21. Ese hombre, despidiendo

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Esta pieza ya la había escuchado desde antes, pero siendo honesta jamás me pasó por la cabeza el utilizarla para VBEA... hasta que encontré la oportunidad. Escuché diversas versiones de la misma y la que me gustó más (me hizo llorar bye) fue la de Zimerman, aunque la de Rubinstein también era excelente. Sin embargo, creo que Zimerman abraza la esencia de Chopin y pues sí. No está en la lista de Spotify porque no la encontré, o quizá mi búsqueda no fue tan ardua como pensé que lo era ¿:D?

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Dije que Louis tocaría el piano, y aquí está.

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21. Ese hombre, despidiendo.

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A Harry lo despiertan sólo una hora antes de lo normal a las siete de la mañana, y de inmediato escucha el ajetreo de las sirvientas moverse de un lado a otro, gritando que lleven cosas de aquí o para allá, a Richard dando órdenes con maestría... y Thomas diciéndole que era hora de levantarse para prepararlo.

La noche anterior apenas había conciliado el sueño, siempre observando los boletos que tenía frente a él posados en el escritorio. La sensación de pesadez jamás abandonó su cuerpo además de que se le hizo imposible el concentrarse, incapaz de siquiera pensar en otra cosa más allá del hecho de que él mismo había sellado su futuro. No era tan valiente como Louis, mucho menos tan arriesgado.

Cuando se mira al espejo se siente diferente. Aseado, peinado tal como su padre había ordenado, con el traje que se seleccionó desde hace dos meses—negro, como mucho de los suyos, pero la tela se exportó de París además de que se veía más formal—y una corbata nueva que no era de su agrado. Todo lo que llevaba jamás se lo había probado en su vida, y para cuando Thomas termina de colocarle la corbata como era debido apenas tenía fuerzas para observar su reflejo de nuevo sobre el espejo.

—En caso de que no lo recuerde—habla Thomas con tranquilidad—, la ceremonia se realizará en la Catedral de Southwark. Luego de ello, alrededor de la una de la tarde, los invitados llegarán a la mansión para proseguir con la comida y el baile.

Harry tararea sin sentirse emocionado, mucho menos nervioso al respecto. No siente nada en sí, sólo trata de memorizar las palabras que dirá, todo lo que tiene que hacer así como el recorrido que hará hasta la catedral, al sur de Londres y a la orilla del Támesis. Él no se considera alguien religioso mucho menos apegado a Dios, pero sabe que su madre le obligaría a casarse en la catedral en la que la familia lo ha hecho por años, así que en ningún instante trató de poner un pero en el asunto.

—Gracias, Thomas—susurra Harry, suspirando cuando este sólo asiente para terminar de acomodar su ropa—. Creo que es hora de bajar.

Thomas asiente con tranquilidad.

—Así es, Joven Amo. Le deseo lo mejor.

Harry sonríe no sin antes salir de la habitación, dejando al mayordomo detrás ya que no desea encontrarse en una situación incómoda, además de que no supo qué podría responderle. Los trabajadores domésticos andan de un lado a otro, acomodando las habitaciones y limpiando hasta el más mínimo detalle de la mansión, sonriéndole con levedad a Harry cuando lo ven directo a los ojos.

Él, que es su día especial, apenas tiene fuerzas para caminar.

Los boletos que él mismo desperdició—los que le brindaban el cariño y libertad que el mismo Louis deseaba compartir con él—quedaron hechos cenizas cuando los echó a la chimenea en silencio, a las doce de la madrugada, con su rostro sin emoción alguna mientras escuchaba el sonido de los animales en el jardín, su corazón latiendo cada vez más fuerte. No encontró fuerzas para escaparse, pero sí para darle la espalda a un nuevo futuro que se había abierto ante sus ojos. Lloró por más tiempo del que esperaba pero no le importó, ni siquiera cuando se veía casi rojo de la cara o se le complicaba ver o respirar.

Violines Bajo el Agua.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora