Epílogo.

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Para que vean que ahora sí, el epílogo es libre de drama. La redacción es un poco diferente para no hacerlo tan pesado, además de que es muy corto.

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Epílogo.

13 de junio de 1905.

Él sonríe de oreja a oreja cuando los brazos de Perrie lo reciben con tanta fuerza que apenas logra respirar con esfuerzo, tan pronto como pasa por la puerta de la mansión.

—¡Pensé que llegarías más tarde! —ella le reclama sin separarse un centímetro de él, sino que lo abraza mucho más que antes. Niall sonríe sin proponérselo—. Te extrañé demasiado.

Niall también aprieta el agarre, oliendo el perfume favorito de Perrie después de no hacerlo por seis meses. Es tan melancólico volver a la mansión que lo vio crecer, madurar, llorar y reír, con todas las memorias escondidas en cada rincón, en la habitación, en la sala en donde aún continúa el piano de Louis en el centro de todo.

Se separan unos segundos luego, ambos sonriendo, pero después él aparta la mirada para observar todo a su alrededor, notando qué tan diferente es todo desde la última vez que estuvo ahí; aún soltero y con el deseo de conocer más lugares que su propio país, se dedicó a viajar por casi toda Europa en un período de tiempo, casi dos años después de que Harry y Louis desaparecieron por completo de sus vidas.

La sensación de vacío había continuado en su pecho por meses, inclusive años, pero ahora ya aprendió a vivir con ello, muy a su pesar-

—¿Y Frank? ¿Mis sobrinas? —pregunta curioso, dejando la maleta de lado—. No las escucho.

Perrie se sonroja.

—Salieron de compras y llevaron a su padre con ellas—Perrie sonríe de oreja a oreja, ensoñadora, su rostro un manojo de nervios—. Estoy aquí sola desde la mañana.

Los dos se miran para después sonreír con pesadez, el fantasma de las personas que estuvieron ahí con ellos desde pequeños ahora sólo siendo alguna fotografía borrosa, una pintura en el sótano, una melodía en sus mentes.

—Es extraño, ¿no? —continúa—. Una mansión tan grande y tan pocas personas en ella...

Ella cierra los ojos, sus labios apretándose en una mueca de tristeza. Sigue siendo igual de expresiva de siempre, el tiempo así como la edad notándose un poco más en su rostro maduro, su cabello no tan rubio a como era de joven. No se veía tan delgada como años atrás, no después de dos embarazos, aunque su hermana se seguía viendo preciosa en cualquier vestido que se pusiera. Su matrimonio con Frank iba de maravilla, o al menos de eso él se encargó en todos esos años, por lo que espera que duren para toda la vida hasta que la muerte los separe.

En los dos está el dolor de que Louis no estuvo ahí para entregar a Perrie en el altar—ocupando él su lugar, con orgullo y nostalgia a la vez—o para decir las primeras palabras en el momento de la celebración, pero saben que él estaría más que encantado en presenciar ese momento tan mágico. Aún recuerda que esa noche los dos lloraron a más no poder al caer en cuenta de nuevo que Louis ya no estaba entre ellos; no se trataba de ninguna opción, sino de una realidad, algo que Liam se encargó de decirles de la forma más lenta, entendible posible.

Niall ríe con tristeza.

—Si soy honesto – sí, es triste—luego pone una sonrisa de oreja a oreja—. ¡Pero como yo estoy aquí todo volverá a tener color!

...

Tan pronto como Louis y Harry se escaparon empezaron a suceder muchas cosas, como si el destino sólo estuviera esperando a que ellos huyeran para empezar a destruir, rehacer—lo que sea—las vidas de las demás personas.

Violines Bajo el Agua.Onde histórias criam vida. Descubra agora