también.
Kayla rezó porque así fuera.

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Jason no quiso verla. Ni a ella ni a Miranda ni a su madre. No quiso ver a nadie.
El equipo de fútbol al completo se fue turnando durante días para visitarlo y ver si alguna vez cedía.
No cedió.
Kayla también insistió, fue al hospital, le envió mensajes, le llamó.
Pero nunca obtuvo una respuesta.
Cada vez que iba al hospital, la madre de Jason parecía cada vez más desesperada y sin esperanzas.
Le contó que Jason apenas había dicho palabra desde que le dieron la noticia, que había días en los que tiraba con todo lo que había a su al rededor, furioso y enfadado con el mundo entero. Otros días, sospechaba Rose, Jason se los pasaba llorando.
Y a Kayla se le partía el corazón de solopensarlo.

-Va a estar bien. -la consoló Elisa sin necesidad de preguntarle en que pensaba.

-No lo parece. -suspiró Kayla.

-Le acaban de decir que no podrá volver a hacer nunca lo que más le apasiona en esta vida. Es normal que esté mal, pero es algo temporal.

-Eso espero... Es que, si tú hubieras visto lo destrozada que está su madre...y no es solo su madre, también Miranda. ¡Por dios! Miranda no parece la misma chica de la fiesta, se pasa los días en el hospital. Vagando como un fantasma a la espera de que Jason quiera verla. ¡Han pasado semanas! Y no se ha dignado a ver a nadie. ¿Y si no se recupera? ¿Y si no vuelve a ser el de antes?

Elisa la abrazó con fuerza sin decir nada y entonces Kayla, estupefacta, se dio cuenta de que había empezado a llorar.
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Jordan hizo de todo para intentar consolarla. Apareció en su casa sin previo aviso con un montón de tarrinas de helado gigante y con películas de todo tipo para que ella eligiera lo que quisiese.
Se pasaron el día viendo películas de dibujos animados, comiendo helado y acurrucados.
Kayla no podía haber estado más agradecida, no le hizo falta hablar con él. Jordan sabía como sonsolarla sin palabras.
Por otro lado la estrategia de Brendon era decirle mil chorradas para hacerla reír. A veces conseguía, tras muchos intentos, sacarle una sonrisa pero la mayoría de las veces no conseguía nada. Y Kayla podía notar como Brendon se preocupaba por ella y como fruncía el ceño cuando no lo insultaba por decir algún comentario pervertido o sacado de contexto.

Un día en especial, tras intentar que Jason aceptara su visita en el hospital y que este dijera que no, Brendon la vio de camino a casa.
Al principio se acercó con la clara intención de molestarla pero al ver su cara de estar apunto de llorar, Brendon cambió pronto de planes.

-¿Estás bien? -se lo había preguntado con una voz tan suave y dulce, que Kayla se preguntó si ese de verdad era Edwards.

Kayla estaba apunto de abrir la boca y decir que sí, pero entonces se dio cuenta de que en realidad no estaba bien. Nada parecía estar bien.

-Yo...- Kayla se quedó sin saber que decir y de repente se encontró a si misma llorando en los brazos de Edwards mientras él le susurraba cosas para tranquilizarla.

Beso de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora