Capítulo 17

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Capítulo 17

- ¡MAX EDGARD HUNTED! -Kayla saltó de un susto por el grito que dio su madre y observó con sorpresa como la mujer que le dio la vida entraba en la cocina hecha una furia.

- ¿Mamá? -tanteó Kayla insegura, pocas veces había visto a su madre con aspecto de querer matar a alguien. Por suerte ese alguien parecía ser su hermano y no ella, a saber que había hecho Max para enfadar tanto a su madre.

-Ahora no, cielo, tengo un hijo al que castigar de por vida. -y dicho esto Melissa, la madre de Kayla, salió de la cocina en busca de Max.

Obviamente Kayla la sigió, se moría por saber que había hecho Max que fuera tan horrible.

Peter, el padre de Kayla, no tardó en aparecer y no lo hizo solo, llevaba agarrado por el cuello de la camiseta a Max, quien intentaba inúltimente soltarse para, muy posiblemente, escapar de la furia de Melissa.

Kayla se compadeció de él durante unos segundos pero luego se acordó de todas las jugarretas que su hermano le había hecho. El enano se merecía sufrir.

- ¿¡Cómo, en nombre de dios, te atreviste a tirarle huevos al coche del padre de Meredith Michelson!? -le gritó Melissa fuera de sí, tenía la cara roja y parecía estar controlándose con toda su fuerza para no romper algo.

Kayla abrió los ojos con sorpresa, ¿le había tirado huevos al coche del padre de Meredith y Jordan? ¿Acaso su "relación" con Meredith había salido mal? O puede que...

-Ese hombre es un capullo. -escupió Max con desprecio, un desprecio que sorprendió a su madre, la cual dejó de gritarle para mirarlo con atención.

- ¿Por qué dices eso? -preguntó Meredith con los ojos entrecerrados, Max podía ser un auténtico diablo pero no era de los que insultaban a la ligera.

-Porque lo es. -sentenció con firmeza y sin parecer en absoluto arrepentido de lo que había hecho.

Kayla lo miró con atención, ¿acaso Max sabía del abuso que sufría Jordan en casa? ¿Y si Meredith había pasado a ser otra víctima más? Eso explicaría porque de repente Max parecía odiar a ese hombre al que seguramente nunca había visto.

- ¿Sabes en que problema nos podrías haber metido, Max? -esta vez quien habló fue su padre, con la voz calmada pero con obvio reproche en la voz. -El señor Michelson es un hombre muy importante. Tienes suerte de que haya decidido dejarlo pasar por esta vez.

Ahí estaba, como Jordan había dicho, el patriarca de los Michelson era demasiado poderoso e importante. Hasta los padres de Kayla le temían.

-.-.-.-.-.-.-.-

Kayla no contestó las llamadas perdidas de Edwards, tampoco sus decenas de mensajes. Cada vez que lo veía por los pasillos, lo evitaba, en las clases que compartían ni lo miraba, aunque podía sentir su insistente mirada sobre ella.

Varias veces Edwards se acercaba con la intención de hablarle, pero Kayla en seguida huía.

Estaba haciendo lo correcto, se decía. No importaba lo que Edwards creyese sentir por ella, en el fondo tenía la sospecha de que solo le interesaba porque no había caído a la primera, así que se mantendría firme y lejos de él.

Edwards no la necesitaba, a pesar de lo que había dicho en su último encuentro. En cambio Jordan, sí que la necesitaba. No tenía a nadie excepto a ella y ella no iba a dejarlo solo.

Sintió una punzada en el corazón al pensar en Edwards, pero en seguida alejó ese dolor de su mente cuando vio a Jordan acercarse a ella con una sonrisa.

-Hola, Kayla Hunted. -saludó con su voz suave y mirándola con ojos brillantes. Cuando Jordan la miraba así, se sentía la chica más importante sobre la faz de la tierra. Como si fuera única y especial.

-Hola, Joran. -respondió Kayla con una sonrisa automática, con Jordan todo era tan fácil, tan transparente y sincero.

-Adivina quien tiene un notable en matemáticas. -dijo Jordan mientras le pasaba un brazo por los hombros y empezaban a caminar, Kayla ya se había acostumbrado a eso, a ir por los pasillos del instituto guiada por Jordan y pegada a él. Parecía que los demás también se habían acostumbrado, ya nadie comentaba nada sobre ello ni había los murmullos y miradas indiscretas de cuando habían empezado a llevarse.

- ¡Felicidades! ¡Me alegro un montón, Jordan! -exclamó Kayla con sinceridad abrazándolo de lado.

-Y todo te lo debo a ti.-contestó revolviéndole el pelo cariñosamente. -Así que me ofrezco como tu esclavo durante un día entero, puedes hacer conmigo lo que quieras. -ofreció mientras dejaban de caminar y se paraban ante la puerta abierta de una clase.

-Lo que yo quiera, ¿eh? -dijo Kayla con tono juguetón mientras se ponía enfrente de él. -Podría hacer contigo muchas cosas. -Kayla vio con satisfacción como Jordan tragaba saliva ante su tono y se acercaba más a ella, hasta quedar a unos centímetros de ella.

-Kayla Hunted. -murmuró Jordan mientras seguí acercando su cara a la de Kayla. Kayla pensó que la iba a besar y se encontró a sí misma deseando que lo hiciera, ¿por qué no la besaba de una vez? Se preguntó a sí misma mordiéndose el labio. De repente hacía mucho calor y parecía que todo iba demasiado lento, quería que Jordan fuera más rápido, quería besarlo hasta quedarse sin aire.

Jordan pareció darse cuenta de sus pensamientos porque sonrió de lado, un tanto arrogante, algo impropio de él pero que resultaba sumamente atractivo.

Jordan se acercó al oído de Kayla y con los labios rozándole el lóbulo de la oreja, lo cual le provocaba cosquillas a la chica, susurró:

-Soy todo tuyo hoy. -murmuró con voz insinuante. -Si quieres algo, solo tienes que pedirlo. -y a Kayla nunca antes nada le había parecido tan tentador.

-Bésame. -ordenó ella con una voz tan anhelante y desesperada que se sorprendió a sí misma.

Y Jordan lo hizo. Se adueñó de sus labios con fiereza mientras una de sus manos se agarraba con fuerza a la cadera de la chica y la otra en su cara con cuidado. Kayla se dejó llevar por el beso, colando sus brazos alrededor del cuello de Jordan y pasando una de ellas por su pelo. El beso era fuerte y furioso, no recordaba haberse besado así con Jordan nunca.

Se sentía en el paraíso y de improvisto la magia del momento se rompió. Alguien los había empujado, haciendo que se separasen y entonces Kayla recordó que estaba en el pasillo de su instituto, delante de un montón de gente.

-Dejad vuestros estúpidos besuqueos para cuando estéis solos. -masculló con desprecio Edwards pasando entre Jordan y Kayla, separándolos aún más, y mostrando su claro enfado.

De repente Kayla se sentía avergonzada y sucia, como si hubiese hecho algo malo, algo totalmente prohibido. Y la punzada que sentía en el corazón cada vez que pensaba en Edwards, volvió a aparecer, pero esta vez con más intensidad. Se quedó mirando con el ceño fruncido la puerta por la que había entrado Edwards a su siguiente clase.

- ¿Kayla? ¿Estás bien? -le preguntó Jordan mirándola con preocupación. - ¿He hecho algo mal? -preguntó con miedo y Kayla se sintió una persona horrible.

-Estoy perfectamente. -murmuró Kayla con una falsa sonrisa. – No te preocupes, no has hecho nada malo. -aseguró antes de darle un suave y casto beso en los labios para seguidamente entrar en el aula. Le tocaba sociales, una de las pocas clases que compartía con Edwards y una de las clases que había empezado a odiar.

Beso de medianocheWhere stories live. Discover now