24. Ellos llegaron.

3K 318 61
                                    

Una pequeña lágrima caía por la mejilla de Wanda. Tenía miedo de moverse, y casi podía decir que de respirar también, porque cada movimiento era captado por un collar en su cuello, que estaba peparado para enviar una descarga eléctrica sobre su cuerpo otra vez si intentaba usar su magia.

—me gustaría poder abrazarte...— susurró Pietro.

Su voz sonaba más grave de lo normal, y a la vez cansada. Se encontraba en la celda siguiente, intentando hablar con su hermana para que no sé sintiera tan mal.

—¿no te trae recuerdos?— preguntó en un susurro. Otra lágrima se escapó recordando todo lo que habían tenido que pasar.

—me trae los peores recuerdos.— comentó.

Escuchó unas cadenas moverse y supo que Pietro cada vez se movía más contra las enormes barras y el vidrio que lo mantenía encerrado.

No podía verlo, pero se lo imaginaba con heridas en su rostro y los ojos totalmente rojos después de llorar tanto como ella.

—vamos a salir de esto, Wanda. Como siempre lo hacemos.— volvió a hablar, pero su voz se cortó.

La hermana Maximoff iba a responder, pero un fuerte dolor de cabeza la atacó. Cerró los ojos y evitó moverse para no encender el collar. Era una horrible puntada que iba desde el lado derecho de su cabeza hasta el izquierdo, una y otra vez, dejando una especia de cosquilleo hasta que volvía a aparecer.

Presionó sus labios con fuerza, evitando un grito de dolor.

Algo malo estaba sucediendo, y no podía evitar sentir miedo acompañado del dolor. No sabía que era, ni tampoco podía imaginarlo.

—Pietro...— guardó silencio repentinamente.

Pronto, el dolor pasó a ser un zumbido en sus oídos, que parecía venir en todas las direcciones y no paraba.

—¿Wanda, qué pasó?

Unas simple palabras rozaron su mente, como si las hubiera tenido guardadas por mucho tiempo. No sabían que significaban, mucho menos sabía a qué podía referirse, pero ahí estaban, bailando en su mente.

ellos llegaron.— susurró.

—¿qué?— la voz de Clint Barton se escuchó casi como un grito, aunque parecía apagado detrás del enorme vidrio que lo separaba de los demás —¿qué fue lo que dijo Wanda?

—¿qué dije?— la muchacha quiso girarse para mirar a través del cristal, pero el miedo a ser electrocutada otra vez era mayor que cualquier otro sentimiento.

—Wanda, dijiste que ellos llegaron.— Pietro comentó.

Wanda miró la habitación con sus labios entre abiertos. No se había dado cuenta de que los latidos de su corazón habían aumentado y ahora éste parecía resonar en sus oídos mientras intentaba encontrar una explicación a sus propias palabras.

—¿quiénes son "ellos"?— Falcón también preguntó.

—¿Wanda?

—no lo sé— respondió, y tuvo que presionar sus labios con fuerza para evitar soltar un sollozo —. No lo sé.

————————————————

Un pequeño niño jugaba con sus muñecos en el parque cercano a su casa, en Argentina. El lugar estaba casi vacío, a excepción de otros dos pequeños que jugaban más alejados.

Varios árboles rodeaban en lugar, dejando al niño en una tierna imagen de pequeñez entre tanta grandeza.

Levantaba uno de los soldados en el aire, y lo tiraba contra el suelo en segundos, golpeando contra el pasto verde bajo él.

Daughter Of The War. [Steve Rogers]Where stories live. Discover now