2. Quizás tengas razón.

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Lea mantenía su cabeza contra sus rodillas mientras se encontraba acurrucada contra el sillón, escuchando a todos debatir sobre lo que deberían hacer.

—... el Secretario Ross tiene una medalla de honor del Congreso, que es una más de las que tenés.— Rhodey argumentó contra Sam, mientras Tony rodaba los ojos recostado contra otro de los sillones.

Lea mantenía fija su vista en Steve mientras él leía atentamente los Acuerdos entre sus manos.

—supongamos que estamos de acuerdo con esto, ¿cuánto pasará hasta que nos rastreen como una banda de delincuentes?— Sam preguntó, cruzado de brazos.

—lo quieren firmar ciento diecisiete países— respondió Rhodey, cansado de la discusión —, ciento diecisiete, Sam. Y estás diciendo "no, está todo bien. Podemos manejarlo".

—¿cuánto más vas a jugar para ambos lados?— Sam levantó el tono de voz.

—tengo una ecuación.— Visión, que se encontraba sentado al lado de Wanda interrumpió.

—oh, esto va a aclararlo todo.— Sam habló irónicamente.

Lea centró sus ojos en el hombre rojo, sentado contra el sillón cercano a ella. Parecía tan distinto a la mayoría de los humanos, parecía como ella, alguien fuera de lugar, en un intento de pertenecer a donde ambos sabían que no pertenecían, a un lugar al que llegaron a querer.

—en los ocho años que pasaron desde que el señor Stark dijera que es Iron Man— comenzó, mirando a Wanda y luego a los presentes en la habitación —, el número de personas mejoradas que se conoce aumentó exponencialmente— Steve levantó la cabeza para observarlo, y Lea volvió a concentrarse en la mirada seria del rubio —. En el mismo período, los eventos que podrían destruir al mundo aumentaron proporcionalmente.

—¿estás diciendo que es nuestra culpa?— Steve preguntó.

—estoy diciendo que puede haber una casualidad— siguió —. Nuestra fuerza invita a desafiarla, el desafío incita a los conflictos, y los conflictos, causan catástrofes. Supervisión... la supervisión no es una idea que se pueda desechar.

—¡boom!— Rhodey miró a Sam.

—Tony, estás atípicamente poco verborrágico.— Natasha comentó, centrando la atención en el millonario.

Lea fijó su vista en él, en su posición agotada contra el sillón. Presionó sus labios levemente, sin saber que opinar al respecto lo que estaba sucediendo.

—es porque ya decidió.— Steve miró a Lea. Él sabía que en el fondo, ella también tenía su elección, pero la intentaba ocultar en lo mas profundo.

—chico, me conoces muy bien— Tony se levantó, llevando una mano a su cabeza —. En realidad estoy lidiando con una jaqueca electromagnética. Eso es todo lo que me pasa, Cap. Es sólo dolor, es malestar— se acercó a la mesada de la cocina y agarró una de las tazas, acercándose a la canilla del agua —¿quién está tirando barra de café en el triturador? ¿les doy alojamiento y desayuno a una banda de motociclistas?

Sacó un aparato de su bolsillo y con molestia lo colocó sobre la mesada, tocando la pantalla que pronto se iluminó, mostrando una foto en holograma de un adolescente. Lea lo miró atentamente, curiosa por saber que diría Stark al respecto.

—a propósito, él es Charles Spencer. Es un gran muchacho— continuó, sirviéndose en la taza el café —. Se graduó en ingeniería informática, promedio de 3,6 sobre 4, iba a tener un buen trabajo en Intel en otoño, pero primero quería ganar experiencia antes de encerrarse en un escritorio, ver el mundo, ser útil, quizás— Lea presionó sus labios, incómoda —. No quería ir a Las Vegas o a Fort Lauderdale, que es a donde yo querría ir. No fue ni a París ni a Amsterdam, que parece divertido. Decidió pasar el verano construyendo casas sustentables para los pobres. Adivinen donde, en Sokovia.

Daughter Of The War. [Steve Rogers]Where stories live. Discover now