Capítulo XVIII

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El cielo está en tus ojos

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Capítulo XVIII

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Su cabeza se volteó de repente. Ojos esmeralda buscaron la ventana más próxima, y finas cejas se fruncieron sobre estos. La pelirrosa llevaba su cabello recogido en una coleta corta, sus manos estaban cubiertas por guantes blancos de plástico. En su mesa de trabajo reposaban varios frascos de medicinas, y junto a estos se situaba un cuaderno en el cual hacía anotaciones.

Aunque no pudiera ver nada en concreto a través del cuadro de la aldea que se presentaba ante ella a través del cristal, una sensación incómoda trepó por su columna como un reptil de piel húmeda y fría.

_ ¿Hay algún problema, Sakura-san?

_ No... – Negó lentamente la cabeza, con su mirada aun fija en la ventana. El cielo continuaba nublado a pesar de que había parado la lluvia. – No pasa nada...

Al tiempo que decía eso, sintió el choque de una gran cantidad de chackras hacia el noroeste.

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La botella estalló en montones de pedazos como un fuego artificial, y estos se desperdigaron por el suelo del bar-restaurante sin posibilidad de ser rescatados a menos que se barriera con una escoba todo el local.

La rubia contempló su mano, pasivamente perpleja, extrañada de que el recipiente de sake se hubiera resbalado de sus dedos.

¿Qué...?

_ ¿Desea que le traiga otra? – El camarero preguntó con tono educado y servicial, pero Tsunade no lo escuchaba. Estaba demasiado absorta en su propia piel, en su propia mano.

En la noción de que le era imposible sentir el movimiento de su chackra.

_ ¿Señora?

_ Ese...Ese sake...

La cabeza le daba vueltas. La voz que le hablaba se escuchaba cada vez más lejos, como si su cuerpo se fuera sumergiendo en agua con el paso de los segundos.

No sentía sus manos.

_ ¿Quiere que le traiga otra botella, es eso? En seguida.

_ No... – La Sannin hizo por erguirse, y aunque se sostenía de los bordes de la mesa, sus fuerzas le fallaban. Veía borroso, doble, y una maldición se hizo paso a través de sus labios. ¿Qué demonios...Le estaba pasando?

En sus ojos desenfocados se reflejó una sonrisa. Desconocida, familiar. Extraña.

El camarero se acercó y susurró cerca de su rostro.

_ Orochimaru-sama le manda sus saludos.

Fue lo último que escuchó antes de perder la conciencia.

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Jiraiya había sido neutralizado. El Sannin de la serpiente no se cansaba de atacar a su debilidad, a su vicio mayor. Dos mujeres invitaron al pelilargo a "pasar un buen rato" en las aguas termales. Lo que no había sabido Jiraiya era que las sales especiales que habían sido preparadas en el baño contenían un discreto compuesto químico creado por Kabuto: poco a poco drenaba su chackra y le hacía sentirse cansado, somnoliento. No demoraría en quedar inconsciente por un par de horas.

El cielo está en tus ojos (NaruSasu)Where stories live. Discover now