28. Oportunidad.

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El molestoso sonido de mi celular me hace despertar, abro los ojos y gruño al sentir los rayos del sol en mi cara.

Bufo y tanteo con mis manos tratando de encontrar mi celular, lo encuentro y entrecierro los ojos viendo la tecla verde para atender, deslizo mi dedo sobre ella sin saber quién es.

- ¿Hmm?-murmuro adormilada.

- Jodeme que seguís durmiendo.-afirmo haciendo un ruido con mi garganta y la voz indignada se me hace conocida.

- ¿Maggie?

- ¡Joder, Lea! ¡Es tardísimo! Faltan sólo cinco minutos para que la clase empiece y, por suerte, éste profesor se toma su tiempo en venir. Vamos, apresurate.

- ¿Clase?-frunzo el ceño confundida.

- ¡Lea, levantate y preparate para venir a clase! ¡Es muy tarde!

- ¿Tarde?-sacudo la cabeza y me refriego los ojos.

- ¡Son las 08:55, mujer!

Maggie. Tarde. Clase. 08:55.

Esto... eh... ¿estoy llegando tarde a clase?

<< Sí. >>

Oh no, mierda, joder.

- ¡Estoy llegando tarde a clase!-grito histérica y me levanto de un rayo soltando mi celular de un sopetón, me quedo helada al verlo volar y caer de golpe justo al lado de la puerta- Oh no, no, no, no, no, no.-me acerco como loca y compruebo que siga vivo.

Largo un suspiro de alivio al saber que todavía anda pero hago una mueca al ver la pantalla un poco partida.

Bueno, lo llevaré a arreglar algún día.

Me acuerdo de la clase y me giro rápido para buscar algo qué ponerme, elijo; un short de jean, una musculosa, mis zapatillas y agarro una campera fina, por las dudas.

Me dirigo al baño corriendo, me lavo los dientes y la cara lo más rápido que puedo, hago mis necesidades y me lavo las manos. Trato de arreglar mi pelo un poco, como no tengo un cepillo a la vista, decido mojerlo un poco y peinarlo con mis dedos. Coloco brillo labial en mis labios, salgo del baño, agarro mi mochila junto al celular y la llave, abro la puerta y la cierro con llave.

Me aliento a mí misma y empiezo a correr como si mi vida dependiera de ello.

Al salir de la Residencia, vi a muy pocos universitarios merodeando por los alrededores y, uno que otro alumno, como yo, tratando de no llegar tan tarde y rogando por dentro de que el profesor todavía no haya llegado.

Dentro a la facultad, pasé pasillos y salones, subí las escaleras, di la vuelta y observo cómo el profesor está a sólo un metro de la puerta.

Cansada y exhausta corro lo que mis piernas pueden.

Es como si la situación estuviera en cámara lenta, yo tratando de llegar a tan sólo unos pesos viendo el momento en que el profesor entraba y cerraba la puerta.

Me detengo de golpe justo al lado de la puerta, jadeo como si hubiera corrido una maratón. Paso mi mano por mi frente alejando las pequeñas gotas de sudor, inhalo y exhalo, suponiendo que ya estoy lista. Levanto mi puño y golpeo la puerta unas tres veces.

Veo la silueta de alguien a través de la pequeña ventana colocada en la parte superior de la puerta, se mueve la manija y el rostro del profesor Sirio se asoma.

- Buenos días, profe, er...-sonrío nerviosa-. ¿puedo pasar?

- No.-cierra la puerta en mi cara, abro la boca indignada y golpeo otra vez.

El Hermano de mi mejor amigaWhere stories live. Discover now