27. Hermanos y Hermanas.

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—hemos recibido varios llamados de televidentes de esta zona de la ciudad, hablando extrañas luces que vieron en el bosque— la reportera se mantenía de espaldas contra un enorme bosque que ya se encontraba con varias hojas amarillas.

Jessica Jones miró la pantalla antes de dar un trago más a su botella de alcohol. No se la habían querido vender por la hora que era, habían dicho que sólo servirían el desayuno. Pero después de un par de insultos y de casi destruir todo el lugar, Jessica había recibido una botella.

Juntó levemente las cejas ni bien escuchó las palabras, la mujer en la pantalla señalaba detrás de ella mientras algunos de los vecinos se juntaban alrededor con rostros de miedo.

Era uno de los canales menos vistos de Hell's Kitchen, y quizas, de Estados Unidos. Solían pasar noticias poco interesantes, como la mujer con más perros de la ciudad, y el hombre con el récord en choques de autos en meses.

—...los vecinos dicen haber visto luces caer del cielo— Jessica rodó los ojos antes de terminar su botella. Se levantó y camino varios pasos para ir hacia la puerta, pero repentinamente se detuvo, girando sobre sus talones para seguir viendo —...los Vengadores están disueltos y ahora la sociedad teme de lo que pueda llegar a venir. Dioses, alterados, Hijas del Universo y criaturas de otros mundos, la realidad es que nuestro mundo no puede seguir con esto.

Jessica siguió observando la pantalla unos segundos más antes de reaccionar y salir del lugar. Sus pensamientos iban desde Lea, hasta la guerra que habían peleado juntas, y también a Matt, que permanecía oculto en Hell's Kitchen. Sin importarle absolutamente nada, saltó, elevándose en el aire, logrando todas las miradas sobre ella mientras comenzaba a volar por el cielo.

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Matt sonreía hacia Karen mientras escuchaba atentamente como su corazón latía un poco más rápido de lo normal ante su presencia. La muchacha se encontraba nerviosa ante él, y estaba seguro de que sus mejillas estarían totalmemte rojas.

Karen era bastante tímida, aunque cuando quería, era la mujer más valiente y segura del mundo. Matt estiró su mano por sobre la mesa, y la unió a la pequeña de ella, entrelazando sus dedos.

—...los Vengadores— escuchó en las noticias, y giró la cabeza para interceptar mejor el sonido —escaparon de la prisión en la que el gobierno los mantenía y ahora nadie sabe donde se encuentran, no hace falta aclarar que son totalmente peligrosos y están en contra de nuestras leyes.

Matt presionó sus labios con fuerza antes de mover la cabeza levemente, en señal de que debían irse. Ella se levantó rápidamente, pero el permaneció en el mismo lugar, sintiendo un extraño zumbido que llenaba sus delicados oídos, como si fuera interferencia en alguna radio, demasiado fuerte.

La rubia comenzó a caminar hacia la puerta cuando lo sintió. El acelerador, las ruedas sonando contra el pavimento, el freno, y luego, ambos coches chocando, llendo contra ellos a toda velocidad.

—¡Karen!— gritó y se levantó.

Corrió con rapidez hasta ella, los pocos metros que los separaban parecían eternos. La rubia se había detenido, y ahora él enrollaba sus brazos contra su cintura y la empujaba lo mas lejos que podía antes de que los vidrios parecieran estallar en un fuerte ruido.

Ambos cayeron al suelo y el auto traspasó la pared de afuera, llevándose varias mesas por delante, casi a ellos también.

Karen gritó una última vez antes de que los ruidos del choque cesaran, pero los gritos fuera del lugar permanecían en el aire.

La rubia sollozó entre sus brazos y se aferró a él con fuerza. Matt sólo respiró hondo, dándose cuenta de la gravedad del asunto.

—¿Matt?— preguntó con voz cortada la muchacha.

Daughter Of The War. [Steve Rogers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora