4. Necesito salvarlo.

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Podía ver a Steve con el teléfono sobre su oído afuera de la cafetería, hablando con Natasha que se encontraba a un par de metros, sin poder verlo.

Miró a Sam unos segundos, que se encontraba comiendo a su lado. Lea ya no quería seguir comiendo de su plato, así que revolvió un poco más la comida con el tenedor antes de levantarse y dirigirse al baño. Ingresó y se miró en el espejo unos segundos antes de mojar su rostro con agua fría varias veces

Estaba dejando que las cosas ocurrieran y todo estaba cayendo a pedazos ante sus ojos, otra vez.

Primero los Acuerdos, y ahora el Soldado de Invierno aparecía nuevamente. Aparte de que su lado se estaba definiendo cuando ella todavía no podía saber que debía hacer.

Debía decidir rápido, antes de que todo acabara peor. Tenía una misión, pero esa misión se veía interrumpida por Steve Rogers.

Inspiró fuertemente, intentando armarse de valor, buscando algunas palabras para comenzar a hablar, pero su mente se mantenía en blanco ante su reflejo. Gruñó levemente, molesta consigo misma por no poder hacer algo con todo el problema.

Se giró, dispuesta a salir del baño, pero entonces se detuvo. Una mujer un poco mayor se encontraba observándola con atención. La miró con duda unos segundos antes de intentar caminar nuevamente para salir de ahí, pero la mujer la detuvo.

—te conozco.— susurró.

—tengo que irme.— dijo ella intentando abrir paso.

—te vi en persona, Hija del Universo. Vi como abriste ese portal, y como condenaste a la Tierra.— habló, acercándose levemente a ella.

—¿qué?— preguntó sin voz.

—estuve en Alemania ese día, con mis hijos. Nos salvamos por muy poco, pero las consecuencias quedan.— se tocó levemente la cabeza. Jamás había imaginado que ver el Universo para los humanos podía traer secuelas psicológicas, jamás pensó que tanta belleza no fuera capaz de ser apreciada por otra raza.

—no fue mi culpa, no era mi intención...

—es lo que todos ellos dicen cuando destruyen nuestras ciudades— casi gruñó, se encontraba molesta —"No es nuestra culpa" debería ser su lema.

—pero yo jamás quise...— ella la interrumpió, mientras las lágrimas comenzaban a acercarse a sus ojos.

—cariño, es mejor que guardes tus mentiras. Yo sé lo que vi, lo recuerdo todos los días y lo vivo todas las noches en mis pesadillas. Estuviste a punto de matar a la tierra.— comenzó a elevar el tono de voz.

—quiero salir.— susurró, intentando nuevamente salir de ahí.

—no— se colocó delante de ella —, alguien tiene que pagar por todo lo ocurrido.

—por favor— sollozó la joven, intentando contener las lágrimas.

—tus lágrimas no van a lograr nada. Las lágrimas de mis hijos no lograron detener tu estúpido portal.— dijo y presionó los labios, intentando de alguna manera retener las lágrimas

—aquellos hombres...

—aquellos hombres deberían haberte matado, monstruo. Deberían haber acabado con lo que nos podría traer el fin del mundo a la tierra. Vas a pagar por lo que nos hiciste.— asintió varias veces con la cabeza.

La mujer la tomó con fuerza del brazo, dispuesta a sacarla del baño y llevarla a algún lugar que ella no conocía. Pero cuando ella comenzó a tirar, Lea rápidamente forcejeó para soltarse.

Su brazo se escapó del agarre, pero la mujer rápidamente intentó tomarla nuevamente. Lea simplemente reaccionó, empujando con fuerza hacia adelante, provocando que la mujer cayera de espalda contra la puerta de madera, provocando un fuerte ruido.

La mujer soltó un quejido de dolor y Lea llevó una mano a su boca, intentando contener el grito que quería escapar de su garganta por lo que había hecho. Su cuerpo comenzó a temblar sin poder detenerlo, y sus ojos habían quedado fijos en la mujer que sólo se quejaba de dolor contra la puerta.

—¿Lea?— Steve gritó desde el otro lado de la puerta. La mujer se arrastró levemente sobre el suelo, y Lea aprovechó para correr hacia la puerta y abrirla, dejando a la mujer en donde estaba.

Tomó la mano de Steve con fuerza y comenzó a caminar rápidamente para salir del lugar. Sam al verlos, dejó dinero sobre la mesa y comenzó a caminar detrás de ellos.

—¡animales! ¡monstruos! ¡eso es lo que son!— podía escuchar a la mujer gritar desde el pasillo del baño —¡el mundo no los necesita! ¡no los queremos!

Steve la guió hasta el coche, haciéndola subir en la parte trasera. Se sentó a su lado y cerró la puerta, Sam arrancó el auto sentado de piloto y comenzaron a alejarse del lugar.

Lea inspiró fuertemente, intentando dejar de sollozar.

—¿qué pasó?— Steve preguntó preocupado a su lado, tomando su mano, y pasando su brazo detrás de sus hombros para abrazarla contra su pecho.

—dijo que teníamos que pagar por lo que hicimos, que éramos monstruos.

—lo siento tanto.— susurró Steve, besando su frente con delicadeza.

A pesar de que el llanto no cesaba, se sentía reconfortada entre sus brazos, se sentía extrañamente feliz.

Y cosas como esa eran las que la hacían dudar al respecto todo lo que sucedía, sobre su elección y sobre lo que debía hacer.

Se alejó un par de centímetros de Steve Rogers para poder mirarlo a los ojos, y luego besar sus labios. Le encantaba besarlo, era algo distinto a todo lo conocido por cualquier ser en el Universo. Podía sentir una corriente eléctrica recorriendo su columna vertebral, sus manos temblando ante tal contacto, su mente perdiéndose entre las sensaciones que comenzaban a llenarla.

Amaba perderse en Steve Rogers, era algo único y algo que estaba comenzando a amar.

Él limpió sus lágrimas antes de sonreír levemente.

—¿no deberías decirle?— preguntó Sam, mirando por el retrovisor a los dos.

Los nervios volvieron a recorrer a Lea, pensando que Sam esperaba que ella dijera todas sus dudas a Steve, que aclarara su punto tan borroso de vista. Pero el rubio a su lado asintió antes de volver a observarla.

—tenemos una pista de Bucky, estamos yendo tras él.— comentó, con una leve esperanza en sus ojos.

—¿qué?

—Sharon nos consiguió información, tenemos que viajar ahora mismo para llegar antes a él — negó levemente con la cabeza —. Habías dicho que ibas a darle una oportunidad, Lea. Eso es lo único que pido. Necesito salvarlo.

La muchacha dudó, pero luego asintió con lentitud y un poco de molestia. Steve finalmente sonrió, sabiendo que Lea seguiría a su lado, al menos un poco más.

Sólo faltaba un pequeño empujón...

Daughter Of The War. [Steve Rogers]Where stories live. Discover now