33. "Ocultate, idiota."

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- ¿Seguro que no habrá problemas con tu compañero?

Él suspira.

- Por décima vez, sí, Lea.-asiento ligeramente- Ven.-me toma de la mano, lo que me hace sonreír como una boba, al ver que nadie se encuentra en los alrededores de la Residencia.

Salimos sigilosamente detrás de unos bancos en los cuales estábamos escondidos y corremos hacia una pared poniendonos detrás de ésta, quedamos unos segundos así y vemos como un jardinero pasa a tan solo unos metros de nosotros.

- Mierda, eso estuvo cerca.-suelto.

- Sí.-asiente- Despejado.-dice y sale de la pared tranquilamente, lo sigo hasta que veo a unos guardias caminar hacia nuestra dirección, sin embargo, aún no lograron vernos.

- Ocultate, idiota.-miro desesperada hacia todos lados buscando en donde escondernos para luego ver nuestra salvación.

- ¿Eh?-sin más que decir, me lanzo hacia Thomas y ambos caemos como pesos muertos sobre el pasto, pero detrás de unos arbustos que nos cubren- Mi espalda... creo que me la rompiste al igual que a mi nariz.-se queja en voz baja ya que me encuentro sobre él, le tapo la boca para que deje de hablar.

- Shhh, lo siento, flirty, pero nos estaban a punto de ver... si es que no lo hicieron.

Salgo sobre él escuchando su suspiro de alivio lo que me hace sonreír. Observo a través de las hojas de los arbustos y visualizo como los guardias se alejan, compruebo de que no haya alguien más merodeando por aquí y me levanto de manera segura. Le tiendo una mano a mi fracasado compañero quien, sin lugar a dudas, acepta y lo ayudo a pararse.

- Thom, te moririas de hambre si fueses espía.-me sinserizo y lo oigo gruñir, río ligeramente- Hey, no gruñas, gruñir es lo mío. Tú eres el coqueto en esta relación.-le doy un suave empujón y él levanta ambas cejas haciendo que diminutas líneas se marquen en su frente por repetir tanto esa acción.

- ¿Relación? ¿Cuál relación?-pregunta con una mirada maliciosa a lo que bufo y me pongo seria.

- No bromees conmigo, Johnson.-paso por su lado y golpeo su hombro... o brazo al ser más alto que yo, intencionalmente.

Aunque unas manos en mi cintura me detienen y hacen darme vuelta para, acto seguido, chocar sus labios sobre los míos. A pesar de tratar de poner resistencia, no evito del todo mover los míos al compás de los suyos. Inclino la cabeza hacia un lado y abro ligeramente los labios de manera que profundice el beso. No pasa tanto tiempo en que nuestras lenguas hagan contacto entre sí convirtiéndose en una batalla entre ellas. Ni siquiera sé en que momento mis manos fueron a su cabello agarrando pequeños mechones con éstas de forma desesperada.

El choque de una superficie fría se hace sentir en mi espalda, no dudo de que es la misma pared en la que nos ocultabamos. Pequeños chasquidos se logran identificar a través de los ruidos de los grillos y demás insectos en la oscuridad de la noche. Sus manos hacen un recorrido hacia mi espalda baja y, luego, muslos. Me agarra fuerte de éstos y doy un pequeño brinco, rodeando su cadera con mis piernas.

Aunque quiera seguir con el beso, el cual era la primera vez que nos dábamos uno así de intenso, la falta de oxígeno en mis pulmones hace presencia exigiendo un poco de aire.

A mi pesar, me separo de él, después de recibir una pequeña mordida en mi labio inferior de su parte. Ambos jadeamos profundamente por lo que acabamos de hacer y aliviados de que el aire llegue a nuestros pulmones.

Trago saliva y abro los ojos, dándome cuenta que él los tiene cerrados, todavía. Está con la boca entreabierta y sus labios algo hinchados. Subo la mirada y me encuentro con sus ojos marrones más oscuros de lo usual.

El Hermano de mi mejor amigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora